/ lunes 18 de noviembre de 2019

EL SOL EN PERSPECTIVA

El pacto

No se recuerda en la historia política de los tiempos modernos en nuestro país, quizás desde los días del presidente Luis Echeverría, otro momento en el que la figura del titular del Poder Ejecutivo Federal haya sido tan áspera y duramente cuestionada y comentada en los medios de difusión periodística y en la conversación ciudadana, como es frecuente que suceda en la hora actual.

El debate político entre la entidad gubernativa federal y sus grupos opositores se ha recrudecido y se ha hecho por momentos áspero, situación que para algunos pareciera ser normal, dada la naturaleza de los cambios que se vienen proponiendo, -y ejecutando en cierta medida- por los órganos de la autoridad pública surgida del último proceso electoral de carácter general, y considerando la índole de los intereses específicos que se están afectando con la dinámica política y económica que tales cambios han venido imponiendo en el sistema de poder.

Sólo que quienes así piensan… olvidan que dadas las condiciones en las que se encuentran nuestros precarios factores de equilibrio social; los crecientes niveles de desigualdad; los retrocesos económicos del entorno internacional; la corrupción galopante, y el desdén de los poderosos hacia los más altos valores de la convivencia humana, tales condiciones pueden propiciar el hecho de que si no se encuentra pronto una nueva forma de relación entre los grupos y los factores reales de poder en nuestra sociedad, las presiones internas hacia el distanciamiento, el encono y el rencor entre ellos, -en vez de hacia la cooperación-, se traduzcan en actitudes y en hechos de lamentables y negativas consecuencias para los efectos del bienestar general.

Hay quienes consideran inevitable la ruptura final entre los grupos y los sectores que hoy protagonizan el debate y discusión política que se produce en las más altas tribunas públicas de nuestro país.

En razón de las tendencias ideológicas y la contraposición de intereses de las partes en conflicto, así como la naturaleza última de las reformas de fondo en el sistema político-económico vigente que pretende llevar a cabo, el Régimen de la denominada Cuarta Transformación.

Sólo que tal pensamiento puede ser una exageración en la medida en la que, si bien es cierto que se tienen diferentes perspectivas estratégicas y existen diferencias reales y concretas entre las partes respecto de la forma y métodos con los que se proponen resolver los problemas más graves y apremiantes del país… también es cierto que existen dificultades, inconvenientes, limitaciones, y objetivos y metas comunes en las tareas que a todos nos corresponde realizar en función de la integración y de la expansión social de nuestro país, y que son deberes, responsabilidades y anhelos que están muy por encima de los intereses particulares y de las provocaciones que algunos pretendidos ideólogos de ambas partes se empeñan en sostener.

Estos problemas y objetivos finales de nuestra realidad histórica como país, configuran el entorno problemático y político de nuestra sociedad, y este entorno a su vez, -esta circunstancia de vida y de historia actual- es la que determina y dicta el conjunto de medidas gubernamentales que se han de llevar a término como opciones para el desarrollo y el bienestar de todos, en atención y servicio al mandato electoral de los últimos comicios de carácter federal.

Y así, hay otros que sostienen que lo que nos hace falta es un nuevo pacto político en el que por su parte, la Entidad Gubernativa Federal admita convencida, que no tiene todas las respuestas ni todos los recursos materiales, técnicos, humanos y administrativos para resolver, de un solo golpe, el abigarrado y complejo conjunto de situaciones problemáticas del País, por lo que ha de llevar más a fondo y hacer más efectiva y real su convocatoria a la legítima colaboración, para todas las fuerzas y corrientes opositoras que se mueven en la escena política y económica de la República.

Eso por una parte, y por la otra, que en tal pacto los factores reales de resistencia al cambio, reconozcan que su eventual poderío y situación hasta ahora privilegiada, ni moral ni jurídicamente les autoriza para hacer con la vida pública, económica y social de la comunidad lo que les venga en gana, ni a imponer su voluntad ni exclusivo interés sobre los grandes designios nacionales.

