/ jueves 26 de mayo de 2022

Emprender en tiempos de crisis

Emprender en periodos de crisis, como el actual que vivimos después del impacto del Covid-19 y en el marco de la guerra entre Rusia y Ucrania, hay consecuencias en todos los ámbitos de nuestra vida, no obstante, lo lejano que pudieran parecer los sucesos, se requiere de una disposición a ver y hacer las cosas de manera diferente.

Eventos que tienen un tremendo impacto como éstos no ocurren con frecuencia y muchos emprendedores no cuentan con reservas de fondos para gastar en medidas preventivas, serán ellos los más vulnerables, por lo que tendrán que buscar soluciones alternativas y más ingeniosas.

En respuesta, y con razón, los problemas operativos han sido una prioridad para muchos, ya que se han movido bruscamente hacia la improvisación ajustando sus cadenas de suministro y adaptando sus modelos de negocio para asegurar, como mínimo, una entrada constante de efectivo.

Donde otros ven peligro, los emprendedores verán desafíos y donde algunos ven incertidumbre, los emprendedores verán oportunidades, en contraparte a la tendencia a optar por el conservadurismo, retrocediendo a la relativa seguridad del status quo inicial.

Debido a la incertidumbre, muchos se abstendrán de invertir en innovación y es casi seguro que los gestores de fondos que invierten en empresas pequeñas, pero con alto potencial tratarán de proteger el efectivo que tienen, lo que resultará en un ambiente extremadamente poco propicio para el emprendimiento.

Sin embargo, dado que el estrés externo no sólo se impone sobre el negocio en sí, sino también sobre el individuo, la actitud del emprendedor y su interpretación de la situación es un mecanismo clave que debe tenerse en cuenta al tratar de hacer frente a los problemas.

Esta perspectiva significa que creen que pueden superar cualquier contratiempo u obstáculo al que se puedan enfrentar y, en la misma línea, un suceso catastrófico sería recibido con la capacidad positiva de adaptarse.

El pensamiento positivo, una forma de regulación emocional, no sólo nos permite afrontar el posible inicio de la depresión, sino también mantener los altos niveles de energía necesarios para persistir. Afrontar el emprendimiento en tiempos crisis desde una óptica positiva es fundamental.

La resiliencia no se trata sólo de superar la adversidad, también se trata de la adquisición de recursos físicos, psicológicos y sociales para mantener el bienestar.

Por lo tanto, los emprendedores que demuestran resiliencia tienen más probabilidades de usar no sólo medidas de alivio a corto plazo que provienen de sus recursos existentes, sino que también acumulan y crean otros nuevos como la autoeficacia emprendedora, autoconfianza, dinero, conocimiento, redes y capacidad de generar mayor publicidad.

Todos estos pueden actuar como un amortiguador contra la pérdida potencial durante tiempos difíciles y cualquier pérdida incurrida se vuelve mucho más asequible, lo que lleva a fortalecer su capacidad para lograr ganancias en el futuro.

Hay que considerar que el emprendimiento en tiempos de crisis no tendrá por qué ser suficiente en muchos casos, sino que será necesario completar las tareas, por lo que a veces se tendrá éxito y se alcanzará el triunfo, mientras que en otras ocasiones se producirá el fracaso.

Como emprendedor en esta época donde se afrontan dificultades, tener una posición de “esperar y ver” hasta que pasen los conflictos que se presentan a nivel mundial, no dará resultados favorables, pero si podemos empoderarnos para ser resilientes, hacer las cosas de manera diferente y aprovechar nuestras circunstancias, saldremos adelante.

Emprender en periodos de crisis, como el actual que vivimos después del impacto del Covid-19 y en el marco de la guerra entre Rusia y Ucrania, hay consecuencias en todos los ámbitos de nuestra vida, no obstante, lo lejano que pudieran parecer los sucesos, se requiere de una disposición a ver y hacer las cosas de manera diferente.

Eventos que tienen un tremendo impacto como éstos no ocurren con frecuencia y muchos emprendedores no cuentan con reservas de fondos para gastar en medidas preventivas, serán ellos los más vulnerables, por lo que tendrán que buscar soluciones alternativas y más ingeniosas.

En respuesta, y con razón, los problemas operativos han sido una prioridad para muchos, ya que se han movido bruscamente hacia la improvisación ajustando sus cadenas de suministro y adaptando sus modelos de negocio para asegurar, como mínimo, una entrada constante de efectivo.

Donde otros ven peligro, los emprendedores verán desafíos y donde algunos ven incertidumbre, los emprendedores verán oportunidades, en contraparte a la tendencia a optar por el conservadurismo, retrocediendo a la relativa seguridad del status quo inicial.

Debido a la incertidumbre, muchos se abstendrán de invertir en innovación y es casi seguro que los gestores de fondos que invierten en empresas pequeñas, pero con alto potencial tratarán de proteger el efectivo que tienen, lo que resultará en un ambiente extremadamente poco propicio para el emprendimiento.

Sin embargo, dado que el estrés externo no sólo se impone sobre el negocio en sí, sino también sobre el individuo, la actitud del emprendedor y su interpretación de la situación es un mecanismo clave que debe tenerse en cuenta al tratar de hacer frente a los problemas.

Esta perspectiva significa que creen que pueden superar cualquier contratiempo u obstáculo al que se puedan enfrentar y, en la misma línea, un suceso catastrófico sería recibido con la capacidad positiva de adaptarse.

El pensamiento positivo, una forma de regulación emocional, no sólo nos permite afrontar el posible inicio de la depresión, sino también mantener los altos niveles de energía necesarios para persistir. Afrontar el emprendimiento en tiempos crisis desde una óptica positiva es fundamental.

La resiliencia no se trata sólo de superar la adversidad, también se trata de la adquisición de recursos físicos, psicológicos y sociales para mantener el bienestar.

Por lo tanto, los emprendedores que demuestran resiliencia tienen más probabilidades de usar no sólo medidas de alivio a corto plazo que provienen de sus recursos existentes, sino que también acumulan y crean otros nuevos como la autoeficacia emprendedora, autoconfianza, dinero, conocimiento, redes y capacidad de generar mayor publicidad.

Todos estos pueden actuar como un amortiguador contra la pérdida potencial durante tiempos difíciles y cualquier pérdida incurrida se vuelve mucho más asequible, lo que lleva a fortalecer su capacidad para lograr ganancias en el futuro.

Hay que considerar que el emprendimiento en tiempos de crisis no tendrá por qué ser suficiente en muchos casos, sino que será necesario completar las tareas, por lo que a veces se tendrá éxito y se alcanzará el triunfo, mientras que en otras ocasiones se producirá el fracaso.

Como emprendedor en esta época donde se afrontan dificultades, tener una posición de “esperar y ver” hasta que pasen los conflictos que se presentan a nivel mundial, no dará resultados favorables, pero si podemos empoderarnos para ser resilientes, hacer las cosas de manera diferente y aprovechar nuestras circunstancias, saldremos adelante.