/ lunes 12 de octubre de 2020

El populismo y los subsidios

Estamos en el momento más crítico de nuestra historia moderna con varias crisis simultáneas: crisis sanitaria por el Covid 19, con cerca de 85 mil personas que desafortunadamente han fallecido de acuerdo a los números oficiales.

Una crisis económica derivada de la paralización de las actividades económicas por el coronavirus que de acuerdo a las principales instituciones financieras nacionales e internacionales ya de manera unánime ubican la caída de la economía nacional en -10 del PIB, con las consecuencias además que esto acarrea en desempleo y por ello un incremento de la pobreza y la desigualdad social en las familias mexicanas.

Una violencia e inseguridad desenfrenadas en el país que se ha saldado ya en lo que va de este gobierno de 64 mil homicidios dolosos y una crisis política en el movimiento- partido gobernante por la lucha del poder de la dirección nacional, pero que es una batalla por la guerra de posiciones que los grupúsculos a su interior de Morena mantienen de cara a la elección del próximo año como antesala por la lucha de la candidatura presidencial del 2024, amén de una evaporación de la oposición partidaria en términos reales y el asomo de una oposición con claros tintes derechistas que en su polarización discursiva y sin propuesta a los problemas reales del país se asemeja al gobierno morenista y le hace el juego (seguramente sin planteárselo) a la estrategia de polarización del presidente.

Pero, mientras todo esto sucede, hay ya un paquete económico discutiéndose en el Congreso de cara al próximo presupuesto, pero es claro que la crisis política (al interior de Morena y del bloque en el poder), amenaza en contaminar la discusión, y lo más sobresaliente es que dicho paquete NO contempla un programa contracíclico para alentar la recuperación económica, pero si esto es grave lo es más si observamos cómo contra todo acto racional esa mayoría en Cámara de Diputados ha decidido ya eliminar 109 fondos y fideicomisos y con ello afectar a múltiples sectores sociales, pero lo que realmente se busca con esta medida es concentrar el dinero para que a “contentillo” del presidente se dé o no y cuanto de apoyo a sectores sociales ahora perjudicados con esta medida.

Los populistas mantienen como norma el uso del dinero público centralizado a voluntad del presidente, sin normas ni estructura administrativa, ni transparencia en su uso, porque para ellos el subsidio es la base de su popularidad y la manera de comprar voluntades de cara a los procesos electorales.

El populismo es contrario a la cultura del trabajo, ya que sólo se funda en el reparto de subsidios, y para tener ese recurso se requiere que haya crecimiento económico y si no entonces comienzan a desmantelar la estructura del Estado y la venta del patrimonio nacional a fin de mantener su política de subsidios clientelar. La base populista está en el reparto, pero si no hay dinero ¿qué van a repartir?, los populistas lo único que buscan es meterle dinero en los bolsillos a quienes consideran sus votantes, por ello los próximos años en la medida que la recuperación económica tardará en darse seguiremos observado estas prácticas como la desaparición de los fideicomisos o la venta de lo decomisado, o payasadas como la “rifa de aviones”.

Mientras todo este proceso se está dando la democracia se va vaciando por la concertación del poder en manos de un solo hombre, su actitud intolerante y su estrategia de polarización fincada en que su política de subsidios le da para mantenerse en el poder, mientras el país se va desmoronado; es por ello que tenemos con acciones concretas y permanentes hacer una defensa de la democracia, el primer régimen populista en la historia (no la aparición de las ideas populistas) fue el de Luis Napoleón Bonaparte que Carlos Marx describe muy bien en El 18 Brumario de Luis Bonaparte, donde Marx analiza cómo este Bonaparte usando las reglas de la democracia accede al poder y como a base de subsidios al lumpen proletariado y alianzas con el ejército mata la democracia con el golpe de estado en Francia.

Son las lecciones de la historia que no podemos olvidar y nos deben hacer reaccionar para la defensa de la democracia.






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Una crisis económica derivada de la paralización de las actividades económicas por el coronavirus que de acuerdo a las principales instituciones financieras nacionales e internacionales ya de manera unánime ubican la caída de la economía nacional en -10 del PIB, con las consecuencias además que esto acarrea en desempleo y por ello un incremento de la pobreza y la desigualdad social en las familias mexicanas.

Una violencia e inseguridad desenfrenadas en el país que se ha saldado ya en lo que va de este gobierno de 64 mil homicidios dolosos y una crisis política en el movimiento- partido gobernante por la lucha del poder de la dirección nacional, pero que es una batalla por la guerra de posiciones que los grupúsculos a su interior de Morena mantienen de cara a la elección del próximo año como antesala por la lucha de la candidatura presidencial del 2024, amén de una evaporación de la oposición partidaria en términos reales y el asomo de una oposición con claros tintes derechistas que en su polarización discursiva y sin propuesta a los problemas reales del país se asemeja al gobierno morenista y le hace el juego (seguramente sin planteárselo) a la estrategia de polarización del presidente.

Pero, mientras todo esto sucede, hay ya un paquete económico discutiéndose en el Congreso de cara al próximo presupuesto, pero es claro que la crisis política (al interior de Morena y del bloque en el poder), amenaza en contaminar la discusión, y lo más sobresaliente es que dicho paquete NO contempla un programa contracíclico para alentar la recuperación económica, pero si esto es grave lo es más si observamos cómo contra todo acto racional esa mayoría en Cámara de Diputados ha decidido ya eliminar 109 fondos y fideicomisos y con ello afectar a múltiples sectores sociales, pero lo que realmente se busca con esta medida es concentrar el dinero para que a “contentillo” del presidente se dé o no y cuanto de apoyo a sectores sociales ahora perjudicados con esta medida.

Los populistas mantienen como norma el uso del dinero público centralizado a voluntad del presidente, sin normas ni estructura administrativa, ni transparencia en su uso, porque para ellos el subsidio es la base de su popularidad y la manera de comprar voluntades de cara a los procesos electorales.

El populismo es contrario a la cultura del trabajo, ya que sólo se funda en el reparto de subsidios, y para tener ese recurso se requiere que haya crecimiento económico y si no entonces comienzan a desmantelar la estructura del Estado y la venta del patrimonio nacional a fin de mantener su política de subsidios clientelar. La base populista está en el reparto, pero si no hay dinero ¿qué van a repartir?, los populistas lo único que buscan es meterle dinero en los bolsillos a quienes consideran sus votantes, por ello los próximos años en la medida que la recuperación económica tardará en darse seguiremos observado estas prácticas como la desaparición de los fideicomisos o la venta de lo decomisado, o payasadas como la “rifa de aviones”.

Mientras todo este proceso se está dando la democracia se va vaciando por la concertación del poder en manos de un solo hombre, su actitud intolerante y su estrategia de polarización fincada en que su política de subsidios le da para mantenerse en el poder, mientras el país se va desmoronado; es por ello que tenemos con acciones concretas y permanentes hacer una defensa de la democracia, el primer régimen populista en la historia (no la aparición de las ideas populistas) fue el de Luis Napoleón Bonaparte que Carlos Marx describe muy bien en El 18 Brumario de Luis Bonaparte, donde Marx analiza cómo este Bonaparte usando las reglas de la democracia accede al poder y como a base de subsidios al lumpen proletariado y alianzas con el ejército mata la democracia con el golpe de estado en Francia.

Son las lecciones de la historia que no podemos olvidar y nos deben hacer reaccionar para la defensa de la democracia.






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