/ domingo 14 de febrero de 2021

El PRD: testimonial, oportunista y carente de autocrítica

¿Dónde quedó aquel proyecto de izquierda que dio origen al Partido de la Revolución Democrática? Unos opinan que en el bote de la basura, y otros en la alianza con el PRI y con el PAN. Hoy, a más de 30 años de su fundación, el partido del Sol Azteca ha sido muchas cosas, menos un partido de izquierda. Fundadores del PRD como Cuauhtémoc Cárdenas, Ifigenia Navarrete Martínez o Porfirio Muñoz Ledo, ya no están en ese partido. El ingeniero Cárdenas sigue siendo una figura moral de la izquierda, Porfirio Muñoz Ledo, sin duda alguna, uno de los críticos más importantes de los llamados partidos de “izquierda”. Tal vez por eso, y parafraseando el refrán, aunque el PRD se vista de izquierda, aliancista se queda.

Si no fuera por Andrés Manuel López Obrador, desde hace tiempo el PRD hubiera perdido su registro. Las dos veces que fue candidato presidencial Cuauhtémoc Cárdenas, la gente votó por él y por la figura de su padre y no por el PRD. Lo mismo le sucedió con AMLO, votaron por el tabasqueño, pero no por el partido. En 2006, López Obrador como candidato obtuvo 14 millones y medio de votos. En el 2012 les dio alrededor de 17 millones de votos, lo que los convirtió en la segunda fuerza política del país. Andrés Manuel se fue del partido, fundó MORENA y los dejó como la canción de Cuco Sánchez: “Arrastrando la cobija y ensuciando el apellido”. El PRD más tardó en fundarse que terminar en un partido “de izquierda burocrática”, en facciones, corrientes y tribus, por decir lo menos. Este partido bien podría ser materia de un director de cine, para filmar “estas ruinas que ves” segunda parte.

Quienes se quedaron con lo que le queda del PRD son: Jesús Ortega y Jesús Zambrano. Conocidos en el bajo mundo de la partidocracia como los “chuchos”. Esta corriente domina prácticamente a todos los partidos estatales. Durango, por supuesto, no es la excepción. Hasta la fecha, los dueños de esta franquicia local son los mismos de siempre, juegan mal, pero se acomodan. Están devaluados y desprestigiados políticamente, pero como decía Agustín Lara, “venden caro su amor”. Son expertos en cobrar facturas. Para mayor información, acuda a las oficinas del PRI y del PAN. Si le queda alguna duda, visite a las cúpulas del PRI y del PRD en la CDMX para que le den pelos y señales de cómo se teje fino en lo oscurito. Tal vez por eso Enrique Benítez Ojeda y Miguel Lazalde se echan la bolita y como Poncio Pilatos se lavan las manos. Un comentario: los dirigentes de estos dos partidos piensan que la sociedad “se chupa el dedo”.

En una ocasión, platicando con un militante del PRD estatal que ha sido regidor, dirigente municipal de ese partido y diputado local, entre otras cosas nos decía: “en el PRD somos tres militantes, pero actuamos como si fuéramos miles”. Este comentario sigue teniendo vigencia. Son unos cuantos “chuchos” los dueños de esa franquicia. Desde la Ciudad de México les dan línea por esa razón, a través de sus incondicionales se reparten el pedazo de pastel que les dejaron el PRI y el PAN. De otra manera, David Ramos no intentaría reelegirse como diputado, ni pusiera a su secretaria como diputada local pluri en el número uno de la lista. Tampoco Miguel Lazalde hubiera puesto a su amigo en el tercer distrito local. Al PRD la alianza le cayó “como anillo al dedo”. Salvarán su registro nacional y estatal, aumentarán sus prerrogativas económicas, comisiones, secretarias, asesores en San Lázaro y en el Congreso local. ¿Quién dice que ser gerente de un partido de “izquierda” no es negocio?, ¿y qué decir de los partidos de derecha y centroizquierda?

