/ domingo 8 de noviembre de 2020

El ser humano, núcleo de todo afán colectivo

Invitar una taza de café a un vecino no es un gesto extraordinario a menos de que se trate de un ofrecimiento en medio de la pandemia entre edificio a edificio y con dificultades para sortear la distancia, la altura, pero sobre todo el equilibrio para que la humeante jarra llegue a un destinatario sonriente como ocurrió en Italia hace algunas semanas.

El gesto más allá de la valiente cortesía, refleja que la generosidad y la fraternidad en tiempos de pandemia son indispensables para que la dura prueba saque lo mejor de la humanidad.

La anécdota ocurrida entre vecinos y cuya imagen circuló con buen impacto por internet, podría representar lo que pasa en muchas partes del mundo, donde la generosidad de las personas ha logrado paliar el sufrimiento de otras que atraviesan por momentos muy difíciles como consecuencia de la crisis económica y de salud que nos ha heredado la inédita coyuntura.

Otorgar una taza de café, un plato caliente, un techo donde cubrirse, una manta para sortear el frío o simplemente agua para la higiene y contrarrestar los riesgos del coronavirus, representa la oportunidad para ayudar a quienes no tienen los recursos suficientes para enfrentar el virus que no ha podido ser controlado en ningún parte del orbe.

Mientras el mundo continúa perplejo por la insuficiencia de personal médico e infraestructura sanitaria para atender a los infectados de COVID-19 y ante la ausencia de una vacuna definitiva para contrarrestar sus efectos, somos los ciudadanos los que tenemos ahora la oportunidad de desplegar una nueva reorganización social en la que el Ser Humano sea el centro de todo esfuerzo, con verdadera solidaridad social que siente las bases de una sociedad más fraterna que nos prepare para salir mejor librados de cualquier adversidad similar, con mejores relaciones humanas basadas en la hermandad.

Recordemos que no todos los países han tenido la misma respuesta durante la emergencia sanitaria. La revista “Time” eligió a 11 países que mejor la han enfrentado entre los que se encuentran Alemania, Argentina, Nueva Zelanda, Corea del Sur, Australia y Canadá, por citar algunos; donde los ciudadanos cuentan con mecanismos claros para enfrentar sus dificultades económicas y de otra índole como producto de la pandemia, al margen de la lucha internacional que en el ámbito de la salud y la ciencia se despliega para encontrar lo más pronto posible la solución.

En el caso de México está comprobada la errada estrategia de salud al seguirse acumulando de manera constante, un alto número de contagios y fallecimientos; también ha prevalecido la indolencia en materia económica al dejar el gobierno desprotegidos a los ciudadanos que han perdido el empleo o se han visto en la necesidad de cerrar sus fuentes de ingreso a causa del confinamiento con el fin de paliar la propagación del virus, en espera de que los científicos en diversas partes del mundo encuentren la fórmula para la vacuna que nos otorgue inmunidad a los dañinos efectos que causa en nuestro organismo el virus.

Es difícil el escenario desde todas las perspectivas, sin embargo, en tanto no contemos con soluciones claras que nos lleven a la recuperación de la salud, la economía, la confianza, los ciudadanos tenemos la oportunidad de seguir siendo solidarios con vecinos, amigos, familiares para aliviar en algo la crisis por la que atraviesan millones de personas.

Está probada nuestra capacidad solidaria en tiempos de tragedia, por lo que hoy debemos recordar que siempre es un buen momento para voltear a ver a los demás en sus necesidades y ayudarnos hombro con hombro para que, pasada la emergencia, podamos ver surgida una nueva sociedad: organizada, humana, solidaria, empática, unida y resiliente.

Como dijo Eduardo Galeano: Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.

Invitar una taza de café a un vecino no es un gesto extraordinario a menos de que se trate de un ofrecimiento en medio de la pandemia entre edificio a edificio y con dificultades para sortear la distancia, la altura, pero sobre todo el equilibrio para que la humeante jarra llegue a un destinatario sonriente como ocurrió en Italia hace algunas semanas.

El gesto más allá de la valiente cortesía, refleja que la generosidad y la fraternidad en tiempos de pandemia son indispensables para que la dura prueba saque lo mejor de la humanidad.

La anécdota ocurrida entre vecinos y cuya imagen circuló con buen impacto por internet, podría representar lo que pasa en muchas partes del mundo, donde la generosidad de las personas ha logrado paliar el sufrimiento de otras que atraviesan por momentos muy difíciles como consecuencia de la crisis económica y de salud que nos ha heredado la inédita coyuntura.

Otorgar una taza de café, un plato caliente, un techo donde cubrirse, una manta para sortear el frío o simplemente agua para la higiene y contrarrestar los riesgos del coronavirus, representa la oportunidad para ayudar a quienes no tienen los recursos suficientes para enfrentar el virus que no ha podido ser controlado en ningún parte del orbe.

Mientras el mundo continúa perplejo por la insuficiencia de personal médico e infraestructura sanitaria para atender a los infectados de COVID-19 y ante la ausencia de una vacuna definitiva para contrarrestar sus efectos, somos los ciudadanos los que tenemos ahora la oportunidad de desplegar una nueva reorganización social en la que el Ser Humano sea el centro de todo esfuerzo, con verdadera solidaridad social que siente las bases de una sociedad más fraterna que nos prepare para salir mejor librados de cualquier adversidad similar, con mejores relaciones humanas basadas en la hermandad.

Recordemos que no todos los países han tenido la misma respuesta durante la emergencia sanitaria. La revista “Time” eligió a 11 países que mejor la han enfrentado entre los que se encuentran Alemania, Argentina, Nueva Zelanda, Corea del Sur, Australia y Canadá, por citar algunos; donde los ciudadanos cuentan con mecanismos claros para enfrentar sus dificultades económicas y de otra índole como producto de la pandemia, al margen de la lucha internacional que en el ámbito de la salud y la ciencia se despliega para encontrar lo más pronto posible la solución.

En el caso de México está comprobada la errada estrategia de salud al seguirse acumulando de manera constante, un alto número de contagios y fallecimientos; también ha prevalecido la indolencia en materia económica al dejar el gobierno desprotegidos a los ciudadanos que han perdido el empleo o se han visto en la necesidad de cerrar sus fuentes de ingreso a causa del confinamiento con el fin de paliar la propagación del virus, en espera de que los científicos en diversas partes del mundo encuentren la fórmula para la vacuna que nos otorgue inmunidad a los dañinos efectos que causa en nuestro organismo el virus.

Es difícil el escenario desde todas las perspectivas, sin embargo, en tanto no contemos con soluciones claras que nos lleven a la recuperación de la salud, la economía, la confianza, los ciudadanos tenemos la oportunidad de seguir siendo solidarios con vecinos, amigos, familiares para aliviar en algo la crisis por la que atraviesan millones de personas.

Está probada nuestra capacidad solidaria en tiempos de tragedia, por lo que hoy debemos recordar que siempre es un buen momento para voltear a ver a los demás en sus necesidades y ayudarnos hombro con hombro para que, pasada la emergencia, podamos ver surgida una nueva sociedad: organizada, humana, solidaria, empática, unida y resiliente.

Como dijo Eduardo Galeano: Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.