/ jueves 1 de octubre de 2020

Empatía

Mucho más que ponerse en el lugar del otro.

La empatía es la capacidad de entender los pensamientos y emociones ajenas, de ponerse en el lugar de los demás y compartir sus sentimientos, ser capaces de captar los mensajes verbales y no verbales que la otra persona nos quiere transmitir y hacer que se sienta comprendida de manera única y especial.

De entre todas las capacidades que permiten a una persona desarrollarse como ser social en su entorno, la empatía es una de las más relevantes, por lo que mejorar la empatía se hace algo casi necesario para todos nosotros a lo largo de nuestra vida.

Sin embargo, el comportamiento prosocial es un tercer elemento que da sentido y hace visible a la empatía, si al estar con alguien somos capaces de observar adecuadamente qué siente, cómo se siente y por qué se siente anímicamente así, la consecuencia a este razonamiento cognitivo y emocional es actuar. Este comportamiento supone compartir, colaborar, consolar y ofrecer ayuda a los demás.

La empatía se da en todas la personas y no se trata de un don especial con el que nacemos, sino de una cualidad que podemos desarrollar y potenciar, que comienza a desarrollarse en la infancia al cubrirse las necesidades afectivas de los hijos por parte de los padres, que les enseñan a expresar los propios sentimientos, a descubrir y comprender los de los demás.

La capacidad para la empatía se desarrollará más fácilmente en aquellas personas que han vivido en un ambiente en el que han sido aceptadas y comprendidas, han recibido consuelo cuando lloraban y tenían miedo, han visto cómo se vivía la preocupación por los demás y si los padres no saben mostrar afecto y comprender lo que sienten y necesitan sus hijos, éstos no aprenderán a expresar emociones propias y por consiguiente, no sabrán interpretar y sentir las ajenas.

Sin embargo, aún en la edad adulta se pueden fomentar actitudes para desarrollar la empatía, como escuchar con la mente abierta y sin prejuicios; prestar atención y mostrar interés por lo que nos están contado, ya que no es suficiente con saber lo que el otro siente, sino que tenemos que demostrárselo; no interrumpir mientras nos están hablando y evitar convertirnos en un experto que se dedica a dar consejos en lugar de intentar sentir lo que el otro siente.

Se trata de fortalecer nuestra habilidad de descubrir, reconocer y recompensar las cualidades y logros de los demás, lo que va a contribuir, no solamente a fomentar sus capacidades, sino que descubrirán también, nuestra preocupación e interés por ellos.

La empatía emocional o simpatía, llamada también preocupación empática, es la capacidad de sintonizar con los sentimientos o preocupaciones de la otra persona, lo que genera sentimientos de preocupación y tristeza ante la necesidad de la otra persona, o bien, de alegría y entusiasmo ante lo que nos está contando.

Hay varias formas de expresar empatía y que nos permiten ubicarnos en el lugar del otro, como hacer preguntas abiertas que ayuden a continuar la conversación y le hacen ver a la otra persona que estamos interesados por lo que nos está contando.

Es importante también, intentar avanzar lentamente en el diálogo, de esta forma estamos ayudando a la otra persona a que nos tome perspectiva de lo que le ocurre, dejamos que los pensamientos y sentimientos vayan al unísono y nos da tiempo de asimilar y reflexionar sobre el tema.

Debemos esperar a tener información suficiente antes de dar nuestra opinión sobre el tema, cerciorarnos de que la otra persona nos ha contado todo lo que quería y de que nosotros hemos escuchado e interpretado correctamente lo esencial de su mensaje; hacerlo de forma constructiva, ser sinceros y procurar no herir con nuestros comentarios.

Es aconsejable tener una buena predisposición para aceptar las diferencias que tenemos con los demás, ser tolerantes y tener paciencia con los que nos rodean y con nosotros mismos, sobre todo, porque eso nos permitirá aceptar, comprender y respetar las diferencias.

Así, ser empático no es solo ponerse en el lugar del otro, es aceptarlo y reconocerlo como es.

