/ jueves 8 de noviembre de 2018

Elecciones en la UJED, continuidad contra innovación

Al paso de los días ha quedado claro que tres candidatos, Cisneros, Solís y Murillo, representan la tradición de la administración universitaria y seguro serían proclives al continuismo, al estatismo.

La Universidad Juárez del Estado de Durango como institución de educación media superior y superior autónoma, que ofrece estudios de bachillerato, licenciatura, maestría y doctorado, que realiza investigación básica y aplicada en beneficio de la comunidad a la que sirve y que se proyecta a través de acciones culturales, artísticas, deportivas y de vinculación, se encuentra hoy en la encrucijada de elegir nuevo rector, de entre cuatro aspirantes legalmente acreditados y con la preparación, la experiencia, la trayectoria y los méritos suficientes para contender en esta gran encomienda.

Queda claro que el gran reto es la reestructuración y la reforma integral de la Universidad, para que en el corto y mediano plazos se puedan efectuar los cambios necesarios, con la velocidad y la pertinencia que en el momento histórico en el que vivimos se requiere, con la finalidad de cumplir con éxito su misión, su visión y su objeto social, en el ámbito de las exigencias sociales y de la modernización, la globalización, el desarrollo científico y tecnológico, la innovación, la incertidumbre y la complejidad del desarrollo económico, social y político del siglo XXI.

En estos días, en los que se realiza la campaña proselitista de los cuatro candidatos, la comunidad universitaria -académicos e investigadores, personal administrativo y de apoyo, así como los estudiantes acreditados para participar en el proceso electoral- están escuchando propuestas, planteamientos y posicionamientos políticos de los cuatro aspirantes, quienes de forma ordenada y prevista por la comisión electoral designada para el efecto, están visitando unidades académicas, centros de investigación y demás centros de trabajo de la universidad, para hacerse escuchar por la gente y entregarles propaganda electoral.

Queda claro que hay una gran diferencia entre cada candidato y que cada uno se esfuerza por tratar de convencer a los votantes de que su proyecto de trabajo y de que la gente que les acompaña y que seguramente serían los funcionarios universitarios que acompañarían al próximo rector en sus funciones, son los más idóneos para asumir esa gran responsabilidad; sin embargo, al paso de los días ha quedado claro que tres candidatos, Cisneros, Solís y Murillo, representan la tradición de la administración universitaria y seguro serían proclives al continuismo, al estatismo y a que en la universidad las cosas se muevan lo menos posible para mantener el estatus quo, o bien para gobernar sin tantos sobresaltos.

Los tres son universitarios de formación y desde muy temprano en sus vidas han sido directivos o funcionarios universitarios, por lo que están muy hechos al estilo tradicional de administrar una institución de educación superior, pues han seguido al pie de la letra los cánones que les dicta la costumbre o bien, han administrado siguiendo la tendencia local y nacional, pero en sus gestiones o responsabilidades que han tenido no se han caracterizado por ser grandes transformadores o líderes visionarios que busquen nuevas alternativas de desarrollo para la universidad.

Caso contrario lo representa, Jesús Soto, el único candidato que no tiene formación universitaria, pero que ha hecho su vida profesional en la Universidad y que desde muy abajo, se ha preocupado por conocer, por entender, por apoyar el crecimiento y consolidación de la universidad, desde las responsabilidades administrativas, académicas y sindicales que ha tenido.

Desde luego, cabe la pregunta ¿por qué votar por esta opción?, la respuesta es simple, Chuy Soto, como ya le conoce toda la comunidad universitaria, representa a un gran equipo de trabajo, integrado por académicos, investigadores y trabajadores universitarios, que conoce a profundidad la situación actual de la Universidad, en todas sus unidades académicas, centros de investigación, centros de información y demás dependencias universitarias, en cuanto a sus fortalezas y áreas de oportunidad, en el ámbito de sus funciones sustantivas (docencia, investigación y difusión y extensión) y adjetivas (administración, vinculación, gestión y productividad).

Como líder de un gran grupo, que día con día crece, el candidato tiene una visión muy clara de que “la UJED merece más”, merece mucho más de lo que ha logrado hasta ahora, porque tiene grandes oportunidades de desarrollo que aún no se han potenciado; él sabe que cuenta con la simpatía de un alto porcentaje de los universitarios que participarán en el proceso electoral, por eso mantiene la cercanía con ellos, desde sus espacios en la academia, la investigación, la difusión cultural y el deporte, con un canal de comunicación abierto y permanente.