¿Dónde quedó aquel proyecto de izquierda que dio origen al Partido de la Revolución Democrática? Unos opinan que en el bote de la basura, y otros en la alianza con el PRI y con el PAN. Hoy, a más de 30 años de su fundación, el partido del Sol Azteca ha sido muchas cosas, menos un partido de izquierda. Fundadores del PRD como Cuauhtémoc Cárdenas, Ifigenia Navarrete Martínez o Porfirio Muñoz Ledo, ya no están en ese partido. El ingeniero Cárdenas sigue siendo una figura moral de la izquierda, Porfirio Muñoz Ledo, sin duda alguna, uno de los críticos más importantes de los llamados partidos de “izquierda”. Tal vez por eso, y parafraseando el refrán, aunque el PRD se vista de izquierda, aliancista se queda.

Si no fuera por Andrés Manuel López Obrador, desde hace tiempo el PRD hubiera perdido su registro. Las dos veces que fue candidato presidencial Cuauhtémoc Cárdenas, la gente votó por él y por la figura de su padre y no por el PRD. Lo mismo le sucedió con AMLO, votaron por el tabasqueño, pero no por el partido. En 2006, López Obrador como candidato obtuvo 14 millones y medio de votos. En el 2012 les dio alrededor de 17 millones de votos, lo que los convirtió en la segunda fuerza política del país. Andrés Manuel se fue del partido, fundó MORENA y los dejó como la canción de Cuco Sánchez: “Arrastrando la cobija y ensuciando el apellido”. El PRD más tardó en fundarse que terminar en un partido “de izquierda burocrática”, en facciones, corrientes y tribus, por decir lo menos. Este partido bien podría ser materia de un director de cine, para filmar “estas ruinas que ves” segunda parte.

Quienes se quedaron con lo que le queda del PRD son: Jesús Ortega y Jesús Zambrano. Conocidos en el bajo mundo de la partidocracia como los “chuchos”. Esta corriente domina prácticamente a todos los partidos estatales. Durango, por supuesto, no es la excepción. Hasta la fecha, los dueños de esta franquicia local son los mismos de siempre, juegan mal, pero se acomodan. Están devaluados y desprestigiados políticamente, pero como decía Agustín Lara, “venden caro su amor”. Son expertos en cobrar facturas. Para mayor información, acuda a las oficinas del PRI y del PAN. Si le queda alguna duda, visite a las cúpulas del PRI y del PRD en la CDMX para que le den pelos y señales de cómo se teje fino en lo oscurito. Tal vez por eso Enrique Benítez Ojeda y Miguel Lazalde se echan la bolita y como Poncio Pilatos se lavan las manos. Un comentario: los dirigentes de estos dos partidos piensan que la sociedad “se chupa el dedo”.

En una ocasión, platicando con un militante del PRD estatal que ha sido regidor, dirigente municipal de ese partido y diputado local, entre otras cosas nos decía: “en el PRD somos tres militantes, pero actuamos como si fuéramos miles”. Este comentario sigue teniendo vigencia. Son unos cuantos “chuchos” los dueños de esa franquicia. Desde la Ciudad de México les dan línea por esa razón, a través de sus incondicionales se reparten el pedazo de pastel que les dejaron el PRI y el PAN. De otra manera, David Ramos no intentaría reelegirse como diputado, ni pusiera a su secretaria como diputada local pluri en el número uno de la lista. Tampoco Miguel Lazalde hubiera puesto a su amigo en el tercer distrito local. Al PRD la alianza le cayó “como anillo al dedo”. Salvarán su registro nacional y estatal, aumentarán sus prerrogativas económicas, comisiones, secretarias, asesores en San Lázaro y en el Congreso local. ¿Quién dice que ser gerente de un partido de “izquierda” no es negocio?, ¿y qué decir de los partidos de derecha y centroizquierda?