/ martes 28 de enero de 2020

En cartera

¿Para qué quiere un mexicano un avión presidencial?

No cabe duda que el presidente de los mexicanos maneja muy bien la comunicación, sus distractores, cuando se trata de ser evasor o contundente. Y el ejemplo más claro fue el reciente comunicado de las cinco formas de vender o rentar el avión presidencial, y la última que mencionó fue la emisión de seis millones de “cachitos” por la Lotería Nacional con un costo de $500.00 cada uno, lo que motivó que se tomara como broma y surgieron cantidad de “memes”.

No hay duda, en estos tiempos de tan accidentada mudanza histórica que nos ha tocado vivir, las ciencias perfeccionan las prácticas para dormir voluntades. No podemos desatendernos de las técnicas de manipulación de los materiales informativos, o de la propaganda subliminal que penetra sin que el receptor lo advierta por debajo del umbral de la conciencia, todo esto para inclinar la voluntad de los públicos conforme a grandes intereses económicos o políticos de cualquier signo.

Verdad que todo ascenso engendra abismos, las filosofías de las crisis se hallan presentes hasta la saciedad. Nunca como ahora había tenido tanta importancia el fenómeno de la opinión pública. Y sus voces incitantes se escuchan hoy, como ayer, a pesar de que el mundo actual está superpoblado de sonidos. El ministro de Hitler para la Ilustración Pública y Propaganda de apellido Goebbels, se utiliza como estereotipo político para desacreditar a personas que supuestamente usan propaganda engañosa y exagerada o discursos persuasivos y métodos muy controvertidos. De la calumnia algo queda.

Ante la velocidad de la información, lo que hoy es noticia mañana deja de tener interés, sin detenernos a reflexionar, de lo importante a la frívolo, intrascendente, vano, fútil, trivial. Así diario encontramos temas de ataque –por todos los medios de comunicación- contra el gobierno de AMLO, sin contundencia ni peso específico, que origina otro escenario mediático para atenuar los ataques. Y una estrategia era distraer la atención con información escandalosa desde una leydi hasta hechos de violencia, con el fin de disminuir o desaparecer los temas embarazosos, desagradables, molestos, fastidiosos.

Es un hecho que AMLO enfrentaba una hostil propensión en la opinión pública de los conservadores, periodistas y medios conocidos que son adversos a él, por el rubro de la creación y operación del Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (Insabi) que sustituye al Seguro Popular. Pero la irrupción de las redes sociales desplaza a los tradicionales medios de comunicación, ya sea por su creatividad, inmediatez, vulgaridad e insolencia.

Dos temas borraron el tema del Insabi: El nacimiento en una clínica de Houston, Texas, de Salomón Andrés, nieto del presidente López Obrador, hijo de José Ramón López Beltrán -hijo mayor del presidente- y su pareja, la estadounidense Carolyn Adams, lo que generó todo tipo de críticas contra AMLO.

Pero el de mayor difusión fue el de la rifa del icónico avión de Calderón (quien lo solicitó) y de Peña Nieto (que lo utilizó), y ante el anuncio sólo bastaron breves segundos para que los medios que cubrían la mañanera subían a ocho columnas, en los medios electrónicos hicieron una interrupción para dar a conocer en forma irónica, mordaz y satírica la noticia de la rifa del avión.

Y vinieron los memes en textos, imágenes, dibujos, poemas y hasta corridos, algunos muy buenos, de la puntada o genialidad de López Obrador, pero sin decir nada del manejo perverso y corrupto del Seguro Popular, cuyos recursos se destinaban a todo menos para atender y otorgar medicinas gratuitas a la mayoría de sus afiliados, pero sí a las campañas electorales del partido político del gobernante, a engrosar la acumulación de riqueza de los politicastros. Por eso añoran y patalean por el alto a una fuente de corrupción e impunidad.

Yuriria Sierra a la pregunta ¿Para qué quiere un mexicano un avión presidencial? que inundó las redes sociales, hace un recuento de lo difundido en redes sociales: para llegar a la escuela, al trabajo, al paseo de los domingos. Para ir al súper o al mercado sobre ruedas. Rentarlo para fiestas o como calabaza de quinceañera. Para tenerlo como casa en la playa. ¿O qué tal en el bosque? Para apantallar a los vecinos o rentarlo. Para tenerlo en Uber o para uso diario y ganarle al tráfico.