Mucho más que ponerse en el lugar del otro.

La empatía es la capacidad de entender los pensamientos y emociones ajenas, de ponerse en el lugar de los demás y compartir sus sentimientos, ser capaces de captar los mensajes verbales y no verbales que la otra persona nos quiere transmitir y hacer que se sienta comprendida de manera única y especial.

De entre todas las capacidades que permiten a una persona desarrollarse como ser social en su entorno, la empatía es una de las más relevantes, por lo que mejorar la empatía se hace algo casi necesario para todos nosotros a lo largo de nuestra vida.

Sin embargo, el comportamiento prosocial es un tercer elemento que da sentido y hace visible a la empatía, si al estar con alguien somos capaces de observar adecuadamente qué siente, cómo se siente y por qué se siente anímicamente así, la consecuencia a este razonamiento cognitivo y emocional es actuar. Este comportamiento supone compartir, colaborar, consolar y ofrecer ayuda a los demás.

La empatía se da en todas la personas y no se trata de un don especial con el que nacemos, sino de una cualidad que podemos desarrollar y potenciar, que comienza a desarrollarse en la infancia al cubrirse las necesidades afectivas de los hijos por parte de los padres, que les enseñan a expresar los propios sentimientos, a descubrir y comprender los de los demás.

La capacidad para la empatía se desarrollará más fácilmente en aquellas personas que han vivido en un ambiente en el que han sido aceptadas y comprendidas, han recibido consuelo cuando lloraban y tenían miedo, han visto cómo se vivía la preocupación por los demás y si los padres no saben mostrar afecto y comprender lo que sienten y necesitan sus hijos, éstos no aprenderán a expresar emociones propias y por consiguiente, no sabrán interpretar y sentir las ajenas.

Sin embargo, aún en la edad adulta se pueden fomentar actitudes para desarrollar la empatía, como escuchar con la mente abierta y sin prejuicios; prestar atención y mostrar interés por lo que nos están contado, ya que no es suficiente con saber lo que el otro siente, sino que tenemos que demostrárselo; no interrumpir mientras nos están hablando y evitar convertirnos en un experto que se dedica a dar consejos en lugar de intentar sentir lo que el otro siente.

Se trata de fortalecer nuestra habilidad de descubrir, reconocer y recompensar las cualidades y logros de los demás, lo que va a contribuir, no solamente a fomentar sus capacidades, sino que descubrirán también, nuestra preocupación e interés por ellos.

La empatía emocional o simpatía, llamada también preocupación empática, es la capacidad de sintonizar con los sentimientos o preocupaciones de la otra persona, lo que genera sentimientos de preocupación y tristeza ante la necesidad de la otra persona, o bien, de alegría y entusiasmo ante lo que nos está contando.

Hay varias formas de expresar empatía y que nos permiten ubicarnos en el lugar del otro, como hacer preguntas abiertas que ayuden a continuar la conversación y le hacen ver a la otra persona que estamos interesados por lo que nos está contando.

Es importante también, intentar avanzar lentamente en el diálogo, de esta forma estamos ayudando a la otra persona a que nos tome perspectiva de lo que le ocurre, dejamos que los pensamientos y sentimientos vayan al unísono y nos da tiempo de asimilar y reflexionar sobre el tema.

Debemos esperar a tener información suficiente antes de dar nuestra opinión sobre el tema, cerciorarnos de que la otra persona nos ha contado todo lo que quería y de que nosotros hemos escuchado e interpretado correctamente lo esencial de su mensaje; hacerlo de forma constructiva, ser sinceros y procurar no herir con nuestros comentarios.

Es aconsejable tener una buena predisposición para aceptar las diferencias que tenemos con los demás, ser tolerantes y tener paciencia con los que nos rodean y con nosotros mismos, sobre todo, porque eso nos permitirá aceptar, comprender y respetar las diferencias.

Así, ser empático no es solo ponerse en el lugar del otro, es aceptarlo y reconocerlo como es.