/ viernes 7 de diciembre de 2018

El sol en perspectiva

Sería infecundo y estéril el esfuerzo de tratar de construir una verdad política y una teoría del bienestar general, sin comunicación con la gente.

No se habla mucho del hecho esencial (acaso porque no se piensa mucho en él, o porque no se percibe bien), de que sin duda ninguna, el elemento más importante que comporta el proyecto político general de la llamada Cuarta Transformación de la República, sea la recuperación pública y general en el ámbito de nuestra cultura de convivencia, del viejo y tradicional concepto de la solidaridad constitucional.

Ello, previsto y establecido como doctrina de base en nuestra Carta Jurídica Fundamental en la que se considera a la democracia, no sólo como forma de gobierno, sino como estilo de vida entre los mexicanos.

Se trata, en efecto, -según se ha prometido-, de aplicar desde las acciones de gobierno, un ejercicio político que en el fondo habrá de traducirse, tarde que temprano, en una restauración del sentido de comunidad y del sentimiento de solidaridad social, en gran parte perdido y olvidado por más de tres decenios a causa principalmente, de la sub-cultura del neo-liberalismo, o mejor dicho del fanatismo relativo al culto del libre mercado; doctrina que fue puesta en práctica y llevada a término hasta sus últimas consecuencias en calidad de modelo económico, político y social, por los regímenes gubernamentales de nuestro país, y de otros países en subdesarrollo, proclives a tal sistema, y en la que la exaltación del individualismo extremo, la ganancia a ultranza y la competencia anti-ética, son los móviles principales.

El sentimiento de comunidad, por el contrario, según lo ha definido el prestigiado sociólogo norteamericano Seymour B. Sarason, (1919-2010, profesor emérito de la Universidad de Yale), “es una experiencia subjetiva de pertenencia a una colectividad mayor y un sentimiento de formar parte de una red de relaciones humanas de apoyo mutuo, en la que se puede tener confianza”.

Los elementos que dan sustento a esta convicción personal son, según el pensador citado: “la percepción de la semejanza con otros; el reconocimiento de la interdependencia con los demás, y la voluntad y el deseo de mantener esa interdependencia, haciendo por otros, lo mismo que uno espera de ellos”.

Y en este último elemento de la subjetividad social es en donde reside la naturaleza de la sociedad política propiamente dicha, pues en tanto que la “comunidad” es el producto de la interdependencia y la complementación natural de las voluntades humanas, la “asociación” es un acuerdo político que compromete a los individuos en el mantenimiento de la cohesión y de la unidad del grupo del que forman parte.

Y Así, en tanto que el neo-liberalismo es una doctrina que exalta el individualismo excesivo; reduce el papel de la función gubernamental a la de la gerencia corporativa de las grandes empresas, y comercializa la vida política y social, el sentido de comunidad y la teoría constitucional de la solidaridad social y de la vida democrática, atiende al conjunto de relaciones humanas que se fundamentan en los sentimientos de semejanza y de mutualismo, y que se producen tanto entre los gobernados entre sí, como entre éstos y sus gobernantes.

Provocan y estimulan el sentimiento de la comunidad humana, entre otros factores de la psicología individual y social, según Seymour B. Sarason, entre otros, los siguientes; que el pensador citado considera los más importantes : 1). El Sentimiento de Pertenencia, -que es la conciencia de formar parte de un cuerpo colectivo con el que existe un vínculo de relación a causa de poseer un origen y un destino común con los demás miembros del grupo: 2). Un Grado de Influencia,- que es el factor que reconoce, el individuo, en el predominio o la fuerza moral que sobre sí, y su proceso de educación y de socialización, obra y ejerce la cultura del grupo al que pertenece. 3). integración y satisfacción de necesidades, -que es el que tiene que ver con el imperativo de la propia subsistencia en el orden de lo material y de la realización personal y colectiva en el orden de los valores sentimentales y espirituales de los individuos y de los grupos que se asociación para procurar en lo común, los mejores niveles de bienestar posibles-.

Y, finalmente: 4). El Factor de la Relación Emocional Compartida, -que es el que alude a los vínculos de identidad que hermanan a los seres humanos en razón de sus experiencias mutuas a lo largo de una historia común, lo mismo que un núcleo de anhelos concurrentes y susceptibles de participación.

El traslado de la teoría relativa al sistema de la democracia representativa tradicional en el discurso político de los últimos tiempos, hacia un mayor y más práctico contenido real de democracia participativa que se pretende llevar a término en el futuro inmediato de nuestro país, tiene que ver, entonces, con el propósito de crear y organizar las condiciones para pensar y actuar en común, -en “comunidad”-. Sería infecundo y estéril el esfuerzo de tratar de construir una verdad política y una teoría del bienestar general, sin comunicación con la gente.

El vocablo comunicación, sugiere el trato y la relación entre dos o más personas, grupos o entidades, susceptibles de acuerdo y correspondencia.

Se trata entonces, de reconocer que el sentimiento de comunidad está profundamente conectado con una larga y noble tradición de pensamiento democrático, y al mismo tiempo, encuentra su origen y su razón de ser, en los rasgos más distintivos de la naturaleza humana.

La reinstalación de nuestra vida política en sus cauces naturales, será por supuesto, tarea fundamental de la Cuarta Transformación. Y esa, es una tarea de todos.

Sería infecundo y estéril el esfuerzo de tratar de construir una verdad política y una teoría del bienestar general, sin comunicación con la gente.

No se habla mucho del hecho esencial (acaso porque no se piensa mucho en él, o porque no se percibe bien), de que sin duda ninguna, el elemento más importante que comporta el proyecto político general de la llamada Cuarta Transformación de la República, sea la recuperación pública y general en el ámbito de nuestra cultura de convivencia, del viejo y tradicional concepto de la solidaridad constitucional.