Para venderlo por piezas en la Buenos Aires. Para presumirle al expresidente que lo usó, en manos de quién terminó. Para darle una vuelta al mundo en 80 horas. Para llevar a la banda de fiesta como si fuera limusina. Para ponerle una manta en la cola pidiendo matrimonio. O para demasiadas noches de travesura... ¡Con altura!

El avión entrando a un motel, afuera de una tienda, estacionado en una unidad habitacional, llegando por el jefe a una junta, en la fila de una gasolinera, pasando por el date, para ir por las cervezas a media fiesta, para hacer la fantasía de Toxic de Britney Spears o la de Rosalía, que el avión aguanta pasos de flamenco y el perreo (y seguramente hasta el mariachi completo si queremos fiesta lloradora y de nostalgia).

Para pasar por el equipo entero y jugar una cascarita, para llevarse a toda la familia (política y de sangre) a unas vacaciones. Para convertirlo en transporte escolar y, de paso, ganarse una lanita extra. O, de plano, para tenerlo estacionado en el garaje como objeto de colección. Las posibilidades son tantas, aunque todas igual de absurdas. Como absurda la razón por la que ayer nos preguntamos esto.

Vamos a ver si el avión que no tenía ni Obama sale aunque sea en rifa. Porque ésta es una de las cinco opciones que plantea ahora el presidente Andrés Manuel López Obrador para deshacerse del avión presidencial. Claro que también está la propuesta del comprador único, para la que hay una sugerencia de 125 millones de dólares, que ya nos dijeron que no les convence porque está por debajo del avalúo que hizo la ONU. También está el intercambio de la aeronave con Estados Unidos por equipo médico; la venta en sociedad a 12 empresas y la renta de la aeronave a 70 mil dólares la hora. Cualquiera que sea su destino de transacción, generará recursos para la compra de equipos médicos para los hospitales públicos. Y medicinas, de paso, ¿no?

¿Para qué quiere un mexicano un avión presidencial?

No cabe duda que el presidente de los mexicanos maneja muy bien la comunicación, sus distractores, cuando se trata de ser evasor o contundente. Y el ejemplo más claro fue el reciente comunicado de las cinco formas de vender o rentar el avión presidencial, y la última que mencionó fue la emisión de seis millones de “cachitos” por la Lotería Nacional con un costo de $500.00 cada uno, lo que motivó que se tomara como broma y surgieron cantidad de “memes”.

No hay duda, en estos tiempos de tan accidentada mudanza histórica que nos ha tocado vivir, las ciencias perfeccionan las prácticas para dormir voluntades. No podemos desatendernos de las técnicas de manipulación de los materiales informativos, o de la propaganda subliminal que penetra sin que el receptor lo advierta por debajo del umbral de la conciencia, todo esto para inclinar la voluntad de los públicos conforme a grandes intereses económicos o políticos de cualquier signo.

Verdad que todo ascenso engendra abismos, las filosofías de las crisis se hallan presentes hasta la saciedad. Nunca como ahora había tenido tanta importancia el fenómeno de la opinión pública. Y sus voces incitantes se escuchan hoy, como ayer, a pesar de que el mundo actual está superpoblado de sonidos. El ministro de Hitler para la Ilustración Pública y Propaganda de apellido Goebbels, se utiliza como estereotipo político para desacreditar a personas que supuestamente usan propaganda engañosa y exagerada o discursos persuasivos y métodos muy controvertidos. De la calumnia algo queda.

Ante la velocidad de la información, lo que hoy es noticia mañana deja de tener interés, sin detenernos a reflexionar, de lo importante a la frívolo, intrascendente, vano, fútil, trivial. Así diario encontramos temas de ataque –por todos los medios de comunicación- contra el gobierno de AMLO, sin contundencia ni peso específico, que origina otro escenario mediático para atenuar los ataques. Y una estrategia era distraer la atención con información escandalosa desde una leydi hasta hechos de violencia, con el fin de disminuir o desaparecer los temas embarazosos, desagradables, molestos, fastidiosos.

