/ jueves 21 de noviembre de 2019

Enrique Serna presentará en Durango su novela más reciente

Ahora sí va en serio: Ya era tiempo de que en el museo Francisco Villa se presente a uno de los mejores escritores de novela histórica, Enrique Serna, el próximo 5 de diciembre.

La novela “El vendedor de silencio” es una lectura obligada no solo para quienes ejercen el oficio del periodismo, también para aquellos que les interesa conocer la relación de reporteros y columnistas influyentes con los hombres de la época de oro del poder en México.

En este género, Enrique Serna ha escrito “El seductor de la patria” y “La doble vida de Jesús” y ahora con “El vendedor de silencio” reta al lector para que descubra cuándo nos habla de la ficción o cuándo de la realidad.

Para entender las relaciones del poder entre los medios de comunicación y periodistas, hay que saber quién es quién en esos momentos donde surge la figura de Carlos Denegri, considerado el periodista más poderoso de la mitad del siglo XX.

No sería exagerado llamar a Denegri desde el sexenio de Manuel Ávila Camacho hasta Gustavo Díaz Ordaz, “el interlocutor del poder o el vocero de los presidentes de la República en turno”. No se conocen muchos Carlos Denegri en la historia del periodismo de este país.

Temido y odiado por los políticos más poderosos de su tiempo. Tal vez por eso, Carlos Monsiváis dijo: “Un coscorrón en su columna representaba una temporada en el infierno para cualquier aspirante a un puesto público”.

Como contrapeso, junto con Carlos Denegri, el periodista más famoso de la época dorada del sistema político mexicano, el de la “dictadura perfecta”, del PRI invencible, de los tlatoanis aztecas y del autoritarismo presidencial, surgen periodistas como Julio Scherer García, Renato Leduc, Jacobo Zabludovsky, Jorge Piñó y Miguel Ángel Granados Chapa.

Aunque Carlos Denegri era un periodista corrupto, perverso, sicópata, misógino, machista, sádico y un don Juan con las mujeres, paradójicamente fue admirado por periodistas y columnistas de su tiempo.

Nos dice Enrique Serna: “Julio Scherer era el mirlo blanco y Denegri el ángel exterminador”, nadie como Carlos, durante 30 años disfrutó como nadie de las mieles y de esa droga llamada poder, pero también conoció el infierno de las traiciones y deslealtades de los políticos.

Torres muy altas se caen del cielo, pero del suelo no han de pasar: Tomas Méndez Sosa.

Leer la novela “El vendedor de silencio” es entrar a un mundo alucinante y demoledor. Una novela como casi todas las de Enrique Serna, donde todo parece ficción pero también realidad. Entre más vamos conociendo al personaje, uno queda prendido y cautivado de un hombre que le regalaba a una mujer una estrella o la hacía sufrir en el límite de la vida y la muerte.

Se dice de la película “Joker” que es perversa y hermosa. Así se podría definir la novela “El vendedor de silencio”. Si algo tiene Enrique Serna, con la lectura de su novela, es que muchos periodistas tienen algo de Carlos Denegri, pero también de Julio Scherer, Renato Leduc, Miguel Ángel Granados Chapa o Jorge Piñó.

Ahora sí va en serio: Ya era tiempo de que en el museo Francisco Villa se presente a uno de los mejores escritores de novela histórica, Enrique Serna, el próximo 5 de diciembre.

La novela “El vendedor de silencio” es una lectura obligada no solo para quienes ejercen el oficio del periodismo, también para aquellos que les interesa conocer la relación de reporteros y columnistas influyentes con los hombres de la época de oro del poder en México.

En este género, Enrique Serna ha escrito “El seductor de la patria” y “La doble vida de Jesús” y ahora con “El vendedor de silencio” reta al lector para que descubra cuándo nos habla de la ficción o cuándo de la realidad.

Para entender las relaciones del poder entre los medios de comunicación y periodistas, hay que saber quién es quién en esos momentos donde surge la figura de Carlos Denegri, considerado el periodista más poderoso de la mitad del siglo XX.

No sería exagerado llamar a Denegri desde el sexenio de Manuel Ávila Camacho hasta Gustavo Díaz Ordaz, “el interlocutor del poder o el vocero de los presidentes de la República en turno”. No se conocen muchos Carlos Denegri en la historia del periodismo de este país.

Temido y odiado por los políticos más poderosos de su tiempo. Tal vez por eso, Carlos Monsiváis dijo: “Un coscorrón en su columna representaba una temporada en el infierno para cualquier aspirante a un puesto público”.

Como contrapeso, junto con Carlos Denegri, el periodista más famoso de la época dorada del sistema político mexicano, el de la “dictadura perfecta”, del PRI invencible, de los tlatoanis aztecas y del autoritarismo presidencial, surgen periodistas como Julio Scherer García, Renato Leduc, Jacobo Zabludovsky, Jorge Piñó y Miguel Ángel Granados Chapa.

Aunque Carlos Denegri era un periodista corrupto, perverso, sicópata, misógino, machista, sádico y un don Juan con las mujeres, paradójicamente fue admirado por periodistas y columnistas de su tiempo.

Nos dice Enrique Serna: “Julio Scherer era el mirlo blanco y Denegri el ángel exterminador”, nadie como Carlos, durante 30 años disfrutó como nadie de las mieles y de esa droga llamada poder, pero también conoció el infierno de las traiciones y deslealtades de los políticos.

Torres muy altas se caen del cielo, pero del suelo no han de pasar: Tomas Méndez Sosa.

Leer la novela “El vendedor de silencio” es entrar a un mundo alucinante y demoledor. Una novela como casi todas las de Enrique Serna, donde todo parece ficción pero también realidad. Entre más vamos conociendo al personaje, uno queda prendido y cautivado de un hombre que le regalaba a una mujer una estrella o la hacía sufrir en el límite de la vida y la muerte.

Se dice de la película “Joker” que es perversa y hermosa. Así se podría definir la novela “El vendedor de silencio”. Si algo tiene Enrique Serna, con la lectura de su novela, es que muchos periodistas tienen algo de Carlos Denegri, pero también de Julio Scherer, Renato Leduc, Miguel Ángel Granados Chapa o Jorge Piñó.