/ viernes 12 de noviembre de 2021

El semáforo rojo de UJED, ahora es verde

Históricamente, la UJED es y será “ese oscuro objeto del deseo”. En primer lugar, la llegada de Rubén Solís Ríos a la rectoría, aunque muchos ahora no lo vean así, representó la recuperación de la autonomía de nuestra alma mater de aquel “golpe de Estado” que se dio desde el Congreso.

Este acontecimiento significó que el gobierno de aquel sexenio pusiera un rector a modo, convirtiendo a la rectoría en una especie de despacho alterno del Bicentenario. Puede dar la impresión de que aquel asalto a la autonomía de nuestra Máxima Casa de Estudios nunca existió. Por fortuna, la comunidad universitaria y la sociedad tienen memoria.

Por supuesto, los grupos que fueron desplazados de la UJED no se resignan. Aprovechan cualquier omisión o error del rector Rubén Solís Ríos para llevar agua a su molino, y por cualquier motivo pedirle su renuncia para regresar ellos que sí saben hacer las cosas, como por ejemplo la estafa maestra.

Estos grupos de interés al exterior de nuestra universidad todos los días están moviendo sus piezas con las que cuentan al interior, y que no son cosa menor. No han podido asimilar la derrota que sufrieron cuando toda la comunidad universitaria se volcó a favor de Rubén Solís, quien obtuvo una votación histórica. Al llegar a la rectoría, Solís Ríos se dio cuenta que se había sacado la rifa del tigre: Un enorme déficit financiero de las pasadas autoridades universitarias.

Este déficit de recursos ha sido un dolor de cabeza para la gobernabilidad de la universidad. Son muchos otros factores para que este problema siga creciendo. Uno de los más visibles es el que se origina por un acuerdo sindical entre los trabajadores y rectoría. Esto tiene que ver con el pago al SAT del Impuesto Sobre la Renta, los que suman al año muchos millones de pesos. Aunque la Ley Fiscal establece que el pago debe hacerlo de manera individual cada trabajador de acuerdo a sus ingresos.

Hay otro tema al interior de la UJED, que merece la pena ser recordado. El año pasado, la auditoria Superior de la Federación hizo públicas observaciones a varias universidades del país, entre ellas la Universidad Juárez del Estado de Durango. Esta observación fue del orden de 1,600 millones de pesos. De inmediato esto fue aprovechado para cuestionar la administración del rector Solís Ríos, y no faltó quienes aseguraron que esos 1,600 millones de pesos habían desaparecido.

Muchos se preguntaron, ¿y ahora quién podrá salvar al rector, acaso el Chapulín Colorado? Sólo aquellos que entienden los procedimientos de una auditoria por parte de la Auditoría Superior de la Federación, opinaron que sólo sería cuestión de tiempo para poner las cosas en su lugar, como así sucedió. Vencido el plazo para justificar los 1,600 millones de pesos, en abril del 2020 la ASF y sus auditores estuvieron en las instalaciones de la UJED, para la comprobación del gasto público y la verificación correspondiente.

El área responsable de la Universidad cumplió en tiempo y forma los requerimientos solicitados por la ASF. Las observaciones fueron complidas al 100%, y la UJED quedó libre de la totalidad de las observaciones que le hicieron.

De no haber solucionado el problema, hubiera sido de grandes consecuencias para el rector. Es importante mencionar el apoyo que recibió de las directoras y directores de todas las escuelas y facultades de la UJED. Para sus fines, los grupos desplazados de la rectoría tienen un librito: Manipulan a los estudiantes para lograr sus propósitos. Al grado que enviaron a los estudiantes al Congreso del Estado, donde un diputado, quien fue el principal ideólogo del pasado golpe de estado a la UJED, pidió “respetar la autonomía universitaria”. ¡Órale!

Históricamente, la UJED es y será “ese oscuro objeto del deseo”. En primer lugar, la llegada de Rubén Solís Ríos a la rectoría, aunque muchos ahora no lo vean así, representó la recuperación de la autonomía de nuestra alma mater de aquel “golpe de Estado” que se dio desde el Congreso.

Este acontecimiento significó que el gobierno de aquel sexenio pusiera un rector a modo, convirtiendo a la rectoría en una especie de despacho alterno del Bicentenario. Puede dar la impresión de que aquel asalto a la autonomía de nuestra Máxima Casa de Estudios nunca existió. Por fortuna, la comunidad universitaria y la sociedad tienen memoria.

Por supuesto, los grupos que fueron desplazados de la UJED no se resignan. Aprovechan cualquier omisión o error del rector Rubén Solís Ríos para llevar agua a su molino, y por cualquier motivo pedirle su renuncia para regresar ellos que sí saben hacer las cosas, como por ejemplo la estafa maestra.

Estos grupos de interés al exterior de nuestra universidad todos los días están moviendo sus piezas con las que cuentan al interior, y que no son cosa menor. No han podido asimilar la derrota que sufrieron cuando toda la comunidad universitaria se volcó a favor de Rubén Solís, quien obtuvo una votación histórica. Al llegar a la rectoría, Solís Ríos se dio cuenta que se había sacado la rifa del tigre: Un enorme déficit financiero de las pasadas autoridades universitarias.

Este déficit de recursos ha sido un dolor de cabeza para la gobernabilidad de la universidad. Son muchos otros factores para que este problema siga creciendo. Uno de los más visibles es el que se origina por un acuerdo sindical entre los trabajadores y rectoría. Esto tiene que ver con el pago al SAT del Impuesto Sobre la Renta, los que suman al año muchos millones de pesos. Aunque la Ley Fiscal establece que el pago debe hacerlo de manera individual cada trabajador de acuerdo a sus ingresos.

Hay otro tema al interior de la UJED, que merece la pena ser recordado. El año pasado, la auditoria Superior de la Federación hizo públicas observaciones a varias universidades del país, entre ellas la Universidad Juárez del Estado de Durango. Esta observación fue del orden de 1,600 millones de pesos. De inmediato esto fue aprovechado para cuestionar la administración del rector Solís Ríos, y no faltó quienes aseguraron que esos 1,600 millones de pesos habían desaparecido.

Muchos se preguntaron, ¿y ahora quién podrá salvar al rector, acaso el Chapulín Colorado? Sólo aquellos que entienden los procedimientos de una auditoria por parte de la Auditoría Superior de la Federación, opinaron que sólo sería cuestión de tiempo para poner las cosas en su lugar, como así sucedió. Vencido el plazo para justificar los 1,600 millones de pesos, en abril del 2020 la ASF y sus auditores estuvieron en las instalaciones de la UJED, para la comprobación del gasto público y la verificación correspondiente.

El área responsable de la Universidad cumplió en tiempo y forma los requerimientos solicitados por la ASF. Las observaciones fueron complidas al 100%, y la UJED quedó libre de la totalidad de las observaciones que le hicieron.

De no haber solucionado el problema, hubiera sido de grandes consecuencias para el rector. Es importante mencionar el apoyo que recibió de las directoras y directores de todas las escuelas y facultades de la UJED. Para sus fines, los grupos desplazados de la rectoría tienen un librito: Manipulan a los estudiantes para lograr sus propósitos. Al grado que enviaron a los estudiantes al Congreso del Estado, donde un diputado, quien fue el principal ideólogo del pasado golpe de estado a la UJED, pidió “respetar la autonomía universitaria”. ¡Órale!