Lo que hoy es México, es la cuna de una de las seis civilizaciones más antiguas de la humanidad, que sigue viva y presente. La civilización del Anáhuac fue agredida sin motivo alguno a principios del Siglo XVI. Los españoles, con el permiso legal de la corona y el perdón celestial del Vaticano, iniciaron la destrucción, genocidio y explotación de los pueblos ancestrales y sus inagotables recursos naturales, durante tres siglos.
Después, por medio de una insurrección de los españoles nacidos en el Anáhuac, llamados criollos, en contra de los españoles venidos de España, llamados gachupines, los criollos toman el poder y expulsan a los españoles y crean una nueva colonia, a la que le han llamado indebidamente México, porque no todos somos mexicas.
A partir de 1824, los criollos se dividen en dos bandos: Los conservadores pro Europa y los liberales pro E.U., y durante el siglo XIX y la primera parte del siglo XX, se la pasan luchando en guerras fratricidas y sufriendo cuatro invasiones extranjeras, en las que pierden más de la mitad del territorio.
Así es la historia de México, es una serie de luchas intestinas y fratricidas por el poder y alianzas con las potencias extranjeras para ganarle al adversario local. Entre conservadores y liberales, realmente existen pocas diferencias de fondo, por el contrario, existen mayor número de coincidencias, y tal vez, la más importante es la voluntad de exclusión de la civilización del Anáhuac.
Efectivamente, conservadores y liberales, nunca han tomado en cuenta a los pueblos y culturas ancestrales. Para ellos, su misión de progreso y modernidad era la destrucción y erradicación de las culturas hijas de la civilización del Anáhuac.
La ideología criolla los ha utilizado como soldados de leva, como voto cautivo en su fraudulento sistema electoral, o como peones y empleados a los descendientes culturales del Anáhuac, pero siempre excluyéndolos de los beneficios de la riqueza que ellos producían.
El modelo de país, para los criollos, puede ser europeo o norteamericano, pero de ninguna manera anahuaca. El modelo civilizatorio de los criollos fue mantener la noción del mundo y la vida de la cultura occidental, excluyendo cualquier idea o principio de la civilización invadida, a pesar de haber creado el cero matemático antes que cualquier civilización, la primera calculadora, la invención del maíz, el calendario perfecto, el primer sistema de educación pública, una democracia participativa viva hasta nuestros días y haber construido el mayor número de pirámides del mundo antiguo, utilizadas como centros de investigación astronómicos.
En la historia oficial de México, de apenas 198 años (y los 9,802 que restan), existen héroes de los dos bandos, todos luchando por “mejorar y construir este país”, sea desde la visión conservadora o la visión liberal, de la derecha o la izquierda. Las visiones vienen de fuera y excluyen totalmente la visión o conocimientos locales.
En los últimos tiempos del siglo XX, cuando los conservadores y los liberales se han fusionado, por sus intereses, en una sola identidad de poder reconocida ideológicamente como neoliberalismo, se pudo observar que el criollismo, por encima de conservadores y liberales, marcan la pauta, no sólo económica, política y cultural, sino que rayan en el racismo y el clasismo.
Claro ejemplo son nuestros últimos expresidentes de la República, comerciantes sin escrúpulos del país, sus instituciones y recursos naturales.
Gobernar a un país sin pueblo. Guillermo Bonfil le llamó “El México imaginario”. Excluir la historia y la cultura de la civilización madre, es salirse de la realidad. A diferencia de India o China que se conciben a sí mismas con su milenario legado histórico.
Lo anterior es parte de una investigación de la autoría de Guillermo Marín y su esposa Luz que titularon “Los Héroes de la Patria Criolla”, donde además, describen a los personajes criollos que se han caracterizado por combatir la cultura Anáhuac, así como a los que a través de la historia demostraron ser héroes anahuacas y que son traicionados y ejecutados por la ideología criolla y cita a Vicente Gurrero, Emiliano Zapata y Francisco Villa.