/ viernes 19 de julio de 2019

EN CARTERA

¿Regular o combatir las drogas?

El uso de la marihuana se remonta a las más antiguas civilizaciones. Elías Cárdenas afirma que en China, durante la excavación de una tumba, se encontró una pequeña taza de diez mil años de antigüedad, decorada con cáñamo, producto directo del cannabis.

Posteriormente fue hallada en la civilización egipcia en las tumbas de los faraones Ramsés II y Amenofis IV, tanto en forma de polen, como en cuerdas de cáñamo.

El cannabis –cuyas variedades principales son la índica, la sativa y la ruderalis– se originó en el norte de China, Siberia y Afganistán. Algunos otros lo ubican en las cordilleras del Himalaya. De allí pasó a la mayor parte de Asia y al hoy continente europeo.

Durante siglos fue aprovechada en la fabricación de ropa, cordeles, velas para embarcaciones, lonas, productos de cáñamo, pinturas y barnices, además de usos medicinales, industriales, cosméticos y religiosos. Su satanización se inició el siglo XX. El golpe más rudo que recibió el cannabis fue en 1925, cuando el delegado egipcio lo denunció ante la Sociedad de las Naciones, predecesora de la ONU, como sustancia perniciosa y pidió se inscribiera como una droga nociva y perjudicial.

A partir de entonces la Organización de Naciones Unidas ha mantenido, desde 1961, criterios que rechazan en forma contundente su prohibición, no obstante las voces defensoras de su despenalización, control, uso y aprovechamiento.

Varios expresidentes y especialistas que participan en la de la Comisión Global de Política de Drogas, reconocieron que las políticas públicas que implementaron de lucha contra las drogas fracasaron. “Yo tuve la responsabilidad, dijo Ernesto Zedillo, y tuve una política equivocada. ¿Qué ha pasado con las políticas de drogas basadas en la prohibición? El resultado fue devastador”.

El estudio de la Comisión señala que ha fallado el sistema internacional de fiscalización de drogas lo mismo que las políticas nacionales que lo implementan, lo que ha causado daños a la salud y la seguridad de las personas. Por ende, sostiene, como las medidas prohibicionistas han fracasado, las drogas deben pasar de estar prohibidas a estar reguladas.

Uruguay, un país pequeño, con tres millones de habitantes, sin graves problemas de seguridad y un buen nivel educativo y de salud pública había dado el primer paso de legalizar la mariguana para uso recreativo y Canadá se convirtió en el primer gran país desarrollado, miembro del G20, en imitarlo.

Es inminente la liberación del mercado de la cannabis en Estados Unidos, en nueve estados de ese país la mariguana recreativa ya es legal y en 29 estados lo es la medicinal. Y en México será inevitable.

Dice Zedillo: “Quienes producen mariguana y que hoy van a la cárcel podrán hacerlo legalmente. Esos pobres campesinos que son víctimas de crímenes atroces en la sierra de Guerrero, de Durango, se deben hacer productores legales y recibir una justa remuneración y protección por parte de Estado”. Es una voz que se suma a muchas otras que van en el mismo sentido. Nuestros retos: Tener un sistema de salud pública a la altura de ese desafío, y definir cuál será la estrategia de seguridad que permitirá que sean los verdaderos campesinos y los empresarios legítimos, y no los criminales organizados, los que se aprovechen de esa situación.

Existe un análisis puntual en la investigación titulada “La política de drogas en México: causa de una tragedia nacional” de la autoría de Alejandro Madrazo, Catalina Pérez Correa y Fernanda Alonso que señala con claridad de cómo ha fracasado el perseguir a quienes trafican y consumen drogas y concluyen en que las drogas no deben permanecer ilegales y citan como ejemplos: el potencial para extorsión por parte de nuestras autoridades es gigantesco y las cárceles mexicanas están llenas de individuos cuyo delito fue consumir mariguana; en muchas zonas del país los narcomenudistas venden cualquier producto a las afueras de las escuelas sin que la Policía haga algo, más allá de cobrar su cuota.

Se debe estudiar y precisar qué tipo de regulación se debe implementar. Por ejemplo, en el caso de la mariguana, la sugerencia es un modelo mixto donde el Estado controle la producción al mayoreo mientras se desarrolla un mercado al menudeo y de compra directa a productores para evitar el dominio de unas cuantas empresas que pueden terminar por tener tal fuerza que capturen a la autoridad reguladora y ésta permita –como hasta ahora- prácticas que estimulen el consumo de sustancias altamente adictivas.

Es menos complicado regular que prohibir. El problema actual de violencia va mucho más allá de las drogas. En ninguno de los esquemas de regulación propuestos se podrá enfrentar rápidamente a las mafias que distribuyen drogas en antros o frente a escuelas. No afectará tampoco a todos los otros mercados ilegales. Cuando un grupo puede traficar drogas y matar es común que se vaya hacia otros mercados ilícitos.

El actual gobierno ha mandado señales de que está preparado para un cambio de política en este sentido, de ahí la creación de la Guardia Nacional. Veremos si se atreven o caen en el ineficaz conservadurismo que ha privado en este tema desde hace ya casi un siglo. Que la producción, venta y consumo de todas las drogas estuviesen regulados como sucede con el alcohol.