Chuy Soto sabe que, codo a codo, hombro con hombro, los universitarios, en la diversidad de pensamientos y convicciones, habrán de encontrar sus coincidencias y puntos de encuentro para trabajar a favor del desarrollo integral de la universidad; sabe que cuenta y que puede aprovechar el potencial humano de la comunidad universitaria y desarrollar los liderazgos directivos, docentes y estudiantiles que podrán dirigir el gran cambio que se espera lograr en la máxima casa de estudios de la entidad.

Soto ha declarado y reiterado que la UJED es uno de los motores del desarrollo del Estado; que es obligación de todos los universitarios velar por su bienestar y trabajar por su superación constante. Por ello, participa con compromiso y responsabilidad en el proceso democrático que hoy vive la Universidad para la elección de rector; proceso que va en consonancia con el momento histórico que se vive en el país, con la alternancia en el poder político y con la asunción de un nuevo presidente de la república.

Ha dicho que tenemos una Universidad viva, que transita con paso firme en el contexto del desarrollo educativo del estado y del país; sin embargo, necesita encauzar el rumbo en diversas áreas y procesos, por lo que requiere de un nuevo liderazgo, participativo, democrático e incluyente, que propicie su crecimiento y desarrollo sostenible y sustentable.

Por tanto, el ejercicio de rectoría que ofrece tendrá que ser de acercamiento y contacto directo, con apertura e inclusión, con todos los integrantes de la comunidad universitaria. El diálogo, el debate de las ideas, el consenso y la toma de acuerdos serán los distintivos de la actuación institucional, en todos los niveles de la dirección y administración universitarias.

Desde las consideraciones anteriores, para avanzar hacia un futuro de mayor desarrollo educativo, es preciso que en el proceso electoral que se vive en la Universidad prive la conciencia y el buen juicio, para optar por una opción de rector que de nuevo rumbo al quehacer universitario, que privilegie la innovación y la transformación con sentido, que tome en cuenta todas las opiniones y que sea un líder visionario. La opción ya se conoce.


Al paso de los días ha quedado claro que tres candidatos, Cisneros, Solís y Murillo, representan la tradición de la administración universitaria y seguro serían proclives al continuismo, al estatismo.

La Universidad Juárez del Estado de Durango como institución de educación media superior y superior autónoma, que ofrece estudios de bachillerato, licenciatura, maestría y doctorado, que realiza investigación básica y aplicada en beneficio de la comunidad a la que sirve y que se proyecta a través de acciones culturales, artísticas, deportivas y de vinculación, se encuentra hoy en la encrucijada de elegir nuevo rector, de entre cuatro aspirantes legalmente acreditados y con la preparación, la experiencia, la trayectoria y los méritos suficientes para contender en esta gran encomienda.

Queda claro que el gran reto es la reestructuración y la reforma integral de la Universidad, para que en el corto y mediano plazos se puedan efectuar los cambios necesarios, con la velocidad y la pertinencia que en el momento histórico en el que vivimos se requiere, con la finalidad de cumplir con éxito su misión, su visión y su objeto social, en el ámbito de las exigencias sociales y de la modernización, la globalización, el desarrollo científico y tecnológico, la innovación, la incertidumbre y la complejidad del desarrollo económico, social y político del siglo XXI.

En estos días, en los que se realiza la campaña proselitista de los cuatro candidatos, la comunidad universitaria -académicos e investigadores, personal administrativo y de apoyo, así como los estudiantes acreditados para participar en el proceso electoral- están escuchando propuestas, planteamientos y posicionamientos políticos de los cuatro aspirantes, quienes de forma ordenada y prevista por la comisión electoral designada para el efecto, están visitando unidades académicas, centros de investigación y demás centros de trabajo de la universidad, para hacerse escuchar por la gente y entregarles propaganda electoral.

