/ lunes 27 de diciembre de 2021

Enríquez busca otro partido

El escenario de rebeldía y alejamiento que generó José Ramón Enríquez con su postura de inconformarse con la decisión de nominar a Alma Marina Vitela Rodríguez como la virtual candidata de Morena a gobernadora, era previsible dada la característica de “chapulín político” que se ha ganado el oftalmólogo.

Para quien decide en la Cuarta Transformación, y los morenistas de la capital del país que perciben con desconfianza al senador duranguense, no fue una sorpresa la actitud triunfalista y disruptora que asumió, quien efectivamente las encuestas ubicaron como el más popular entre la ciudadanía, pero también como el que registró los más altos porcentajes de opiniones negativas.

Desde antes, durante y después que se tomara la determinación por parte de la Comisión Nacional de Elecciones, Enríquez realizó una labor de “encantamiento” entre sus seguidores, al inducir la idea de que ya era el candidato a gobernador de Morena y sus aliados. Ello provocó un ambiente triunfalista que ahora se traduce en malestar al no resultar elegido, mismo que es utilizado como argumento para anunciar “la búsqueda de otros caminos porque el pueblo lo pide”, que lo lleven a cristalizar el proyecto personal de ocupar la silla principal del Bicentenario.

Cobra relevancia y viene a colación ahora, el mensaje que expresó durante entrevista que le hiciera un canal local a Mario Delgado al inicio del proceso selectivo: “No hay un perfil más fuerte que el posicionamiento del Partido. Quién crea que por sí mismo es el más fuerte, se puede equivocar, como ya lo hicieron en la pasada elección varios”.

Y según algunos personajes de este partido, Enríquez ya sabía que no iba a ser el nominado, y no respetó la decisión, y se dedicó a crear percepción a su favor. No así Marina Vitela, quien también tenía conocimiento de que sería la coordinadora de los Comités de Defensa de la 4T, y se mantuvo prudente y sin visos de ganadora.

Desde 2004 en que rompió con el gobernador Ismael Hernández Deras y el PRI, al no encontrar eco a sus aspiraciones de obtener una candidatura, Enríquez comenzó a “brincar” de partido en partido. Lo hizo con el PRD. Utilizó a la coalición del PAN y MC para encumbrarse en Presidencia Municipal, renegó del panismo y desertó hacia el movimiento naranja, del cual se “columpió” para enlistarse en Morena.

En este último partido firmó un pacto de civilidad junto a los demás aspirantes, para respetar la definición, en caso de no resultar electo. Los demás no han manifestado hasta ahora posturas de confrontación como las del galeno.

De existir una operación “cicatriz”, ésta tendría que ser ejecutada por el Comité Ejecutivo Nacional de Morena, ya que por ahora Marina Vitela, antes de que inicie la precampaña, enfocará su esfuerzo y trabajo en la construcción de los comités de defensa que se instalarán por todo el territorio duranguense, según comentaron varios de sus colaboradores que le acompañarán durante la búsqueda del voto ciudadano.

El escenario de rebeldía y alejamiento que generó José Ramón Enríquez con su postura de inconformarse con la decisión de nominar a Alma Marina Vitela Rodríguez como la virtual candidata de Morena a gobernadora, era previsible dada la característica de “chapulín político” que se ha ganado el oftalmólogo.

Para quien decide en la Cuarta Transformación, y los morenistas de la capital del país que perciben con desconfianza al senador duranguense, no fue una sorpresa la actitud triunfalista y disruptora que asumió, quien efectivamente las encuestas ubicaron como el más popular entre la ciudadanía, pero también como el que registró los más altos porcentajes de opiniones negativas.

Desde antes, durante y después que se tomara la determinación por parte de la Comisión Nacional de Elecciones, Enríquez realizó una labor de “encantamiento” entre sus seguidores, al inducir la idea de que ya era el candidato a gobernador de Morena y sus aliados. Ello provocó un ambiente triunfalista que ahora se traduce en malestar al no resultar elegido, mismo que es utilizado como argumento para anunciar “la búsqueda de otros caminos porque el pueblo lo pide”, que lo lleven a cristalizar el proyecto personal de ocupar la silla principal del Bicentenario.

Cobra relevancia y viene a colación ahora, el mensaje que expresó durante entrevista que le hiciera un canal local a Mario Delgado al inicio del proceso selectivo: “No hay un perfil más fuerte que el posicionamiento del Partido. Quién crea que por sí mismo es el más fuerte, se puede equivocar, como ya lo hicieron en la pasada elección varios”.

Y según algunos personajes de este partido, Enríquez ya sabía que no iba a ser el nominado, y no respetó la decisión, y se dedicó a crear percepción a su favor. No así Marina Vitela, quien también tenía conocimiento de que sería la coordinadora de los Comités de Defensa de la 4T, y se mantuvo prudente y sin visos de ganadora.

Desde 2004 en que rompió con el gobernador Ismael Hernández Deras y el PRI, al no encontrar eco a sus aspiraciones de obtener una candidatura, Enríquez comenzó a “brincar” de partido en partido. Lo hizo con el PRD. Utilizó a la coalición del PAN y MC para encumbrarse en Presidencia Municipal, renegó del panismo y desertó hacia el movimiento naranja, del cual se “columpió” para enlistarse en Morena.

En este último partido firmó un pacto de civilidad junto a los demás aspirantes, para respetar la definición, en caso de no resultar electo. Los demás no han manifestado hasta ahora posturas de confrontación como las del galeno.

De existir una operación “cicatriz”, ésta tendría que ser ejecutada por el Comité Ejecutivo Nacional de Morena, ya que por ahora Marina Vitela, antes de que inicie la precampaña, enfocará su esfuerzo y trabajo en la construcción de los comités de defensa que se instalarán por todo el territorio duranguense, según comentaron varios de sus colaboradores que le acompañarán durante la búsqueda del voto ciudadano.