/ jueves 17 de enero de 2019

El sentido actual de la biblioteca escolar

Hace ya muchos años, desde que trabajaba en la educación secundaria, allá por los años 90, siempre me cuestioné acerca de la utilidad y el buen uso de la biblioteca escolar, habida cuenta de que en lo general, tanto en las escuelas de educación secundaria, como de educación media superior y superior, las bibliotecas son lugares poco visitados por los estudiantes, pues es difícil compaginar los horarios de clase con los horarios en los que se puede asistir a la biblioteca, que por lo general son los mismos.

En la escuela primaria la situación es un tanto diferente, pues existe el concepto de biblioteca de aula, en la que los profesores cuentan con algunos acervos bibliográficos que pueden utilizar para el desarrollo de algunas de sus clases, o bien para fomentar el hábito de la lectura, aunque también es cierto que algunos maestros no las utilizan y otros más no las emplean de manera adecuada, pues los libros se pierden o están en muy mal estado.

En las escuelas primarias, en la mayoría, también hay una biblioteca escolar y algunas de ellas tienen un bibliotecario o maestro encargado, que en acuerdo con los maestros de grupo programan actividades de lectura en la biblioteca, aunque muchas veces sin un programa formal y sin el seguimiento de los maestros titulares de los grupos, pues dejan en el encargado de la biblioteca la responsabilidad de organizar y realizar las actividades de lectura, mientras ellos se van a atender otros asuntos, por lo que el impacto en la formación del hábito de la lectura es mínimo.

Formalmente, en el sistema educativo se ha destacado la importancia de contar con los servicios de una biblioteca en cada una de las escuelas y se ha establecido que la biblioteca escolar es el lugar en el que los maestros y los alumnos se reúnen, para organizar y utilizar los recursos necesarios para el aprendizaje, la adquisición del hábito de la lectura y la formación en el uso de la información indispensable para los estudios en los distintos niveles y grados educativos.

Nada más lejos de la realidad, pues rara vez los maestros de secundaria, bachillerato o licenciatura se organizan para que sus estudiantes trabajen con los acervos de la biblioteca, sino que más bien es una práctica aislada la que se da, a partir de la ocurrencia de alguna tarea o bien la inquietud de algún estudiante que en casa, en su familia, le hayan inculcado el hábito por la lectura.

En lo personal me gustan los libros y por supuesto las bibliotecas, pero me desconcierta y me frustra un poco el hecho de que en el sistema educativo, en la mayoría de las escuelas, las bibliotecas se han convertido en lugares un tanto solitarios, sombríos y abandonados, incluso en lugares de almacenaje de cosas que estorban o no hay donde más guardarlas.

A pesar de ello, estoy convencido de que la biblioteca escolar puede ser un elemento esencial de cualquier estrategia de corto, mediano o largo plazos para alfabetizar, educar, informar, formar y contribuir al desarrollo personal, familiar, comunitario, económico, político, social y cultural; sin embargo se requiere de algo más que disposición del bibliotecario, quien a veces tiene poca, o no cuenta con la capacitación adecuada para promover un buen uso de los acervos con los que cuenta, que también hay que decir, a veces no están tan actualizados y son más bien obsoletos, especialmente ahora que existe un acceso inmediato y fácil u otras fuentes de información vía Internet.

La UNESCO habla de la importancia de la biblioteca escolar, los líderes y administradores de la educación en el mundo hablan de lo esencial que son las bibliotecas y de la necesidad de dotarlas de más acervos bibliográficos; sin embargo, no hay políticas claras para el desarrollo de actividades que dinamicen el quehacer originario de las bibliotecas, que es ofrecer servicios de enseñanza y aprendizaje, libros y otros recursos que permitan a todos los miembros de la comunidad escolar desarrollar un pensamiento crítico y utilizar eficazmente la información en cualquier formato y medio de comunicación.

En múltiples estudios se ha demostrado que, cuando los bibliotecarios y los docentes cooperan, se organizan, planifican y llevan a cabo programas y proyectos de fomento a la lectura, de análisis y discusión de textos, de clubes de lectura y de demostraciones de comprensión lectora, entre otros, los alumnos logran alcanzar niveles más altos en conocimientos básicos, lectura, aprendizaje, solución de problemas y competencias en materia de tecnologías de la información y la comunicación.

