/ domingo 27 de enero de 2019

Entre aspirantes declarados de Morena Nacho Aguado hace la diferencia

Los tres que han declarado sus aspiraciones a la candidatura para la Alcaldía capitalina, los tres coinciden en que tienen los méritos suficientes para ser los elegidos para esa justa electoral que se avecina.

Al referirme a la diferencia que hace uno de ellos, no es que el resto sea malo, porque no se trata de ponerlos en un contexto maniqueo, pero sí determinar en mi modesta opinión el perfil que al menos a mí pudiera convencerme y que de hecho eso ha sucedido ya, dado el análisis personal que planteo de cada uno de ellos y que comparto con los que me hagan el favor de leerme.

Sin embargo, de los tres, Morena tendría que hacer un gran ensayo de selección, dadas las características que en su personalidad y desempeño profesional hayan conservado. De ahí que pesará mucho el prestigio que cada quien albergue en el haber de su trayectoria, porque no se trata de que dichos perfiles llenen el ojo de la dirigencia, con simpatía, soborno o intimidación.

Todos conocemos el origen partidista del que proviene cada uno, lo que resultaría ocioso mencionar, y menos con el ánimo de satanizar los antecedentes políticos de los aspirantes, ya que afortunadamente en la actualidad, no son de gran trascendencia para influir en el ánimo de los electores, que en estos tiempos detestan las siglas del PRIAN, pero no los perfiles rescatables que emanan de dicho maridaje, siempre y cuando su comportamiento no haya rebasado los estándares que la ciudadanía tolera en el escenario de su desenvolvimiento como servidores públicos.

De ahí que nos veamos obligados a observar algunas especulaciones que pesan en el haber de la señora, quien en la actualidad se desempeña como diputada local por el Partido Morena, cuya inteligencia y carisma son incuestionables, pero dichas virtudes no fueron suficientes para librarla de la novatez política de la que el ejercicio del poder la hiciera víctima.

Se comenta recio y quedito que al tener picaporte abierto con el gobernador se engolosinó y caro tuvo que pagar el precio de haberse dejado utilizar, cuyo error no hubiera sido tan obvio, si la discreción y prudencia mediática no la hubieran sorprendido ni delatado como entreguista y desleal al proyecto que ella encabezaba como responsable de la coordinación del Congreso.

Los analistas de pacotilla que quisieron endulzarle el oído ante la opinión pública, dieron testimonio de que se trataba de un acuerdo político, versiones cargadas de frivolidad, tendientes a desvanecer la acción repentina de su renuncia, cuya estrategia poco ayudó a cubrir las suspicacias de corte entreguista, que fueron ponderadas por encima de la supuesta discreción que iba encaminada a evitar cualquier obstáculo que pudiera incidir en sus aspiraciones.

De ser así, entonces debieron inventarle otra razón de su retiro y no la de ventajista y desleal al proyecto de Morena, ya que dicho rumor corrió como reguero de pólvora y no creo que haya sido para bien de sus aspiraciones ahora manifiestas, que de no truncarse al interior de su Partido sí pudiera suceder al exterior.

Pero los abrojos de las opiniones ácidas, también hacen tema de la personalidad del expriista, ahora militante de Morena, a quien le vaticinan una ruta muy escabrosa para lograr el objetivo que se ha propuesto, al grado de no escatimar métodos violentos para forzar al partido a que patrocine su candidatura.

Nadie desconoce su amplia trayectoria como funcionario público, pero tampoco nadie ignora los errores que ha cometido. Desafortunadamente dicho paralelismo no se toma para balancear de manera equilibrada el bien y el mal, sino para hacer del segundo toda la mortaja del primero y no permitir que del bien se aprecie una sola chispa que incite a la reflexión madura.

El aspirante expriista pudo haber tenido muchísimos aciertos, pero nada sería suficiente para quitar esa tintura que manchó su investidura como secretario de Educación, donde refleja la culpa de haber reprimido y encarcelado a los maestros y pese a la cobertura mediática, no logrará despercudirse semejante mancha.

El estigma de represor de docentes está muy bien tatuado, pero concedámosle el beneficio de la duda a la dirigencia de Morena, que pudiera simular no verlo, pero dicha simulación ¿Podría adoptarla el magisterio? Por supuesto que no, el mal está hecho y las explicaciones y deslindes tardíos de responsabilidad, por supuesto que no serán suficientes para que los maestros echen en saco roto el agravio que sufrieron sus compañeros al hacerlos víctimas de la persecución y la cárcel.

