/ domingo 25 de octubre de 2020

El PRI manda mensajes a MORENA y al PAN

No hay que confundir la euforia de ganar una batalla con haber ganado la guerra, si entendemos que esta última se dará en la lucha por la presidencia de la República en 2024. Los priistas en este momento se sienten los Douglas McArthur, por los triunfos en Hidalgo y Coahuila. Da la impresión de que en dos años ya se recuperaron del tsunami de 2018, y por eso ya se ven juntos con el PAN en 2021 y 2024, para acabar con el “peligro para México” y así regresar a los años dorados, no importa que para ello le den una rebanada del pastel a las palomitas blancas vestidas de azul.

No hay que olvidar que la política es como el amor, nada está escrito. Los casos de Hidalgo y Coahuila son dos cosas totalmente distintas. La elección más importante del pasado domingo fue en la tierra de los hermanos Moreira, dos priistas de lo más distinguido que tiene el PRI a nivel nacional. Como dice la canción de José Ángel Espinoza “Ferrusquilla”: en nuestro idilio las pencas hablan. Y en política los que hablan son los números. Por ejemplo, si usted quiere saber exactamente lo que pasó en el Estado de Hidalgo, busque al famoso “Gato” Adame y le contará la crónica que sólo unos cuantos conocen. Sólo para recordar, Hidalgo es la tierra de caciques como los Rojo Lugo, a los que hoy representan las nuevas generaciones, con otra mentalidad, pero caciques al fin.

Coahuila requiere de un comentario aparte. Con los números dados a conocer, se puede hacer una semblanza de la elección en ese Estado. En Coahuila, de acuerdo a los datos del Instituto Electoral de Coahuila, se cuenta con un padrón de 2 millones 200 mil electores. El pasado domingo, de ese padrón votaron 863 mil personas. De ese universo de votantes, el 49.31% fue para el PRI; el 19.39% para MORENA; y 9.9% para el PAN. El resto fue para los demás partidos. En total, hubo una participación del 39%, y el gran ganador de esta elección fue el abstencionismo con el 61%. De los 863 mil votantes se desprenden datos que seguramente el PRI debe estar analizando, y si no pueden, el “Gato” Adame les puede echar una manita.

De la cifra antes mencionada, el PRI obtuvo más de 469 mil votos; MORENA 164 mil y; el PAN 84 mil. El resto fue para los partidos morralla. De estas aproximaciones, considerando que votaron 863 mil del padrón, dejaron de hacerlo algo así como un millón 350 mil. Paradójicamente, lo que pasó en Hidalgo y Coahuila al PRI le viene como anillo al dedo. El 39% de participación fue como sucedió en Durango en el caso de Ángel Sergio Guerrero Mier. Hoy una vez más queda comprobado que al PRI no le conviene que la gente salga a votar, al tricolor, con la estructura que tiene, le da para ganar y no necesita ir en alianza con el PAN. Su estrategia electoral consiste en que haya el mayor porcentaje de abstencionismo. Si van en alianza con el PAN en el futuro, si la gente sale a votar, corren el riesgo de perder.

No hay que confundir la euforia de ganar una batalla con haber ganado la guerra, si entendemos que esta última se dará en la lucha por la presidencia de la República en 2024. Los priistas en este momento se sienten los Douglas McArthur, por los triunfos en Hidalgo y Coahuila. Da la impresión de que en dos años ya se recuperaron del tsunami de 2018, y por eso ya se ven juntos con el PAN en 2021 y 2024, para acabar con el “peligro para México” y así regresar a los años dorados, no importa que para ello le den una rebanada del pastel a las palomitas blancas vestidas de azul.

No hay que olvidar que la política es como el amor, nada está escrito. Los casos de Hidalgo y Coahuila son dos cosas totalmente distintas. La elección más importante del pasado domingo fue en la tierra de los hermanos Moreira, dos priistas de lo más distinguido que tiene el PRI a nivel nacional. Como dice la canción de José Ángel Espinoza “Ferrusquilla”: en nuestro idilio las pencas hablan. Y en política los que hablan son los números. Por ejemplo, si usted quiere saber exactamente lo que pasó en el Estado de Hidalgo, busque al famoso “Gato” Adame y le contará la crónica que sólo unos cuantos conocen. Sólo para recordar, Hidalgo es la tierra de caciques como los Rojo Lugo, a los que hoy representan las nuevas generaciones, con otra mentalidad, pero caciques al fin.

Coahuila requiere de un comentario aparte. Con los números dados a conocer, se puede hacer una semblanza de la elección en ese Estado. En Coahuila, de acuerdo a los datos del Instituto Electoral de Coahuila, se cuenta con un padrón de 2 millones 200 mil electores. El pasado domingo, de ese padrón votaron 863 mil personas. De ese universo de votantes, el 49.31% fue para el PRI; el 19.39% para MORENA; y 9.9% para el PAN. El resto fue para los demás partidos. En total, hubo una participación del 39%, y el gran ganador de esta elección fue el abstencionismo con el 61%. De los 863 mil votantes se desprenden datos que seguramente el PRI debe estar analizando, y si no pueden, el “Gato” Adame les puede echar una manita.

De la cifra antes mencionada, el PRI obtuvo más de 469 mil votos; MORENA 164 mil y; el PAN 84 mil. El resto fue para los partidos morralla. De estas aproximaciones, considerando que votaron 863 mil del padrón, dejaron de hacerlo algo así como un millón 350 mil. Paradójicamente, lo que pasó en Hidalgo y Coahuila al PRI le viene como anillo al dedo. El 39% de participación fue como sucedió en Durango en el caso de Ángel Sergio Guerrero Mier. Hoy una vez más queda comprobado que al PRI no le conviene que la gente salga a votar, al tricolor, con la estructura que tiene, le da para ganar y no necesita ir en alianza con el PAN. Su estrategia electoral consiste en que haya el mayor porcentaje de abstencionismo. Si van en alianza con el PAN en el futuro, si la gente sale a votar, corren el riesgo de perder.