Otro lugar común es que la despenalización resolvería automáticamente los problemas de violencia que vive nuestro país. Antes, México era sólo un país de tránsito de narcóticos. Hoy es, claramente, también un país de siembra, distribución y consumidores.

Vea lo que está pasando en Guerrero. Desde hace un par de años, el precio de la goma de opio se ha desplomado al 10%. ¿Cuál es la razón? Principalmente la sustitución de la goma de opio por fentanilo, un opioide sintético que llega a Estados Unidos sobre todo desde China.

El fentanilo es el opioide más poderoso del mundo para uso médico. Puede calmar los dolores más fuertes e incluso sirve como anestésico. Sin embargo, su consumo puede llevar fácilmente a una sobredosis.

Los campesinos están abandonando el cultivo de la amapola porque ya no es redituable, pero ha aumentado drásticamente el robo de autos en las carreteras que atraviesan ese Estado, como la Autopista del Sol. El descenso en la producción y tráfico de goma de opio no ha traído la paz a Guerrero. La criminalidad simplemente se diversifica. Lo único que va a traer de vuelta la seguridad es el reforzamiento del Estado de Derecho.

Estimado lector, usted que opina: ¿Regular o combatir las drogas? El Informe Mundial sobre las Drogas 2019, documento que reúne los principales datos y estudios de tendencias sobre producción, tráfico y consumo de drogas en el mundo, presentado por la Oficina de la Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito, señala: Más muertes con 585,000 en el mundo; más consumidores 271 millones de personas, la droga más usada es el cannabis con 188 millones de consumidores; más producción de cocaína con 1,976 toneladas, el 70% procede de Colombia, el 20% de Perú y el 10% de Bolivia; la producción de opio fue de 7,790 toneladas en el mundo, 6,400 toneladas proceden de Afganistán.

El segundo lugar lo ocupa México con 586 toneladas y le sigue Birmania con 550; las drogas sintéticas están en auge: tramadol, similar a la morfina y fabricado de forma ilícita en Asia, 29 millones de consumidores de anfetaminas y estimulantes análogos, mientras que existen 21 millones que toman “éxtasis”. La prevención y el tratamiento siguen fallando ya que sólo una de cada siete personas con problemas graves de adicción recibe tratamiento.

El informe también pone el foco en la situación en las prisiones, donde los problemas de consumo y la prevalencia de enfermedades infecciosas relacionadas con el consumo de drogas, como el VIH, la hepatitis C y la tuberculosis, son mucho más altas.

¿Regular o combatir las drogas?

El uso de la marihuana se remonta a las más antiguas civilizaciones. Elías Cárdenas afirma que en China, durante la excavación de una tumba, se encontró una pequeña taza de diez mil años de antigüedad, decorada con cáñamo, producto directo del cannabis.

Posteriormente fue hallada en la civilización egipcia en las tumbas de los faraones Ramsés II y Amenofis IV, tanto en forma de polen, como en cuerdas de cáñamo.

El cannabis –cuyas variedades principales son la índica, la sativa y la ruderalis– se originó en el norte de China, Siberia y Afganistán. Algunos otros lo ubican en las cordilleras del Himalaya. De allí pasó a la mayor parte de Asia y al hoy continente europeo.

Durante siglos fue aprovechada en la fabricación de ropa, cordeles, velas para embarcaciones, lonas, productos de cáñamo, pinturas y barnices, además de usos medicinales, industriales, cosméticos y religiosos. Su satanización se inició el siglo XX. El golpe más rudo que recibió el cannabis fue en 1925, cuando el delegado egipcio lo denunció ante la Sociedad de las Naciones, predecesora de la ONU, como sustancia perniciosa y pidió se inscribiera como una droga nociva y perjudicial.

A partir de entonces la Organización de Naciones Unidas ha mantenido, desde 1961, criterios que rechazan en forma contundente su prohibición, no obstante las voces defensoras de su despenalización, control, uso y aprovechamiento.

Varios expresidentes y especialistas que participan en la de la Comisión Global de Política de Drogas, reconocieron que las políticas públicas que implementaron de lucha contra las drogas fracasaron. “Yo tuve la responsabilidad, dijo Ernesto Zedillo, y tuve una política equivocada. ¿Qué ha pasado con las políticas de drogas basadas en la prohibición? El resultado fue devastador”.

El estudio de la Comisión señala que ha fallado el sistema internacional de fiscalización de drogas lo mismo que las políticas nacionales que lo implementan, lo que ha causado daños a la salud y la seguridad de las personas. Por ende, sostiene, como las medidas prohibicionistas han fracasado, las drogas deben pasar de estar prohibidas a estar reguladas.

Uruguay, un país pequeño, con tres millones de habitantes, sin graves problemas de seguridad y un buen nivel educativo y de salud pública había dado el primer paso de legalizar la mariguana para uso recreativo y Canadá se convirtió en el primer gran país desarrollado, miembro del G20, en imitarlo.