Por ello, es necesario recordar que los objetivos de la biblioteca escolar, son básicamente; 1) apoyar los objetivos del proyecto del centro escolar y del plan y programas de estudio, del tipo y nivel educativo de que se trate; 2) fomentar en los alumnos el hábito y el placer de la lectura, el aprendizaje y la utilización de las bibliotecas a lo largo de toda su vida; 3) ofrecer oportunidades para realizar experiencias de creación y utilización de información, a fin de adquirir conocimientos, comprender, desarrollar la imaginación y entretenerse; 4) prestar apoyo a todos los alumnos para la adquisición y aplicación de capacidades que permitan evaluar y utilizar la información; 5) facilitar el acceso a los recursos y posibilidades locales, regionales, nacionales y mundiales para que los alumnos tengan contacto con otras ideas, experiencias y opiniones; 6) organizar actividades que estimulen la concienciación y la sensibilización en el plano cultural y social; 7) trabajar con el alumnado, el profesorado, la administración y las familias para realizar el proyecto educativo del centro escolar; y 8) fomentar la lectura y promover los recursos y servicios de la biblioteca escolar, dentro y fuera de la comunidad escolar.

La tarea de rescatar y fortalecer el sentido de la biblioteca escolar, para que esté acorde a los tiempos y a las características de la sociedad del conocimiento no es una tarea sencilla, pues no depende de la biblioteca en sí, ni del bibliotecario en lo particular, sino que, activar y resignificar el quehacer de la biblioteca hoy en día tiene que ser una acción política, administrativa, pedagógica y didáctica a la vez, en la que se tienen que involucrar distintos actores educativos: las autoridades, los directivos, los maestros, los padres de familia y especialmente los estudiantes.

Vayamos pues por una transformación y enriquecimiento de la función de la biblioteca escolar, para que se convierta en un verdadero centro del saber y efectivamente logre los propósitos para los que fue creada. Que cada actor interesado vaya haciendo lo que le toca.

Hace ya muchos años, desde que trabajaba en la educación secundaria, allá por los años 90, siempre me cuestioné acerca de la utilidad y el buen uso de la biblioteca escolar, habida cuenta de que en lo general, tanto en las escuelas de educación secundaria, como de educación media superior y superior, las bibliotecas son lugares poco visitados por los estudiantes, pues es difícil compaginar los horarios de clase con los horarios en los que se puede asistir a la biblioteca, que por lo general son los mismos.

En la escuela primaria la situación es un tanto diferente, pues existe el concepto de biblioteca de aula, en la que los profesores cuentan con algunos acervos bibliográficos que pueden utilizar para el desarrollo de algunas de sus clases, o bien para fomentar el hábito de la lectura, aunque también es cierto que algunos maestros no las utilizan y otros más no las emplean de manera adecuada, pues los libros se pierden o están en muy mal estado.

En las escuelas primarias, en la mayoría, también hay una biblioteca escolar y algunas de ellas tienen un bibliotecario o maestro encargado, que en acuerdo con los maestros de grupo programan actividades de lectura en la biblioteca, aunque muchas veces sin un programa formal y sin el seguimiento de los maestros titulares de los grupos, pues dejan en el encargado de la biblioteca la responsabilidad de organizar y realizar las actividades de lectura, mientras ellos se van a atender otros asuntos, por lo que el impacto en la formación del hábito de la lectura es mínimo.

Formalmente, en el sistema educativo se ha destacado la importancia de contar con los servicios de una biblioteca en cada una de las escuelas y se ha establecido que la biblioteca escolar es el lugar en el que los maestros y los alumnos se reúnen, para organizar y utilizar los recursos necesarios para el aprendizaje, la adquisición del hábito de la lectura y la formación en el uso de la información indispensable para los estudios en los distintos niveles y grados educativos.

Nada más lejos de la realidad, pues rara vez los maestros de secundaria, bachillerato o licenciatura se organizan para que sus estudiantes trabajen con los acervos de la biblioteca, sino que más bien es una práctica aislada la que se da, a partir de la ocurrencia de alguna tarea o bien la inquietud de algún estudiante que en casa, en su familia, le hayan inculcado el hábito por la lectura.

