/ viernes 15 de enero de 2021

Entre la esperanza y la lucha por el poder

Los que integran la clase política mexicana, ninguno de ellos puede tirar la primera piedra. Lo que sí hacen muchos, es trabajar con la mano izquierda y cobrar con la derecha y en ocasiones, avientan la piedra y esconden la mano.

La pandemia sigue siendo un problema de salud pública, pero lo han convertido en una arena romana. Y con la llegada de la vacuna, que representa para los mexicanos un rayo de esperanza en contra del virus, quienes aspiran a un puesto de elección popular ya comenzaron a politizar este tema, pensando que las críticas al Gobierno Federal se convertirán en votos.

Por supuesto que los opositores a la 4T, están en todo su derecho de criticar al presidente Andrés Manuel López Obrador, al que han convertido en el presidente más criticado de toda la historia. Pero la crítica que no funciona, puede convertir en mártir a quien va dirigida. De otro modo, no se puede explicar que la popularidad de López Obrador, en este momento se encuentre en el 60% de las preferencias de las mexicanas y de los mexicanos.

En estas críticas nuestras políticas y políticos locales, no cantan mal las rancheras. Miguel Lazalde el presidente generoso del PRD estatal, hace unos días declaró a los medios: “La vacuna se está tardando mucho en llegar a Durango”. Cuando ya sabíamos la fecha de su llegada, como así sucedió.

El perredista David Ramos Zepeda, famoso por su generosidad al haberle dado al PRI el distrito 03, se ha especializado en ser un duro crítico del presidente de la República. En una entrevista en días pasados, con medios de comunicación declaró: “La logística de vacunación al paso que van, se tardarán en vacunar a toda la población 30 ó 40 años”. No somos expertos en el tema, ni el perredista generoso tampoco.

Pero como ya estamos en tiempos electorales y lo que importa es, quítate tú, para llegar yo, no se sorprenda que la vacuna que puede salvarnos, se convierta en el tema central de los discursos de campaña. Qué triste sería, que así fuera. Creemos que el asunto de la vacuna debe de ser tratado de otra manera, significa la salud de todos los mexicanos y no que se utilice, como trampolín para convertirse en diputada o diputado local, diputada o diputado federal.

Tal parece, que la clase política se olvida que la sociedad tarde o temprano cobra facturas. Como sociedad no podemos darnos el lujo de permitir que la vacuna sea el pretexto para llegar o conservar el poder. Se trata con la vacuna, de salvar millones de vidas de mujeres y hombres de nuestro país. Dejemos que los responsables de aplicarla hagan lo suyo. Muchas diputadas y diputados, en ocasiones, solo sirven para levantar la mano y cobrar puntualmente sus quincenas. La vacuna es un tema técnico y científico, y no un asunto político electoral. Ni la 4T o la alianza PAN, PRI y PRD, y toda la clase política que integra el club de la partidocracia, no tienen el derecho ético y moral, de utilizar políticamente la salud del pueblo de México. La vacuna llegará a su tiempo y no será como lo afirma el diputado David Ramos Zepeda, en 30 ó 40 años.

Los que integran la clase política mexicana, ninguno de ellos puede tirar la primera piedra. Lo que sí hacen muchos, es trabajar con la mano izquierda y cobrar con la derecha y en ocasiones, avientan la piedra y esconden la mano.

La pandemia sigue siendo un problema de salud pública, pero lo han convertido en una arena romana. Y con la llegada de la vacuna, que representa para los mexicanos un rayo de esperanza en contra del virus, quienes aspiran a un puesto de elección popular ya comenzaron a politizar este tema, pensando que las críticas al Gobierno Federal se convertirán en votos.

Por supuesto que los opositores a la 4T, están en todo su derecho de criticar al presidente Andrés Manuel López Obrador, al que han convertido en el presidente más criticado de toda la historia. Pero la crítica que no funciona, puede convertir en mártir a quien va dirigida. De otro modo, no se puede explicar que la popularidad de López Obrador, en este momento se encuentre en el 60% de las preferencias de las mexicanas y de los mexicanos.

En estas críticas nuestras políticas y políticos locales, no cantan mal las rancheras. Miguel Lazalde el presidente generoso del PRD estatal, hace unos días declaró a los medios: “La vacuna se está tardando mucho en llegar a Durango”. Cuando ya sabíamos la fecha de su llegada, como así sucedió.

El perredista David Ramos Zepeda, famoso por su generosidad al haberle dado al PRI el distrito 03, se ha especializado en ser un duro crítico del presidente de la República. En una entrevista en días pasados, con medios de comunicación declaró: “La logística de vacunación al paso que van, se tardarán en vacunar a toda la población 30 ó 40 años”. No somos expertos en el tema, ni el perredista generoso tampoco.

Pero como ya estamos en tiempos electorales y lo que importa es, quítate tú, para llegar yo, no se sorprenda que la vacuna que puede salvarnos, se convierta en el tema central de los discursos de campaña. Qué triste sería, que así fuera. Creemos que el asunto de la vacuna debe de ser tratado de otra manera, significa la salud de todos los mexicanos y no que se utilice, como trampolín para convertirse en diputada o diputado local, diputada o diputado federal.

Tal parece, que la clase política se olvida que la sociedad tarde o temprano cobra facturas. Como sociedad no podemos darnos el lujo de permitir que la vacuna sea el pretexto para llegar o conservar el poder. Se trata con la vacuna, de salvar millones de vidas de mujeres y hombres de nuestro país. Dejemos que los responsables de aplicarla hagan lo suyo. Muchas diputadas y diputados, en ocasiones, solo sirven para levantar la mano y cobrar puntualmente sus quincenas. La vacuna es un tema técnico y científico, y no un asunto político electoral. Ni la 4T o la alianza PAN, PRI y PRD, y toda la clase política que integra el club de la partidocracia, no tienen el derecho ético y moral, de utilizar políticamente la salud del pueblo de México. La vacuna llegará a su tiempo y no será como lo afirma el diputado David Ramos Zepeda, en 30 ó 40 años.