Es inminente la liberación del mercado de la cannabis en Estados Unidos, en nueve estados de ese país la mariguana recreativa ya es legal y en 29 estados lo es la medicinal. Y en México será inevitable.

Dice Zedillo: “Quienes producen mariguana y que hoy van a la cárcel podrán hacerlo legalmente. Esos pobres campesinos que son víctimas de crímenes atroces en la sierra de Guerrero, de Durango, se deben hacer productores legales y recibir una justa remuneración y protección por parte de Estado”. Es una voz que se suma a muchas otras que van en el mismo sentido. Nuestros retos: Tener un sistema de salud pública a la altura de ese desafío, y definir cuál será la estrategia de seguridad que permitirá que sean los verdaderos campesinos y los empresarios legítimos, y no los criminales organizados, los que se aprovechen de esa situación.

Existe un análisis puntual en la investigación titulada “La política de drogas en México: causa de una tragedia nacional” de la autoría de Alejandro Madrazo, Catalina Pérez Correa y Fernanda Alonso que señala con claridad de cómo ha fracasado el perseguir a quienes trafican y consumen drogas y concluyen en que las drogas no deben permanecer ilegales y citan como ejemplos: el potencial para extorsión por parte de nuestras autoridades es gigantesco y las cárceles mexicanas están llenas de individuos cuyo delito fue consumir mariguana; en muchas zonas del país los narcomenudistas venden cualquier producto a las afueras de las escuelas sin que la Policía haga algo, más allá de cobrar su cuota.

Se debe estudiar y precisar qué tipo de regulación se debe implementar. Por ejemplo, en el caso de la mariguana, la sugerencia es un modelo mixto donde el Estado controle la producción al mayoreo mientras se desarrolla un mercado al menudeo y de compra directa a productores para evitar el dominio de unas cuantas empresas que pueden terminar por tener tal fuerza que capturen a la autoridad reguladora y ésta permita –como hasta ahora- prácticas que estimulen el consumo de sustancias altamente adictivas.

Es menos complicado regular que prohibir. El problema actual de violencia va mucho más allá de las drogas. En ninguno de los esquemas de regulación propuestos se podrá enfrentar rápidamente a las mafias que distribuyen drogas en antros o frente a escuelas. No afectará tampoco a todos los otros mercados ilegales. Cuando un grupo puede traficar drogas y matar es común que se vaya hacia otros mercados ilícitos.

El actual gobierno ha mandado señales de que está preparado para un cambio de política en este sentido, de ahí la creación de la Guardia Nacional. Veremos si se atreven o caen en el ineficaz conservadurismo que ha privado en este tema desde hace ya casi un siglo. Que la producción, venta y consumo de todas las drogas estuviesen regulados como sucede con el alcohol.

Otro lugar común es que la despenalización resolvería automáticamente los problemas de violencia que vive nuestro país. Antes, México era sólo un país de tránsito de narcóticos. Hoy es, claramente, también un país de siembra, distribución y consumidores.

Vea lo que está pasando en Guerrero. Desde hace un par de años, el precio de la goma de opio se ha desplomado al 10%. ¿Cuál es la razón? Principalmente la sustitución de la goma de opio por fentanilo, un opioide sintético que llega a Estados Unidos sobre todo desde China.

El fentanilo es el opioide más poderoso del mundo para uso médico. Puede calmar los dolores más fuertes e incluso sirve como anestésico. Sin embargo, su consumo puede llevar fácilmente a una sobredosis.

Los campesinos están abandonando el cultivo de la amapola porque ya no es redituable, pero ha aumentado drásticamente el robo de autos en las carreteras que atraviesan ese Estado, como la Autopista del Sol. El descenso en la producción y tráfico de goma de opio no ha traído la paz a Guerrero. La criminalidad simplemente se diversifica. Lo único que va a traer de vuelta la seguridad es el reforzamiento del Estado de Derecho.

Estimado lector, usted que opina: ¿Regular o combatir las drogas? El Informe Mundial sobre las Drogas 2019, documento que reúne los principales datos y estudios de tendencias sobre producción, tráfico y consumo de drogas en el mundo, presentado por la Oficina de la Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito, señala: Más muertes con 585,000 en el mundo; más consumidores 271 millones de personas, la droga más usada es el cannabis con 188 millones de consumidores; más producción de cocaína con 1,976 toneladas, el 70% procede de Colombia, el 20% de Perú y el 10% de Bolivia; la producción de opio fue de 7,790 toneladas en el mundo, 6,400 toneladas proceden de Afganistán.

El segundo lugar lo ocupa México con 586 toneladas y le sigue Birmania con 550; las drogas sintéticas están en auge: tramadol, similar a la morfina y fabricado de forma ilícita en Asia, 29 millones de consumidores de anfetaminas y estimulantes análogos, mientras que existen 21 millones que toman “éxtasis”. La prevención y el tratamiento siguen fallando ya que sólo una de cada siete personas con problemas graves de adicción recibe tratamiento.

El informe también pone el foco en la situación en las prisiones, donde los problemas de consumo y la prevalencia de enfermedades infecciosas relacionadas con el consumo de drogas, como el VIH, la hepatitis C y la tuberculosis, son mucho más altas.

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