/ viernes 26 de abril de 2019

Elecciones generales en España

“En tres tiempos se divide la vida: en presente, pasado y futuro. De éstos, el presente es brevísimo; el futuro, dudoso; el pasado, cierto” Séneca

Este domingo se celebran elecciones generales en España, las decimocuartas de la era de la todavía joven democracia ibérica. Están en juego varias cuestiones que a nosotros mexicanos nos conviene analizar, tanto porque se trata de un país con el que mantenemos fuertes lazos de todo tipo como por el hecho de que la situación política que emerja de los resultados cambiará el mapa geopolítico europeo y occidental, siempre con la balanza entre izquierda y derecha como telón de fondo, si bien es cierto que dicha dicotomía ha entrado en crisis desde hace tiempo, producto de las vacilaciones ideológicas de la clase política a lo largo y ancho del orbe.

Además de los partidos nacionalistas catalanes y vascos, convergen en esta nueva cita electoral las dos fuerzas partidistas tradicionales que son el Partido Socialista Obrero Español (PSOE, actualmente en el poder tras la moción de censura que echó a Mariano Rajoy de La Moncloa en junio de 2018, con Pedro Sánchez, actual presidente del Gobierno, como líder) y el Partido Popular (PP, con Pablo Casado como candidato, sucesor de Rajoy en el liderato de esta histórica formación de derecha que desea volver por sus fueros); junto con el PSOE y el PP, desde hace algunos años tomaron por asalto la arena política española dos partidos representativos que dinamitaron el bipartidismo imperante, como son Podemos (que concurrirá a la jornada comicial bajo la marca Unidas Podemos, UP, aglutinando en la coalición electoral a Izquierda Unida y Equo, con Pablo Iglesias como candidato) y Ciudadanos (C’s, liderado por Albert Rivera).

Asimismo, desde hace algunos meses ha brotado otra opción política llamada Vox (liderada por Santiago Abascal) que, para muchos, más que ser una alternativa es una verdadera amenaza para el elemento democrático español, pues se trata de una organización de ultraderecha que en su programa reivindica tópicos como el nacionalismo exacerbado y la deportación de inmigrantes que cometan delitos graves, una fluctuante posición en torno a la igualdad de género, la centralización estatal, entre otras que, llevadas al límite, pudieran asimilarse a un protofascismo nada deseable. La heterogeneidad es bienvenida en democracia más no los radicalismos.

Según los últimos sondeos, el gobernante PSOE tiene las mayores opciones para alzarse con la victoria, aunque esto probablemente no le alcance para refrendar el Poder Ejecutivo en un primer momento. Necesitará entonces de un gobierno de coalición, probablemente con UP y los nacionalistas de Cataluña y del País Vasco, con todo lo que ello implica al ser la cuestión catalana y sus afanes independentistas uno de los grandes problemas contemporáneos en España y Europa. No es lo mismo gozar de los apoyos de otro partido con la simple finalidad de formar gobierno, que incorporar a miembros de ese partido en el gabinete, sobre todo cuando no se tiene la cultura ni la tradición de alguna potencia como Alemania, donde las coaliciones son el pan nuestro de cada día, ejemplo de la madurez política que brota en la que probablemente sea la democracia más avanzada en todo el planeta.

Aunque C’s lo ha negado hasta el cansancio, también flota en el ambiente la posibilidad de un gobierno de centro-derecha entre el PSOE y la formación de Rivera, lo cual implicaría dejar fuera de la ecuación parlamentaria a los secesionistas de partidos como Esquerra Republicana o Juntos por Cataluña. Este escenario luce más complicado, pues además de que Rivera fue el claro perdedor de los debates, las otras dos derechas (PP y Vox) criticarían ampliamente un acuerdo de este tipo, y no se digan los votantes.

Otro dato revelador que arrojan las encuestas es que los cinco partidos referidos tendrán representación suficiente en la horquilla parlamentaria, incluyendo a Vox y su cuestionable ideario. Esto vuelva a llamar poderosamente la atención en tiempos en los cuales debería consolidarse el proyecto cosmopolita y multicultural a nivel global, aunque más bien parece lo contrario. De hecho, si resulta cierto que Vox tendrá un significativo caudal de sufragios, España se sumará a los grandes países del viejo continente que cuentan con un partido de extrema derecha con representación legislativa formal.

Un hito más que probablemente se alcance consistirá en que, como ya se dijo, se forme un gobierno de coalición; aunque no siempre ha habido mayorías absolutas que le permitan a un solo partido alcanzar el poder por sí mismo, los apoyos dados por otras fuerzas han resultado cruciales para formar gobierno. En fin, ya falta poco para conocer a los ganadores y a los necesarios acuerdos a los que tendrá que llegarse, pero este tipo de ejercicios también nos permite poner en perspectiva comparada nuestro stato quo para saber en dónde estamos y hacia dónde hay que llegar.