Ello, previsto y establecido como doctrina de base en nuestra Carta Jurídica Fundamental en la que se considera a la democracia, no sólo como forma de gobierno, sino como estilo de vida entre los mexicanos.

Se trata, en efecto, -según se ha prometido-, de aplicar desde las acciones de gobierno, un ejercicio político que en el fondo habrá de traducirse, tarde que temprano, en una restauración del sentido de comunidad y del sentimiento de solidaridad social, en gran parte perdido y olvidado por más de tres decenios a causa principalmente, de la sub-cultura del neo-liberalismo, o mejor dicho del fanatismo relativo al culto del libre mercado; doctrina que fue puesta en práctica y llevada a término hasta sus últimas consecuencias en calidad de modelo económico, político y social, por los regímenes gubernamentales de nuestro país, y de otros países en subdesarrollo, proclives a tal sistema, y en la que la exaltación del individualismo extremo, la ganancia a ultranza y la competencia anti-ética, son los móviles principales.

El sentimiento de comunidad, por el contrario, según lo ha definido el prestigiado sociólogo norteamericano Seymour B. Sarason, (1919-2010, profesor emérito de la Universidad de Yale), “es una experiencia subjetiva de pertenencia a una colectividad mayor y un sentimiento de formar parte de una red de relaciones humanas de apoyo mutuo, en la que se puede tener confianza”.

Los elementos que dan sustento a esta convicción personal son, según el pensador citado: “la percepción de la semejanza con otros; el reconocimiento de la interdependencia con los demás, y la voluntad y el deseo de mantener esa interdependencia, haciendo por otros, lo mismo que uno espera de ellos”.

Y en este último elemento de la subjetividad social es en donde reside la naturaleza de la sociedad política propiamente dicha, pues en tanto que la “comunidad” es el producto de la interdependencia y la complementación natural de las voluntades humanas, la “asociación” es un acuerdo político que compromete a los individuos en el mantenimiento de la cohesión y de la unidad del grupo del que forman parte.

Y Así, en tanto que el neo-liberalismo es una doctrina que exalta el individualismo excesivo; reduce el papel de la función gubernamental a la de la gerencia corporativa de las grandes empresas, y comercializa la vida política y social, el sentido de comunidad y la teoría constitucional de la solidaridad social y de la vida democrática, atiende al conjunto de relaciones humanas que se fundamentan en los sentimientos de semejanza y de mutualismo, y que se producen tanto entre los gobernados entre sí, como entre éstos y sus gobernantes.

Provocan y estimulan el sentimiento de la comunidad humana, entre otros factores de la psicología individual y social, según Seymour B. Sarason, entre otros, los siguientes; que el pensador citado considera los más importantes : 1). El Sentimiento de Pertenencia, -que es la conciencia de formar parte de un cuerpo colectivo con el que existe un vínculo de relación a causa de poseer un origen y un destino común con los demás miembros del grupo: 2). Un Grado de Influencia,- que es el factor que reconoce, el individuo, en el predominio o la fuerza moral que sobre sí, y su proceso de educación y de socialización, obra y ejerce la cultura del grupo al que pertenece. 3). integración y satisfacción de necesidades, -que es el que tiene que ver con el imperativo de la propia subsistencia en el orden de lo material y de la realización personal y colectiva en el orden de los valores sentimentales y espirituales de los individuos y de los grupos que se asociación para procurar en lo común, los mejores niveles de bienestar posibles-.

Y, finalmente: 4). El Factor de la Relación Emocional Compartida, -que es el que alude a los vínculos de identidad que hermanan a los seres humanos en razón de sus experiencias mutuas a lo largo de una historia común, lo mismo que un núcleo de anhelos concurrentes y susceptibles de participación.

El traslado de la teoría relativa al sistema de la democracia representativa tradicional en el discurso político de los últimos tiempos, hacia un mayor y más práctico contenido real de democracia participativa que se pretende llevar a término en el futuro inmediato de nuestro país, tiene que ver, entonces, con el propósito de crear y organizar las condiciones para pensar y actuar en común, -en “comunidad”-. Sería infecundo y estéril el esfuerzo de tratar de construir una verdad política y una teoría del bienestar general, sin comunicación con la gente.

El vocablo comunicación, sugiere el trato y la relación entre dos o más personas, grupos o entidades, susceptibles de acuerdo y correspondencia.

Se trata entonces, de reconocer que el sentimiento de comunidad está profundamente conectado con una larga y noble tradición de pensamiento democrático, y al mismo tiempo, encuentra su origen y su razón de ser, en los rasgos más distintivos de la naturaleza humana.

La reinstalación de nuestra vida política en sus cauces naturales, será por supuesto, tarea fundamental de la Cuarta Transformación. Y esa, es una tarea de todos.

ÚLTIMASCOLUMNAS
miércoles 05 de febrero de 2020

El sol en perspectiva

René Barbier G

miércoles 15 de enero de 2020

El Sol en perspectiva

René Barbier G

miércoles 25 de diciembre de 2019

EL SOL EN PERSPECTIVA

René Barbier G

jueves 19 de diciembre de 2019

EL SOL EN PERSPECTIVA

René Barbier G

martes 10 de diciembre de 2019

EL SOL EN PERSPECTIVA

René Barbier G

viernes 06 de diciembre de 2019

El Sol en pespectiva

René Barbier G

domingo 01 de diciembre de 2019

EL SOL EN PERSPECTIVA

René Barbier G

martes 26 de noviembre de 2019

EL SOL EN PERSPECTIVA

René Barbier G

Cargar Más