Preciso será aceptar el hecho de que todos necesitamos aliados y socios para alcanzar los objetivos propuestos; objetivos en los que todos coincidamos, limitándose las diferencias, sí acaso, a los procedimientos, y nunca a los valores de finalidad, lo que significa incluir a los otros en la toma de decisiones, y tal vez, hacer en ocasiones, algunas estratégicas y convenientes concesiones.

Ha de ser necesario tener en cuenta que en ambos extremos de la discusión y el debate político que actualmente tiene lugar en las más altas tribunas nacionales, existen divisiones internas y alianzas frágiles, lo que en no pocas de las veces ha limitado las capacidades de maniobra en ambos bandos: el gobierno y sus opositores, y que tal circunstancia podría obligar a una y a otra parte, en casos de dificultad, a acusar el flanco y a abandonar las trincheras.

Ha sucedido ya con los partidos políticos. La teoría del liderazgo personal, por su parte, tiene un límite de vigencia en el horizonte de la vida y del tiempo, y tiene fecha de caducidad para los efectos de su legitimidad y de su aproximación popular. Todo depende de la eficacia de su acción.

Dijo alguna vez el insigne educador mexicano Don Jaime Torres Bodet: “Unidos, sí, pero no como se unen los rebaños para guarecerse de la tormenta; ni como se unen las aves para emigrar en la temporada inclemente de los inviernos, sino como se unen los hombres cuando son hombres y cuando tienen conciencia de lo que quieren y de lo que implican los postulados que hacen sagrada su firme unión. Unidos para crear, no para destruir; unidos en el progreso, no en la renuncia”.

Dados los tiempos que vivimos, la naturaleza del momento y la necesidad de un nuevo pacto político que responda a los imperativos de una nueva y transformadora democracia, creemos que las palabras del maestro Torres Bodet, tienen una palpitante vigencia y actualidad.

El pacto

No se recuerda en la historia política de los tiempos modernos en nuestro país, quizás desde los días del presidente Luis Echeverría, otro momento en el que la figura del titular del Poder Ejecutivo Federal haya sido tan áspera y duramente cuestionada y comentada en los medios de difusión periodística y en la conversación ciudadana, como es frecuente que suceda en la hora actual.

El debate político entre la entidad gubernativa federal y sus grupos opositores se ha recrudecido y se ha hecho por momentos áspero, situación que para algunos pareciera ser normal, dada la naturaleza de los cambios que se vienen proponiendo, -y ejecutando en cierta medida- por los órganos de la autoridad pública surgida del último proceso electoral de carácter general, y considerando la índole de los intereses específicos que se están afectando con la dinámica política y económica que tales cambios han venido imponiendo en el sistema de poder.

Sólo que quienes así piensan… olvidan que dadas las condiciones en las que se encuentran nuestros precarios factores de equilibrio social; los crecientes niveles de desigualdad; los retrocesos económicos del entorno internacional; la corrupción galopante, y el desdén de los poderosos hacia los más altos valores de la convivencia humana, tales condiciones pueden propiciar el hecho de que si no se encuentra pronto una nueva forma de relación entre los grupos y los factores reales de poder en nuestra sociedad, las presiones internas hacia el distanciamiento, el encono y el rencor entre ellos, -en vez de hacia la cooperación-, se traduzcan en actitudes y en hechos de lamentables y negativas consecuencias para los efectos del bienestar general.

Hay quienes consideran inevitable la ruptura final entre los grupos y los sectores que hoy protagonizan el debate y discusión política que se produce en las más altas tribunas públicas de nuestro país.

En razón de las tendencias ideológicas y la contraposición de intereses de las partes en conflicto, así como la naturaleza última de las reformas de fondo en el sistema político-económico vigente que pretende llevar a cabo, el Régimen de la denominada Cuarta Transformación.

Sólo que tal pensamiento puede ser una exageración en la medida en la que, si bien es cierto que se tienen diferentes perspectivas estratégicas y existen diferencias reales y concretas entre las partes respecto de la forma y métodos con los que se proponen resolver los problemas más graves y apremiantes del país… también es cierto que existen dificultades, inconvenientes, limitaciones, y objetivos y metas comunes en las tareas que a todos nos corresponde realizar en función de la integración y de la expansión social de nuestro país, y que son deberes, responsabilidades y anhelos que están muy por encima de los intereses particulares y de las provocaciones que algunos pretendidos ideólogos de ambas partes se empeñan en sostener.

