/ sábado 20 de marzo de 2021

Elemental la división de poderes

Es cosa sumamente seria y completamente delicada que un gobernante de un país ignore o no acepte lo que son las divisiones de los poderes.

Que, aunque sabemos no fue nada bueno como alumno, un licenciado en ciencias políticas, se considera que es lo primero que debe conocer.

Si conocemos la realidad de las cosas, sabemos que el delito de extorsión, la gran mayoría de las veces nace desde la autoridad, quien imputa al ciudadano una serie de infracciones que dice cometió, sin ser propias ni auténticas, y es de donde nace el resentimiento popular en contra de muchos de ellos, la gran mayoría policías y tránsitos, pero se extienden a funcionarios y personas que, con su firma pueden autorizar y desautorizar, pero antes reclaman favores y diversas concesiones, lo que no es otra cosa que una extorsión disfrazada. Claro que es corrupción.

Pero si consideramos que, con el poder que tiene de momento el funcionario o la autoridad, desconoce la división de poderes, ordena hostigamientos, que no tan sólo pueden consistir en que el superior de quien se quiere molestar le investigue, sino que también, se puede ordenar desde la indagación y congelación de cuentas, por el simple hecho de que “aquí sólo mis chicharrones truenan”, sin duda alguna el miedo crece y no sabemos los alcances de antipatía y aborrecimiento que nazcan de una persona con síndrome de Nerón, pues sus reacciones podrían ser fatales, esto que, a mi manera de ver es mucho más que corrupción.

El miércoles pasado preguntan al presidente en sus conferencias que, para el caso que existan más jueces que concedan el amparo y protección de la justicia federal en contra de la Ley de la Industria Eléctrica, y que efectivamente pudiera declararse anticonstitucional dicha reforma, tajantemente respondió el presidente, que haría cambios en nuestra Carta Magna.

Cuando una persona no desea reconocer la realidad, popularmente indicamos “que se montó en su macho”.

Señalan los que saben que, en un principio el ser terco u obstinado, se pudiera considerar como desfavorable para la persona, pero podría convertirse en positiva, si el terco que es así de constante, luchador y tenaz, es por cumplir con sus obligaciones o compromisos, entonces, sería algo elogioso y positivo; pero si es por qué me está llevando la contraria y no están de acuerdo con lo que yo digo, y por eso es mi deseo reformar la Constitución, caigo en lo negativo y, con mayor razón que, si se declara anticonstitucional la ley que ordené, cambio la constitución, al fin y al cabo, mis representantes populares, que de ninguna manera pueden ser nombrados así, por ser los eunucos al servicio de Nerón, aprueban lo que éste les dice, y cómo si estuviera en su circo romano, su pueblo bueno y sabio, aprueba lo que diga el dedito del absolutista, lo que no sería posible cambiar, sería los tratados internacionales, con los que nuestro país tiene signados con anterioridad. Los que saben de psicología indican que, a eso se le llama un “mecanismo de defensa del ego”; uno crea sus propias estructuras de orden y de explicación de la realidad; sin embargo, hay situaciones que pueden alterar tan dramáticamente estas estructuras que la mente se protege creando realidades alternas, y por lo regular siempre se tienen “otros datos”.

Jura y perjura que no es anticonstitucional su ley, pero al concederse la suspensión definitiva se puede afirmar que sí lo es, y por supuesto que un juez de distrito sabe más que una persona que tardó más de 14 años en terminar su carrera y no le da vergüenza, no sabe expresarse con claridad, no sabe hablar con propiedad, es una persona inculta y mal educada, y “ya chole”, apoya a otro igual como Salgado Macedonio.

Lo increíble no es que existan ese tipo de personas, sino que lo hayan hecho presidente y que aún existan individuos que lo apoyen y puedan creerle algo, que no acepten la división de poderes, pero que sí busquen a toda costa, dividir y confrontar a la sociedad.

Es cosa sumamente seria y completamente delicada que un gobernante de un país ignore o no acepte lo que son las divisiones de los poderes.

Que, aunque sabemos no fue nada bueno como alumno, un licenciado en ciencias políticas, se considera que es lo primero que debe conocer.

Si conocemos la realidad de las cosas, sabemos que el delito de extorsión, la gran mayoría de las veces nace desde la autoridad, quien imputa al ciudadano una serie de infracciones que dice cometió, sin ser propias ni auténticas, y es de donde nace el resentimiento popular en contra de muchos de ellos, la gran mayoría policías y tránsitos, pero se extienden a funcionarios y personas que, con su firma pueden autorizar y desautorizar, pero antes reclaman favores y diversas concesiones, lo que no es otra cosa que una extorsión disfrazada. Claro que es corrupción.

Pero si consideramos que, con el poder que tiene de momento el funcionario o la autoridad, desconoce la división de poderes, ordena hostigamientos, que no tan sólo pueden consistir en que el superior de quien se quiere molestar le investigue, sino que también, se puede ordenar desde la indagación y congelación de cuentas, por el simple hecho de que “aquí sólo mis chicharrones truenan”, sin duda alguna el miedo crece y no sabemos los alcances de antipatía y aborrecimiento que nazcan de una persona con síndrome de Nerón, pues sus reacciones podrían ser fatales, esto que, a mi manera de ver es mucho más que corrupción.

El miércoles pasado preguntan al presidente en sus conferencias que, para el caso que existan más jueces que concedan el amparo y protección de la justicia federal en contra de la Ley de la Industria Eléctrica, y que efectivamente pudiera declararse anticonstitucional dicha reforma, tajantemente respondió el presidente, que haría cambios en nuestra Carta Magna.

Cuando una persona no desea reconocer la realidad, popularmente indicamos “que se montó en su macho”.

Señalan los que saben que, en un principio el ser terco u obstinado, se pudiera considerar como desfavorable para la persona, pero podría convertirse en positiva, si el terco que es así de constante, luchador y tenaz, es por cumplir con sus obligaciones o compromisos, entonces, sería algo elogioso y positivo; pero si es por qué me está llevando la contraria y no están de acuerdo con lo que yo digo, y por eso es mi deseo reformar la Constitución, caigo en lo negativo y, con mayor razón que, si se declara anticonstitucional la ley que ordené, cambio la constitución, al fin y al cabo, mis representantes populares, que de ninguna manera pueden ser nombrados así, por ser los eunucos al servicio de Nerón, aprueban lo que éste les dice, y cómo si estuviera en su circo romano, su pueblo bueno y sabio, aprueba lo que diga el dedito del absolutista, lo que no sería posible cambiar, sería los tratados internacionales, con los que nuestro país tiene signados con anterioridad. Los que saben de psicología indican que, a eso se le llama un “mecanismo de defensa del ego”; uno crea sus propias estructuras de orden y de explicación de la realidad; sin embargo, hay situaciones que pueden alterar tan dramáticamente estas estructuras que la mente se protege creando realidades alternas, y por lo regular siempre se tienen “otros datos”.

Jura y perjura que no es anticonstitucional su ley, pero al concederse la suspensión definitiva se puede afirmar que sí lo es, y por supuesto que un juez de distrito sabe más que una persona que tardó más de 14 años en terminar su carrera y no le da vergüenza, no sabe expresarse con claridad, no sabe hablar con propiedad, es una persona inculta y mal educada, y “ya chole”, apoya a otro igual como Salgado Macedonio.

Lo increíble no es que existan ese tipo de personas, sino que lo hayan hecho presidente y que aún existan individuos que lo apoyen y puedan creerle algo, que no acepten la división de poderes, pero que sí busquen a toda costa, dividir y confrontar a la sociedad.