Además, el expriista pertenece a un grupo de técnicos muy elitista y señalado por sus adicciones al poder. No desaprovechan cualquier hilo para colgarse y amafiarse en la dirección que sea para beneficiar solamente a sus familiares y amigos. Por eso, van con todo, a tal grado que esta vez se han atrincherado con un grupo de porros, para intimidar violentamente las aspiraciones de otros, de cuyos atropellos se desprende el mensaje que no van sólo por la candidatura, sino por la franquicia de Morena.

Dichos detalles no le despejan el camino al licenciado Ignacio Aguado, dada la forma peculiar en que operan los partidos, ya que muchas veces confunden las debilidades con las habilidades. De ahí que el aspirante que posea mayor habilidad para despistar su lado oscuro pueda ser el agraciado con la candidatura. Pero amén de lo que la dirigencia tenga en la agenda, Nacho Aguado, no puede pasar desapercibido por su lucha y tenacidad a favor del proyecto del actual presidente de la República.

No puede pasar desapercibido, pese al pragmatismo inescrupuloso que han asumido muchos políticos advenedizos y que Morena en el ánimo de derrotar a sus enemigos no la piensa en utilizar sus propias armas. Afortunadamente he visto cómo al natural las cosas empiezan a ponerse a favor de Nacho Aguado, ya que de unos días para acá, los medios de comunicación lo empiezan a cortejar, sin necesidad de que él tuviera que hacerlo.

No puede pasar desapercibido y no porque sea el mejor, sino porque sería el que menos puntos de rechazo aglutinaría alrededor de su persona. Porque el joven político ante los acontecimientos de crisis que vivimos en Durango, podría catalogarse como la reserva moral, ante la negativa a morir del prinosaurio que ahora disfrazado de Morena intenta asaltar el Partido.

No puede pasar desapercibido, porque Nacho representa el perfil nuevo que necesita Durango; porque representa la ruta anticorrupción que el prinosaurio quiere despistar, lanzándose a la faena pintado de Morena, pero a los electores nos queda muy claro que es el mismo toro nomás que por otra puerta.

No puede pasar desapercibido, porque Nacho Aguado se ha ganado el respeto, la solidaridad y el apoyo moral de muchísima gente y no hacían falta que los desfiguros de otros aspirantes fueran tan puntuales, para que los dirigentes tanto locales como nacionales noten las diferencias entre los francotiradores a la candidatura.

Los tres que han declarado sus aspiraciones a la candidatura para la Alcaldía capitalina, los tres coinciden en que tienen los méritos suficientes para ser los elegidos para esa justa electoral que se avecina.

Al referirme a la diferencia que hace uno de ellos, no es que el resto sea malo, porque no se trata de ponerlos en un contexto maniqueo, pero sí determinar en mi modesta opinión el perfil que al menos a mí pudiera convencerme y que de hecho eso ha sucedido ya, dado el análisis personal que planteo de cada uno de ellos y que comparto con los que me hagan el favor de leerme.

Sin embargo, de los tres, Morena tendría que hacer un gran ensayo de selección, dadas las características que en su personalidad y desempeño profesional hayan conservado. De ahí que pesará mucho el prestigio que cada quien albergue en el haber de su trayectoria, porque no se trata de que dichos perfiles llenen el ojo de la dirigencia, con simpatía, soborno o intimidación.

Todos conocemos el origen partidista del que proviene cada uno, lo que resultaría ocioso mencionar, y menos con el ánimo de satanizar los antecedentes políticos de los aspirantes, ya que afortunadamente en la actualidad, no son de gran trascendencia para influir en el ánimo de los electores, que en estos tiempos detestan las siglas del PRIAN, pero no los perfiles rescatables que emanan de dicho maridaje, siempre y cuando su comportamiento no haya rebasado los estándares que la ciudadanía tolera en el escenario de su desenvolvimiento como servidores públicos.

De ahí que nos veamos obligados a observar algunas especulaciones que pesan en el haber de la señora, quien en la actualidad se desempeña como diputada local por el Partido Morena, cuya inteligencia y carisma son incuestionables, pero dichas virtudes no fueron suficientes para librarla de la novatez política de la que el ejercicio del poder la hiciera víctima.

Se comenta recio y quedito que al tener picaporte abierto con el gobernador se engolosinó y caro tuvo que pagar el precio de haberse dejado utilizar, cuyo error no hubiera sido tan obvio, si la discreción y prudencia mediática no la hubieran sorprendido ni delatado como entreguista y desleal al proyecto que ella encabezaba como responsable de la coordinación del Congreso.

