/ jueves 3 de diciembre de 2020

Enigma y misterio de la lucha de Mireles ligada a la masonería

Pues desapareció la figura material del doctor José Manuel Mireles para dar paso a la leyenda de un libertador de los tiempos actuales en que no cualquiera arriesga el pellejo para regresar la paz, tranquilidad y seguridad a su pueblo.

Pero como dijo Jack El Destripador: “Vamos por partes”, primero recordar que en ese legendario y pintoresco pero compulsivo estado de Michoacán los “zetas” se apoderaron de ese territorio del cual fueron expulsados por los mismos michoacanos a sangre y fuego porque el gobierno federal y estatal por las razones que sean, se hacían de la vista gorda dejando abandonados a su suerte a los purépechas.

Una vez resuelto ese problema, les gustó a los belicosos vencedores esa actividad y conformaron lo que fue la “familia michoacana” grupo delictivo que de pacificador y benefactor pasó a ser opresor y delincuencial y luego de ser diezmado se reestructuró conformando lo que después serían los “Caballeros templarios” quienes asolaron a través del terror, crímenes, secuestros, extorsiones, violaciones perversas de las hijas y esposas de la los habitantes de esa región, eso entre otras muchas más atrocidades que nos sería largo detallar, pero que tenían la vida y tranquilidad de la gente en un hilo.

Fue así que un grupo de masones encabezados por el doctor Mireles se reunieron en Apatzingán para planificar y organizar lo que después sería una feroz lucha armada para liberar a su pueblo de ese grupo delincuencial que, y hay que recalcarlo: Ni el gobierno federal y menos el estatal ponían freno a la delincuencia desatada por Los Templarios y aún en contra de la autorización de las autoridades, ese grupo de masones sin involucrar el nombre de la masonería ni del liberalismo, pero poniendo en práctica uno de los objetivos de ellos, que es la lucha por la libertad.

Así pues y tras encarnizadas batallas y con la pérdida de muchas vidas, fue que la gente de Mireles y el también legendario Hipólito Mora fueron doblegando a los malechores. El Ejército y la Policía Federal en vez de coadyuvar en la lucha los obstaculizaban, no así la iglesia católica, que por el espacio no lo podemos detallar, pero que ahí se sacaron un diez sus ministros al apoyar substancialmente a las legendarias autodefensas

Llegó al colmo el gobierno federal de fabricarle delitos a Mireles para ponerlo quieto, es decir lo encarcelaron por tres años y le vejaron y humillaron en su persona. Nos comenta el profesor Silvino García Estrada, líder del grupo “Asociación Liberal Francisco Zarco “ que a él le parece injusto e incomprensible que aquí en Durango los liberales nunca se manifestaron en apoyo del doctor Mireles, no obstante conocer su afiliación liberal y su pertenencia a la masonería.

Lo cierto es que ese legendario luchador michoacano supo sobreponerse a los peligros como el avionazo que se dice se lo armó el gobierno, ráfagas de balas dirigidas a él, emboscadas, etc. y que siendo médico de profesión se emboletó en el cumplimiento de un precepto instituido por el Gran Arquitecto del Universo que para este caso fue la libertad de su pueblo.

Muchos o pocos defectos tendría Mireles como todo ser humano, pero lo cierto es que al igual que muchos masones que han luchado por la libertad de los pueblos, hoy la historia los registra sin escatimarles sus esfuerzos y gloria y hasta a regañadientes los enemigos de ellos reconocen con el tiempo como legítimas sus luchas.

Y como decíamos, los masones y los, liberales son humanos y susceptibles a cometer errores, pero y parafraseando a don Braulio Meraz Nevárez, sacaremos a colación uno de sus dichos ad hoc para con las luchas de aquellos cuando dijo: “Las cosas buenas mías las tengo que decir yo porque las malas las van a decir mis enemigos”.

Pues desapareció la figura material del doctor José Manuel Mireles para dar paso a la leyenda de un libertador de los tiempos actuales en que no cualquiera arriesga el pellejo para regresar la paz, tranquilidad y seguridad a su pueblo.

Pero como dijo Jack El Destripador: “Vamos por partes”, primero recordar que en ese legendario y pintoresco pero compulsivo estado de Michoacán los “zetas” se apoderaron de ese territorio del cual fueron expulsados por los mismos michoacanos a sangre y fuego porque el gobierno federal y estatal por las razones que sean, se hacían de la vista gorda dejando abandonados a su suerte a los purépechas.

Una vez resuelto ese problema, les gustó a los belicosos vencedores esa actividad y conformaron lo que fue la “familia michoacana” grupo delictivo que de pacificador y benefactor pasó a ser opresor y delincuencial y luego de ser diezmado se reestructuró conformando lo que después serían los “Caballeros templarios” quienes asolaron a través del terror, crímenes, secuestros, extorsiones, violaciones perversas de las hijas y esposas de la los habitantes de esa región, eso entre otras muchas más atrocidades que nos sería largo detallar, pero que tenían la vida y tranquilidad de la gente en un hilo.

Fue así que un grupo de masones encabezados por el doctor Mireles se reunieron en Apatzingán para planificar y organizar lo que después sería una feroz lucha armada para liberar a su pueblo de ese grupo delincuencial que, y hay que recalcarlo: Ni el gobierno federal y menos el estatal ponían freno a la delincuencia desatada por Los Templarios y aún en contra de la autorización de las autoridades, ese grupo de masones sin involucrar el nombre de la masonería ni del liberalismo, pero poniendo en práctica uno de los objetivos de ellos, que es la lucha por la libertad.

Así pues y tras encarnizadas batallas y con la pérdida de muchas vidas, fue que la gente de Mireles y el también legendario Hipólito Mora fueron doblegando a los malechores. El Ejército y la Policía Federal en vez de coadyuvar en la lucha los obstaculizaban, no así la iglesia católica, que por el espacio no lo podemos detallar, pero que ahí se sacaron un diez sus ministros al apoyar substancialmente a las legendarias autodefensas

Llegó al colmo el gobierno federal de fabricarle delitos a Mireles para ponerlo quieto, es decir lo encarcelaron por tres años y le vejaron y humillaron en su persona. Nos comenta el profesor Silvino García Estrada, líder del grupo “Asociación Liberal Francisco Zarco “ que a él le parece injusto e incomprensible que aquí en Durango los liberales nunca se manifestaron en apoyo del doctor Mireles, no obstante conocer su afiliación liberal y su pertenencia a la masonería.

Lo cierto es que ese legendario luchador michoacano supo sobreponerse a los peligros como el avionazo que se dice se lo armó el gobierno, ráfagas de balas dirigidas a él, emboscadas, etc. y que siendo médico de profesión se emboletó en el cumplimiento de un precepto instituido por el Gran Arquitecto del Universo que para este caso fue la libertad de su pueblo.

Muchos o pocos defectos tendría Mireles como todo ser humano, pero lo cierto es que al igual que muchos masones que han luchado por la libertad de los pueblos, hoy la historia los registra sin escatimarles sus esfuerzos y gloria y hasta a regañadientes los enemigos de ellos reconocen con el tiempo como legítimas sus luchas.

Y como decíamos, los masones y los, liberales son humanos y susceptibles a cometer errores, pero y parafraseando a don Braulio Meraz Nevárez, sacaremos a colación uno de sus dichos ad hoc para con las luchas de aquellos cuando dijo: “Las cosas buenas mías las tengo que decir yo porque las malas las van a decir mis enemigos”.

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