Estos problemas y objetivos finales de nuestra realidad histórica como país, configuran el entorno problemático y político de nuestra sociedad, y este entorno a su vez, -esta circunstancia de vida y de historia actual- es la que determina y dicta el conjunto de medidas gubernamentales que se han de llevar a término como opciones para el desarrollo y el bienestar de todos, en atención y servicio al mandato electoral de los últimos comicios de carácter federal.

Y así, hay otros que sostienen que lo que nos hace falta es un nuevo pacto político en el que por su parte, la Entidad Gubernativa Federal admita convencida, que no tiene todas las respuestas ni todos los recursos materiales, técnicos, humanos y administrativos para resolver, de un solo golpe, el abigarrado y complejo conjunto de situaciones problemáticas del País, por lo que ha de llevar más a fondo y hacer más efectiva y real su convocatoria a la legítima colaboración, para todas las fuerzas y corrientes opositoras que se mueven en la escena política y económica de la República.

Eso por una parte, y por la otra, que en tal pacto los factores reales de resistencia al cambio, reconozcan que su eventual poderío y situación hasta ahora privilegiada, ni moral ni jurídicamente les autoriza para hacer con la vida pública, económica y social de la comunidad lo que les venga en gana, ni a imponer su voluntad ni exclusivo interés sobre los grandes designios nacionales.

Preciso será aceptar el hecho de que todos necesitamos aliados y socios para alcanzar los objetivos propuestos; objetivos en los que todos coincidamos, limitándose las diferencias, sí acaso, a los procedimientos, y nunca a los valores de finalidad, lo que significa incluir a los otros en la toma de decisiones, y tal vez, hacer en ocasiones, algunas estratégicas y convenientes concesiones.

Ha de ser necesario tener en cuenta que en ambos extremos de la discusión y el debate político que actualmente tiene lugar en las más altas tribunas nacionales, existen divisiones internas y alianzas frágiles, lo que en no pocas de las veces ha limitado las capacidades de maniobra en ambos bandos: el gobierno y sus opositores, y que tal circunstancia podría obligar a una y a otra parte, en casos de dificultad, a acusar el flanco y a abandonar las trincheras.

Ha sucedido ya con los partidos políticos. La teoría del liderazgo personal, por su parte, tiene un límite de vigencia en el horizonte de la vida y del tiempo, y tiene fecha de caducidad para los efectos de su legitimidad y de su aproximación popular. Todo depende de la eficacia de su acción.

Dijo alguna vez el insigne educador mexicano Don Jaime Torres Bodet: “Unidos, sí, pero no como se unen los rebaños para guarecerse de la tormenta; ni como se unen las aves para emigrar en la temporada inclemente de los inviernos, sino como se unen los hombres cuando son hombres y cuando tienen conciencia de lo que quieren y de lo que implican los postulados que hacen sagrada su firme unión. Unidos para crear, no para destruir; unidos en el progreso, no en la renuncia”.

Dados los tiempos que vivimos, la naturaleza del momento y la necesidad de un nuevo pacto político que responda a los imperativos de una nueva y transformadora democracia, creemos que las palabras del maestro Torres Bodet, tienen una palpitante vigencia y actualidad.

ÚLTIMASCOLUMNAS
miércoles 05 de febrero de 2020

El sol en perspectiva

René Barbier G

miércoles 15 de enero de 2020

El Sol en perspectiva

René Barbier G

miércoles 25 de diciembre de 2019

EL SOL EN PERSPECTIVA

René Barbier G

jueves 19 de diciembre de 2019

EL SOL EN PERSPECTIVA

René Barbier G

martes 10 de diciembre de 2019

EL SOL EN PERSPECTIVA

René Barbier G

viernes 06 de diciembre de 2019

El Sol en pespectiva

René Barbier G

domingo 01 de diciembre de 2019

EL SOL EN PERSPECTIVA

René Barbier G

martes 26 de noviembre de 2019

EL SOL EN PERSPECTIVA

René Barbier G

Cargar Más