/ domingo 12 de diciembre de 2021

El romance de AMLO y el Ejército Mexicano

México se ve en problemas y no hay autoridad a quién voltear a ver para pedir ayuda. Mientras que a los mexicanos últimamente les angustia salir por las calles, Andrés Manuel López Obrador se asegura de que a la ciudadanía le quede claro el matrimonio entre el Poder Ejecutivo y las Fuerzas Armadas. “Pueblo uniformado” es el título designado por el presidente a los militares para para endurecer su discurso de que ellos son parte del mismo y para justificar su injerencia en cuestiones sociopolíticas.

Si bien se habla sobre el repentino espacio que se la ha dado a la Secretaría de Defensa Nacional en los proyectos de la administración, López Obrador hoy se decide vestir de la buena imagen del Ejército. No sólo la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, CNDH ha hecho recomendaciones a SEDENA por violar los derechos de los ciudadanos, sino causa preocupación al mismo gobierno. AMLO justifica sus decisiones de política doméstica al dar discursos como “el Ejército ya no asesina, no viola, porque yo di la orden de que eso ya no ocurra”, pero es absurda la militarización que promueve el mandatario.

Como prueba de esto, proyectos como la construcción del aeropuerto y del Tren Maya, la distribución de medicamentos, así como el control y aplicación de las vacunas contra el Covid-19, han sido trasferidas a la gestión militar. AMLO se sirve de tales acciones para usarlas a la vez como una táctica de amenaza a cualquier oposición. La lealtad que el Ejército le ha jurado a éste y, con ello a la 4T, ha dejado claro el total apoyo al mandatario. Esto debido a que ahora, no sólo llenan lagunas burocráticas y eso les confiere influencia al tomar decisiones, sino que su fidelidad al Ejecutivo es bien pagada.

Asimismo, Teresa Martínez Trujillo, investigadora nacional, mencionó: “El Ejército puede no saber cómo hacer un aeropuerto, pero lo harán”. De ahí que López Obrador no se reserva a calificar esta militarización del país como una positiva, pues según él contribuyen al cumplimiento de las tareas de la 4T.

El desvanecimiento de la esfera académica, empresarial, científica y civil en México refleja la búsqueda del Presidente de centralizar todo el poder. Algo que evidencia sus tintes de derecha conservadora y sus incoherencias en cuanto a las críticas que hace al llamado periodo presidencial priista

Sin embargo, esto parece no interesarle al Presidente. Otras construcciones como las del banco público, Bienestar, son llevadas a cabo por el Ejército. Dentro de la desinformación de muchos mexicanos y aquellos que portan chalecos guindas, varios se preguntan por qué ampliar el espacio en la burocracia para la esfera militar, pero la respuesta es simple: saltarse obstáculos y trabas administrativas. Es aquí donde los que pueden presumir que no votaron por AMLO hacen otra pregunta: ¿dónde quedó su gobierno antineoliberal y su lucha contra la corrupción?

Es claro que la narrativa que presenta el Presidente en todos sus discursos es mucho más agradable al oído para sus seguidores, pues éste es ambiguo y deja de lado los datos duros. López Obrador sabe que apelar a los sentimientos es de la manera en que el apoyo popular le será seguro y no se cuestionarán sus proyectos. Así, con la euforia de las masas, se desvanecen los problemas importantes a analizar: abuso de poder y un Estado opresor.

Finalmente, y para quienes lo gusten creer, López Obrador dice estar del lado de los pobres, cuando en realidad su discurso promueve la hostilidad entre los mexicanos y los fragmenta aún más. AMLO ataca a las élites sociales, pero defiende el fortalecimiento de las élites militares con tal de dejar un legado que lo apoye en la consulta popular para la renovación de su mandato. Evidentemente, éste no está a favor del pueblo, sino sólo a favor de afirmar su autoritarismo.


Estudiante de Relaciones Internacional es en la Universidad Anáhuac en la Ciudad de México.


