/ sábado 23 de julio de 2022

El peligro de rechazar el consejo

“Después el rey Roboam consultó el asunto con los ancianos que habían sido consejeros de su padre Salomón. -¿Qué me aconsejan ustedes? -les preguntó-. ¿Cómo debo responder a este pueblo?

Los consejeros ancianos contestaron: -Si hoy se pone al servicio de este pueblo y les da una respuesta favorable, ellos siempre serán sus leales súbditos. Sin embargo, Roboam rechazó el consejo de los ancianos y pidió, en cambio, la opinión de los jóvenes que se habían criado con él y que ahora eran sus consejeros”. (1 Reyes 12:6-8 NTV=

El joven rey estaba en una encrucijada: O escuchaba el consejo de los ancianos y se mostraba vulnerable en su inexperiencia o bien se congraciaba con sus pares, aquellos que apelando a la adulación y al amiguismo deseaban obtener algún beneficio del poder. Lamentablemente escogió lo último. La decadencia de la nación de Israel fue inminente, lo demás es historia. La misma historia que le dé muchos de nuestros países latinoamericanos, lamentablemente.

Como ciudadanos se nos hace muy fácil criticar abiertamente a los gobernantes por las decisiones que toman, llegando incluso a ofender a la persona detrás de la investidura; sin tener en cuenta muchas veces el enorme peso de responsabilidad que implica su función pública. Haríamos sin duda mucho mejor, si nos acercáramos con ellos, y les presentáramos nuestras iniciativas de ley, nuestro humilde consejo o hasta nuestro respetuoso desacuerdo.

Quienes están en el poder harían bien en escuchar, no solamente lo que quieren oír, sino aquello que quizá no les guste, que puede herir su ego, pero a la vez protegerlos del desastre. Sé que esta dinámica no abunda en esos ámbitos, pero quizá alguien que realmente quiera pasar a la historia como un buen servidor público pueda hacer suya la máxima de aquel otro rey que sí llevó a la nación a ser la máxima potencia en su tiempo: “Sin liderazgo sabio, la nación se hunde; la seguridad está en tener muchos consejeros”. (Proverbios 11:14 NTV)


leonardolombar@gmail.com

“Después el rey Roboam consultó el asunto con los ancianos que habían sido consejeros de su padre Salomón. -¿Qué me aconsejan ustedes? -les preguntó-. ¿Cómo debo responder a este pueblo?

Los consejeros ancianos contestaron: -Si hoy se pone al servicio de este pueblo y les da una respuesta favorable, ellos siempre serán sus leales súbditos. Sin embargo, Roboam rechazó el consejo de los ancianos y pidió, en cambio, la opinión de los jóvenes que se habían criado con él y que ahora eran sus consejeros”. (1 Reyes 12:6-8 NTV=

El joven rey estaba en una encrucijada: O escuchaba el consejo de los ancianos y se mostraba vulnerable en su inexperiencia o bien se congraciaba con sus pares, aquellos que apelando a la adulación y al amiguismo deseaban obtener algún beneficio del poder. Lamentablemente escogió lo último. La decadencia de la nación de Israel fue inminente, lo demás es historia. La misma historia que le dé muchos de nuestros países latinoamericanos, lamentablemente.

Como ciudadanos se nos hace muy fácil criticar abiertamente a los gobernantes por las decisiones que toman, llegando incluso a ofender a la persona detrás de la investidura; sin tener en cuenta muchas veces el enorme peso de responsabilidad que implica su función pública. Haríamos sin duda mucho mejor, si nos acercáramos con ellos, y les presentáramos nuestras iniciativas de ley, nuestro humilde consejo o hasta nuestro respetuoso desacuerdo.

Quienes están en el poder harían bien en escuchar, no solamente lo que quieren oír, sino aquello que quizá no les guste, que puede herir su ego, pero a la vez protegerlos del desastre. Sé que esta dinámica no abunda en esos ámbitos, pero quizá alguien que realmente quiera pasar a la historia como un buen servidor público pueda hacer suya la máxima de aquel otro rey que sí llevó a la nación a ser la máxima potencia en su tiempo: “Sin liderazgo sabio, la nación se hunde; la seguridad está en tener muchos consejeros”. (Proverbios 11:14 NTV)


leonardolombar@gmail.com

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