“En tres tiempos se divide la vida: en presente, pasado y futuro. De éstos, el presente es brevísimo; el futuro, dudoso; el pasado, cierto” Séneca

Este domingo se celebran elecciones generales en España, las decimocuartas de la era de la todavía joven democracia ibérica. Están en juego varias cuestiones que a nosotros mexicanos nos conviene analizar, tanto porque se trata de un país con el que mantenemos fuertes lazos de todo tipo como por el hecho de que la situación política que emerja de los resultados cambiará el mapa geopolítico europeo y occidental, siempre con la balanza entre izquierda y derecha como telón de fondo, si bien es cierto que dicha dicotomía ha entrado en crisis desde hace tiempo, producto de las vacilaciones ideológicas de la clase política a lo largo y ancho del orbe.

Además de los partidos nacionalistas catalanes y vascos, convergen en esta nueva cita electoral las dos fuerzas partidistas tradicionales que son el Partido Socialista Obrero Español (PSOE, actualmente en el poder tras la moción de censura que echó a Mariano Rajoy de La Moncloa en junio de 2018, con Pedro Sánchez, actual presidente del Gobierno, como líder) y el Partido Popular (PP, con Pablo Casado como candidato, sucesor de Rajoy en el liderato de esta histórica formación de derecha que desea volver por sus fueros); junto con el PSOE y el PP, desde hace algunos años tomaron por asalto la arena política española dos partidos representativos que dinamitaron el bipartidismo imperante, como son Podemos (que concurrirá a la jornada comicial bajo la marca Unidas Podemos, UP, aglutinando en la coalición electoral a Izquierda Unida y Equo, con Pablo Iglesias como candidato) y Ciudadanos (C’s, liderado por Albert Rivera).

Asimismo, desde hace algunos meses ha brotado otra opción política llamada Vox (liderada por Santiago Abascal) que, para muchos, más que ser una alternativa es una verdadera amenaza para el elemento democrático español, pues se trata de una organización de ultraderecha que en su programa reivindica tópicos como el nacionalismo exacerbado y la deportación de inmigrantes que cometan delitos graves, una fluctuante posición en torno a la igualdad de género, la centralización estatal, entre otras que, llevadas al límite, pudieran asimilarse a un protofascismo nada deseable. La heterogeneidad es bienvenida en democracia más no los radicalismos.

Según los últimos sondeos, el gobernante PSOE tiene las mayores opciones para alzarse con la victoria, aunque esto probablemente no le alcance para refrendar el Poder Ejecutivo en un primer momento. Necesitará entonces de un gobierno de coalición, probablemente con UP y los nacionalistas de Cataluña y del País Vasco, con todo lo que ello implica al ser la cuestión catalana y sus afanes independentistas uno de los grandes problemas contemporáneos en España y Europa. No es lo mismo gozar de los apoyos de otro partido con la simple finalidad de formar gobierno, que incorporar a miembros de ese partido en el gabinete, sobre todo cuando no se tiene la cultura ni la tradición de alguna potencia como Alemania, donde las coaliciones son el pan nuestro de cada día, ejemplo de la madurez política que brota en la que probablemente sea la democracia más avanzada en todo el planeta.

Aunque C’s lo ha negado hasta el cansancio, también flota en el ambiente la posibilidad de un gobierno de centro-derecha entre el PSOE y la formación de Rivera, lo cual implicaría dejar fuera de la ecuación parlamentaria a los secesionistas de partidos como Esquerra Republicana o Juntos por Cataluña. Este escenario luce más complicado, pues además de que Rivera fue el claro perdedor de los debates, las otras dos derechas (PP y Vox) criticarían ampliamente un acuerdo de este tipo, y no se digan los votantes.

Otro dato revelador que arrojan las encuestas es que los cinco partidos referidos tendrán representación suficiente en la horquilla parlamentaria, incluyendo a Vox y su cuestionable ideario. Esto vuelva a llamar poderosamente la atención en tiempos en los cuales debería consolidarse el proyecto cosmopolita y multicultural a nivel global, aunque más bien parece lo contrario. De hecho, si resulta cierto que Vox tendrá un significativo caudal de sufragios, España se sumará a los grandes países del viejo continente que cuentan con un partido de extrema derecha con representación legislativa formal.

Un hito más que probablemente se alcance consistirá en que, como ya se dijo, se forme un gobierno de coalición; aunque no siempre ha habido mayorías absolutas que le permitan a un solo partido alcanzar el poder por sí mismo, los apoyos dados por otras fuerzas han resultado cruciales para formar gobierno. En fin, ya falta poco para conocer a los ganadores y a los necesarios acuerdos a los que tendrá que llegarse, pero este tipo de ejercicios también nos permite poner en perspectiva comparada nuestro stato quo para saber en dónde estamos y hacia dónde hay que llegar.