México se ve en problemas y no hay autoridad a quién voltear a ver para pedir ayuda. Mientras que a los mexicanos últimamente les angustia salir por las calles, Andrés Manuel López Obrador se asegura de que a la ciudadanía le quede claro el matrimonio entre el Poder Ejecutivo y las Fuerzas Armadas. “Pueblo uniformado” es el título designado por el presidente a los militares para para endurecer su discurso de que ellos son parte del mismo y para justificar su injerencia en cuestiones sociopolíticas.

Si bien se habla sobre el repentino espacio que se la ha dado a la Secretaría de Defensa Nacional en los proyectos de la administración, López Obrador hoy se decide vestir de la buena imagen del Ejército. No sólo la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, CNDH ha hecho recomendaciones a SEDENA por violar los derechos de los ciudadanos, sino causa preocupación al mismo gobierno. AMLO justifica sus decisiones de política doméstica al dar discursos como “el Ejército ya no asesina, no viola, porque yo di la orden de que eso ya no ocurra”, pero es absurda la militarización que promueve el mandatario.

Como prueba de esto, proyectos como la construcción del aeropuerto y del Tren Maya, la distribución de medicamentos, así como el control y aplicación de las vacunas contra el Covid-19, han sido trasferidas a la gestión militar. AMLO se sirve de tales acciones para usarlas a la vez como una táctica de amenaza a cualquier oposición. La lealtad que el Ejército le ha jurado a éste y, con ello a la 4T, ha dejado claro el total apoyo al mandatario. Esto debido a que ahora, no sólo llenan lagunas burocráticas y eso les confiere influencia al tomar decisiones, sino que su fidelidad al Ejecutivo es bien pagada.

Asimismo, Teresa Martínez Trujillo, investigadora nacional, mencionó: “El Ejército puede no saber cómo hacer un aeropuerto, pero lo harán”. De ahí que López Obrador no se reserva a calificar esta militarización del país como una positiva, pues según él contribuyen al cumplimiento de las tareas de la 4T.

El desvanecimiento de la esfera académica, empresarial, científica y civil en México refleja la búsqueda del Presidente de centralizar todo el poder. Algo que evidencia sus tintes de derecha conservadora y sus incoherencias en cuanto a las críticas que hace al llamado periodo presidencial priista

Sin embargo, esto parece no interesarle al Presidente. Otras construcciones como las del banco público, Bienestar, son llevadas a cabo por el Ejército. Dentro de la desinformación de muchos mexicanos y aquellos que portan chalecos guindas, varios se preguntan por qué ampliar el espacio en la burocracia para la esfera militar, pero la respuesta es simple: saltarse obstáculos y trabas administrativas. Es aquí donde los que pueden presumir que no votaron por AMLO hacen otra pregunta: ¿dónde quedó su gobierno antineoliberal y su lucha contra la corrupción?

Es claro que la narrativa que presenta el Presidente en todos sus discursos es mucho más agradable al oído para sus seguidores, pues éste es ambiguo y deja de lado los datos duros. López Obrador sabe que apelar a los sentimientos es de la manera en que el apoyo popular le será seguro y no se cuestionarán sus proyectos. Así, con la euforia de las masas, se desvanecen los problemas importantes a analizar: abuso de poder y un Estado opresor.

Finalmente, y para quienes lo gusten creer, López Obrador dice estar del lado de los pobres, cuando en realidad su discurso promueve la hostilidad entre los mexicanos y los fragmenta aún más. AMLO ataca a las élites sociales, pero defiende el fortalecimiento de las élites militares con tal de dejar un legado que lo apoye en la consulta popular para la renovación de su mandato. Evidentemente, éste no está a favor del pueblo, sino sólo a favor de afirmar su autoritarismo.


Estudiante de Relaciones Internacional es en la Universidad Anáhuac en la Ciudad de México.


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