En lo personal me gustan los libros y por supuesto las bibliotecas, pero me desconcierta y me frustra un poco el hecho de que en el sistema educativo, en la mayoría de las escuelas, las bibliotecas se han convertido en lugares un tanto solitarios, sombríos y abandonados, incluso en lugares de almacenaje de cosas que estorban o no hay donde más guardarlas.

A pesar de ello, estoy convencido de que la biblioteca escolar puede ser un elemento esencial de cualquier estrategia de corto, mediano o largo plazos para alfabetizar, educar, informar, formar y contribuir al desarrollo personal, familiar, comunitario, económico, político, social y cultural; sin embargo se requiere de algo más que disposición del bibliotecario, quien a veces tiene poca, o no cuenta con la capacitación adecuada para promover un buen uso de los acervos con los que cuenta, que también hay que decir, a veces no están tan actualizados y son más bien obsoletos, especialmente ahora que existe un acceso inmediato y fácil u otras fuentes de información vía Internet.

La UNESCO habla de la importancia de la biblioteca escolar, los líderes y administradores de la educación en el mundo hablan de lo esencial que son las bibliotecas y de la necesidad de dotarlas de más acervos bibliográficos; sin embargo, no hay políticas claras para el desarrollo de actividades que dinamicen el quehacer originario de las bibliotecas, que es ofrecer servicios de enseñanza y aprendizaje, libros y otros recursos que permitan a todos los miembros de la comunidad escolar desarrollar un pensamiento crítico y utilizar eficazmente la información en cualquier formato y medio de comunicación.

En múltiples estudios se ha demostrado que, cuando los bibliotecarios y los docentes cooperan, se organizan, planifican y llevan a cabo programas y proyectos de fomento a la lectura, de análisis y discusión de textos, de clubes de lectura y de demostraciones de comprensión lectora, entre otros, los alumnos logran alcanzar niveles más altos en conocimientos básicos, lectura, aprendizaje, solución de problemas y competencias en materia de tecnologías de la información y la comunicación.

Por ello, es necesario recordar que los objetivos de la biblioteca escolar, son básicamente; 1) apoyar los objetivos del proyecto del centro escolar y del plan y programas de estudio, del tipo y nivel educativo de que se trate; 2) fomentar en los alumnos el hábito y el placer de la lectura, el aprendizaje y la utilización de las bibliotecas a lo largo de toda su vida; 3) ofrecer oportunidades para realizar experiencias de creación y utilización de información, a fin de adquirir conocimientos, comprender, desarrollar la imaginación y entretenerse; 4) prestar apoyo a todos los alumnos para la adquisición y aplicación de capacidades que permitan evaluar y utilizar la información; 5) facilitar el acceso a los recursos y posibilidades locales, regionales, nacionales y mundiales para que los alumnos tengan contacto con otras ideas, experiencias y opiniones; 6) organizar actividades que estimulen la concienciación y la sensibilización en el plano cultural y social; 7) trabajar con el alumnado, el profesorado, la administración y las familias para realizar el proyecto educativo del centro escolar; y 8) fomentar la lectura y promover los recursos y servicios de la biblioteca escolar, dentro y fuera de la comunidad escolar.

La tarea de rescatar y fortalecer el sentido de la biblioteca escolar, para que esté acorde a los tiempos y a las características de la sociedad del conocimiento no es una tarea sencilla, pues no depende de la biblioteca en sí, ni del bibliotecario en lo particular, sino que, activar y resignificar el quehacer de la biblioteca hoy en día tiene que ser una acción política, administrativa, pedagógica y didáctica a la vez, en la que se tienen que involucrar distintos actores educativos: las autoridades, los directivos, los maestros, los padres de familia y especialmente los estudiantes.

Vayamos pues por una transformación y enriquecimiento de la función de la biblioteca escolar, para que se convierta en un verdadero centro del saber y efectivamente logre los propósitos para los que fue creada. Que cada actor interesado vaya haciendo lo que le toca.