Queda claro que hay una gran diferencia entre cada candidato y que cada uno se esfuerza por tratar de convencer a los votantes de que su proyecto de trabajo y de que la gente que les acompaña y que seguramente serían los funcionarios universitarios que acompañarían al próximo rector en sus funciones, son los más idóneos para asumir esa gran responsabilidad; sin embargo, al paso de los días ha quedado claro que tres candidatos, Cisneros, Solís y Murillo, representan la tradición de la administración universitaria y seguro serían proclives al continuismo, al estatismo y a que en la universidad las cosas se muevan lo menos posible para mantener el estatus quo, o bien para gobernar sin tantos sobresaltos.

Los tres son universitarios de formación y desde muy temprano en sus vidas han sido directivos o funcionarios universitarios, por lo que están muy hechos al estilo tradicional de administrar una institución de educación superior, pues han seguido al pie de la letra los cánones que les dicta la costumbre o bien, han administrado siguiendo la tendencia local y nacional, pero en sus gestiones o responsabilidades que han tenido no se han caracterizado por ser grandes transformadores o líderes visionarios que busquen nuevas alternativas de desarrollo para la universidad.

Caso contrario lo representa, Jesús Soto, el único candidato que no tiene formación universitaria, pero que ha hecho su vida profesional en la Universidad y que desde muy abajo, se ha preocupado por conocer, por entender, por apoyar el crecimiento y consolidación de la universidad, desde las responsabilidades administrativas, académicas y sindicales que ha tenido.

Desde luego, cabe la pregunta ¿por qué votar por esta opción?, la respuesta es simple, Chuy Soto, como ya le conoce toda la comunidad universitaria, representa a un gran equipo de trabajo, integrado por académicos, investigadores y trabajadores universitarios, que conoce a profundidad la situación actual de la Universidad, en todas sus unidades académicas, centros de investigación, centros de información y demás dependencias universitarias, en cuanto a sus fortalezas y áreas de oportunidad, en el ámbito de sus funciones sustantivas (docencia, investigación y difusión y extensión) y adjetivas (administración, vinculación, gestión y productividad).

Como líder de un gran grupo, que día con día crece, el candidato tiene una visión muy clara de que “la UJED merece más”, merece mucho más de lo que ha logrado hasta ahora, porque tiene grandes oportunidades de desarrollo que aún no se han potenciado; él sabe que cuenta con la simpatía de un alto porcentaje de los universitarios que participarán en el proceso electoral, por eso mantiene la cercanía con ellos, desde sus espacios en la academia, la investigación, la difusión cultural y el deporte, con un canal de comunicación abierto y permanente.

Chuy Soto sabe que, codo a codo, hombro con hombro, los universitarios, en la diversidad de pensamientos y convicciones, habrán de encontrar sus coincidencias y puntos de encuentro para trabajar a favor del desarrollo integral de la universidad; sabe que cuenta y que puede aprovechar el potencial humano de la comunidad universitaria y desarrollar los liderazgos directivos, docentes y estudiantiles que podrán dirigir el gran cambio que se espera lograr en la máxima casa de estudios de la entidad.

Soto ha declarado y reiterado que la UJED es uno de los motores del desarrollo del Estado; que es obligación de todos los universitarios velar por su bienestar y trabajar por su superación constante. Por ello, participa con compromiso y responsabilidad en el proceso democrático que hoy vive la Universidad para la elección de rector; proceso que va en consonancia con el momento histórico que se vive en el país, con la alternancia en el poder político y con la asunción de un nuevo presidente de la república.

Ha dicho que tenemos una Universidad viva, que transita con paso firme en el contexto del desarrollo educativo del estado y del país; sin embargo, necesita encauzar el rumbo en diversas áreas y procesos, por lo que requiere de un nuevo liderazgo, participativo, democrático e incluyente, que propicie su crecimiento y desarrollo sostenible y sustentable.

Por tanto, el ejercicio de rectoría que ofrece tendrá que ser de acercamiento y contacto directo, con apertura e inclusión, con todos los integrantes de la comunidad universitaria. El diálogo, el debate de las ideas, el consenso y la toma de acuerdos serán los distintivos de la actuación institucional, en todos los niveles de la dirección y administración universitarias.

Desde las consideraciones anteriores, para avanzar hacia un futuro de mayor desarrollo educativo, es preciso que en el proceso electoral que se vive en la Universidad prive la conciencia y el buen juicio, para optar por una opción de rector que de nuevo rumbo al quehacer universitario, que privilegie la innovación y la transformación con sentido, que tome en cuenta todas las opiniones y que sea un líder visionario. La opción ya se conoce.