Es un hecho que AMLO enfrentaba una hostil propensión en la opinión pública de los conservadores, periodistas y medios conocidos que son adversos a él, por el rubro de la creación y operación del Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (Insabi) que sustituye al Seguro Popular. Pero la irrupción de las redes sociales desplaza a los tradicionales medios de comunicación, ya sea por su creatividad, inmediatez, vulgaridad e insolencia.

Dos temas borraron el tema del Insabi: El nacimiento en una clínica de Houston, Texas, de Salomón Andrés, nieto del presidente López Obrador, hijo de José Ramón López Beltrán -hijo mayor del presidente- y su pareja, la estadounidense Carolyn Adams, lo que generó todo tipo de críticas contra AMLO.

Pero el de mayor difusión fue el de la rifa del icónico avión de Calderón (quien lo solicitó) y de Peña Nieto (que lo utilizó), y ante el anuncio sólo bastaron breves segundos para que los medios que cubrían la mañanera subían a ocho columnas, en los medios electrónicos hicieron una interrupción para dar a conocer en forma irónica, mordaz y satírica la noticia de la rifa del avión.

Y vinieron los memes en textos, imágenes, dibujos, poemas y hasta corridos, algunos muy buenos, de la puntada o genialidad de López Obrador, pero sin decir nada del manejo perverso y corrupto del Seguro Popular, cuyos recursos se destinaban a todo menos para atender y otorgar medicinas gratuitas a la mayoría de sus afiliados, pero sí a las campañas electorales del partido político del gobernante, a engrosar la acumulación de riqueza de los politicastros. Por eso añoran y patalean por el alto a una fuente de corrupción e impunidad.

Yuriria Sierra a la pregunta ¿Para qué quiere un mexicano un avión presidencial? que inundó las redes sociales, hace un recuento de lo difundido en redes sociales: para llegar a la escuela, al trabajo, al paseo de los domingos. Para ir al súper o al mercado sobre ruedas. Rentarlo para fiestas o como calabaza de quinceañera. Para tenerlo como casa en la playa. ¿O qué tal en el bosque? Para apantallar a los vecinos o rentarlo. Para tenerlo en Uber o para uso diario y ganarle al tráfico.

Para venderlo por piezas en la Buenos Aires. Para presumirle al expresidente que lo usó, en manos de quién terminó. Para darle una vuelta al mundo en 80 horas. Para llevar a la banda de fiesta como si fuera limusina. Para ponerle una manta en la cola pidiendo matrimonio. O para demasiadas noches de travesura... ¡Con altura!

El avión entrando a un motel, afuera de una tienda, estacionado en una unidad habitacional, llegando por el jefe a una junta, en la fila de una gasolinera, pasando por el date, para ir por las cervezas a media fiesta, para hacer la fantasía de Toxic de Britney Spears o la de Rosalía, que el avión aguanta pasos de flamenco y el perreo (y seguramente hasta el mariachi completo si queremos fiesta lloradora y de nostalgia).

Para pasar por el equipo entero y jugar una cascarita, para llevarse a toda la familia (política y de sangre) a unas vacaciones. Para convertirlo en transporte escolar y, de paso, ganarse una lanita extra. O, de plano, para tenerlo estacionado en el garaje como objeto de colección. Las posibilidades son tantas, aunque todas igual de absurdas. Como absurda la razón por la que ayer nos preguntamos esto.

Vamos a ver si el avión que no tenía ni Obama sale aunque sea en rifa. Porque ésta es una de las cinco opciones que plantea ahora el presidente Andrés Manuel López Obrador para deshacerse del avión presidencial. Claro que también está la propuesta del comprador único, para la que hay una sugerencia de 125 millones de dólares, que ya nos dijeron que no les convence porque está por debajo del avalúo que hizo la ONU. También está el intercambio de la aeronave con Estados Unidos por equipo médico; la venta en sociedad a 12 empresas y la renta de la aeronave a 70 mil dólares la hora. Cualquiera que sea su destino de transacción, generará recursos para la compra de equipos médicos para los hospitales públicos. Y medicinas, de paso, ¿no?

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