Los analistas de pacotilla que quisieron endulzarle el oído ante la opinión pública, dieron testimonio de que se trataba de un acuerdo político, versiones cargadas de frivolidad, tendientes a desvanecer la acción repentina de su renuncia, cuya estrategia poco ayudó a cubrir las suspicacias de corte entreguista, que fueron ponderadas por encima de la supuesta discreción que iba encaminada a evitar cualquier obstáculo que pudiera incidir en sus aspiraciones.

De ser así, entonces debieron inventarle otra razón de su retiro y no la de ventajista y desleal al proyecto de Morena, ya que dicho rumor corrió como reguero de pólvora y no creo que haya sido para bien de sus aspiraciones ahora manifiestas, que de no truncarse al interior de su Partido sí pudiera suceder al exterior.

Pero los abrojos de las opiniones ácidas, también hacen tema de la personalidad del expriista, ahora militante de Morena, a quien le vaticinan una ruta muy escabrosa para lograr el objetivo que se ha propuesto, al grado de no escatimar métodos violentos para forzar al partido a que patrocine su candidatura.

Nadie desconoce su amplia trayectoria como funcionario público, pero tampoco nadie ignora los errores que ha cometido. Desafortunadamente dicho paralelismo no se toma para balancear de manera equilibrada el bien y el mal, sino para hacer del segundo toda la mortaja del primero y no permitir que del bien se aprecie una sola chispa que incite a la reflexión madura.

El aspirante expriista pudo haber tenido muchísimos aciertos, pero nada sería suficiente para quitar esa tintura que manchó su investidura como secretario de Educación, donde refleja la culpa de haber reprimido y encarcelado a los maestros y pese a la cobertura mediática, no logrará despercudirse semejante mancha.

El estigma de represor de docentes está muy bien tatuado, pero concedámosle el beneficio de la duda a la dirigencia de Morena, que pudiera simular no verlo, pero dicha simulación ¿Podría adoptarla el magisterio? Por supuesto que no, el mal está hecho y las explicaciones y deslindes tardíos de responsabilidad, por supuesto que no serán suficientes para que los maestros echen en saco roto el agravio que sufrieron sus compañeros al hacerlos víctimas de la persecución y la cárcel.

Además, el expriista pertenece a un grupo de técnicos muy elitista y señalado por sus adicciones al poder. No desaprovechan cualquier hilo para colgarse y amafiarse en la dirección que sea para beneficiar solamente a sus familiares y amigos. Por eso, van con todo, a tal grado que esta vez se han atrincherado con un grupo de porros, para intimidar violentamente las aspiraciones de otros, de cuyos atropellos se desprende el mensaje que no van sólo por la candidatura, sino por la franquicia de Morena.

Dichos detalles no le despejan el camino al licenciado Ignacio Aguado, dada la forma peculiar en que operan los partidos, ya que muchas veces confunden las debilidades con las habilidades. De ahí que el aspirante que posea mayor habilidad para despistar su lado oscuro pueda ser el agraciado con la candidatura. Pero amén de lo que la dirigencia tenga en la agenda, Nacho Aguado, no puede pasar desapercibido por su lucha y tenacidad a favor del proyecto del actual presidente de la República.

No puede pasar desapercibido, pese al pragmatismo inescrupuloso que han asumido muchos políticos advenedizos y que Morena en el ánimo de derrotar a sus enemigos no la piensa en utilizar sus propias armas. Afortunadamente he visto cómo al natural las cosas empiezan a ponerse a favor de Nacho Aguado, ya que de unos días para acá, los medios de comunicación lo empiezan a cortejar, sin necesidad de que él tuviera que hacerlo.

No puede pasar desapercibido y no porque sea el mejor, sino porque sería el que menos puntos de rechazo aglutinaría alrededor de su persona. Porque el joven político ante los acontecimientos de crisis que vivimos en Durango, podría catalogarse como la reserva moral, ante la negativa a morir del prinosaurio que ahora disfrazado de Morena intenta asaltar el Partido.

No puede pasar desapercibido, porque Nacho representa el perfil nuevo que necesita Durango; porque representa la ruta anticorrupción que el prinosaurio quiere despistar, lanzándose a la faena pintado de Morena, pero a los electores nos queda muy claro que es el mismo toro nomás que por otra puerta.

No puede pasar desapercibido, porque Nacho Aguado se ha ganado el respeto, la solidaridad y el apoyo moral de muchísima gente y no hacían falta que los desfiguros de otros aspirantes fueran tan puntuales, para que los dirigentes tanto locales como nacionales noten las diferencias entre los francotiradores a la candidatura.