/ sábado 24 de octubre de 2020

Epígrafe

Todos tenemos bondad

Será casualidad, pero siempre que toco en mis artículos algo relacionado con los policías, varias personas me refieren situaciones que a ellos les han sucedido, ya sea similares a las que menciono en mis comentarios, o bien, llegan a narrar varios acontecimientos por los cuales se sienten injustamente humillados.

Lo malo del caso es que, todas las corporaciones policiacas se encuentran salpicadas por el resentimiento del rencor de nuestra sociedad, aunque haya buenos o muy buenos elementos, que no se duda existan, pero como una manzana podrida va pudriendo a las demás, así también por una mala acción de alguno de ellos la llevan todos.

Este sentimiento de enfado profundo hacia las policías es persistente en la sociedad que cada vez que sentimos una acusación calumniosa, un abuso de autoridad, una humillación, los malos y notorios ejemplos negativos que son evidentes en ellos, se van acumulando, creando un rencor hasta convertirse en un deseo de venganza, y en muchas personas se palpa un odio que les resulta insoportable.

Por supuesto que todas esas actitudes injustas son para crear molestia en la sociedad y sembrar el rencor por esas arbitrariedades, abusos y humillaciones, buscando la gran mayoría la oportunidad de venganza; aunque muchas veces, paguen justos por pecadores, pues no todos los que trabajan en esas corporaciones son así, y sí muchos que se llegan a hacer así, como la manzana podrida, que pudre a las demás.

De los sentimientos más perversos de la humanidad son el odio y el rencor, que son emociones que no nos permite olvidar una situación que ha ocurrido y en la que nos hemos sentido dolidos o dañados.

Y es por ese dolor por lo que buscamos devolver de alguna forma el daño que nos han causado, esperando el mejor momento para ello.

Desgraciadamente vivimos en una sociedad en donde constatamos que hasta el mismo presidente aún no satisface su deseo de venganza y continúa tratando de inventar delitos a García Luna y a cualquiera, con tal de que le pueda tocar algo a Calderón.

Pero como lo mencioné anteriormente, aun cuando hayamos sufrido decepciones de las autoridades, estoy completamente seguro que existen personas bondadosas, y para todos es mejor tratar de evitar los rencores y deseos de venganza que aún nos tienen en prisión y tener siempre la certeza que en cualquier parte se podrá encontrar a gente con sentimientos de bondad.

Ser bueno es estar dispuesto a ayudar al que lo necesita; a enseñar; a no discutir sin motivo. En medio de la maldad siempre hay bondad y debemos buscar que resulten ganadores los buenos siempre.

Ante esto viene a mi memoria una fábula de dos personas que habían compartido injustamente una celda en prisión durante varios años, soportando todo tipo de maltratos y humillaciones. Ya estando en libertad, se encontraros algunos años después. Uno le preguntó al otro:

- ¿Alguna vez te acuerdas de los carceleros?

– No, gracias a Dios ya lo olvidé todo – contestó - ¿Y tú?

– Yo continúo odiándolos con todas mis fuerzas – respondió el otro.

Su amigo lo miró unos instantes, luego dijo: - Lo siento por ti. Si eso es así, significa que aún te tienen preso.

Cualquier sentimiento negativo dañará más a quien lo guarde. Y puede ser muy favorable para toda persona considerar que vivimos con gente buena, quienes confiarán entregar su bondad y buenas cualidades si así los catalogamos. Jean Paul Sartre, nos legó esta frase: “Si no estás muerto todavía, perdona. El rencor es denso, es mundano; déjalo en la tierra: muere liviano.”

Y recordar en todo momento lo señalado por Platón: “Buscando el bien de nuestros semejantes, encontramos el nuestro”.

Todos tenemos bondad

Será casualidad, pero siempre que toco en mis artículos algo relacionado con los policías, varias personas me refieren situaciones que a ellos les han sucedido, ya sea similares a las que menciono en mis comentarios, o bien, llegan a narrar varios acontecimientos por los cuales se sienten injustamente humillados.

Lo malo del caso es que, todas las corporaciones policiacas se encuentran salpicadas por el resentimiento del rencor de nuestra sociedad, aunque haya buenos o muy buenos elementos, que no se duda existan, pero como una manzana podrida va pudriendo a las demás, así también por una mala acción de alguno de ellos la llevan todos.

Este sentimiento de enfado profundo hacia las policías es persistente en la sociedad que cada vez que sentimos una acusación calumniosa, un abuso de autoridad, una humillación, los malos y notorios ejemplos negativos que son evidentes en ellos, se van acumulando, creando un rencor hasta convertirse en un deseo de venganza, y en muchas personas se palpa un odio que les resulta insoportable.

Por supuesto que todas esas actitudes injustas son para crear molestia en la sociedad y sembrar el rencor por esas arbitrariedades, abusos y humillaciones, buscando la gran mayoría la oportunidad de venganza; aunque muchas veces, paguen justos por pecadores, pues no todos los que trabajan en esas corporaciones son así, y sí muchos que se llegan a hacer así, como la manzana podrida, que pudre a las demás.

De los sentimientos más perversos de la humanidad son el odio y el rencor, que son emociones que no nos permite olvidar una situación que ha ocurrido y en la que nos hemos sentido dolidos o dañados.

Y es por ese dolor por lo que buscamos devolver de alguna forma el daño que nos han causado, esperando el mejor momento para ello.

Desgraciadamente vivimos en una sociedad en donde constatamos que hasta el mismo presidente aún no satisface su deseo de venganza y continúa tratando de inventar delitos a García Luna y a cualquiera, con tal de que le pueda tocar algo a Calderón.

Pero como lo mencioné anteriormente, aun cuando hayamos sufrido decepciones de las autoridades, estoy completamente seguro que existen personas bondadosas, y para todos es mejor tratar de evitar los rencores y deseos de venganza que aún nos tienen en prisión y tener siempre la certeza que en cualquier parte se podrá encontrar a gente con sentimientos de bondad.

Ser bueno es estar dispuesto a ayudar al que lo necesita; a enseñar; a no discutir sin motivo. En medio de la maldad siempre hay bondad y debemos buscar que resulten ganadores los buenos siempre.

Ante esto viene a mi memoria una fábula de dos personas que habían compartido injustamente una celda en prisión durante varios años, soportando todo tipo de maltratos y humillaciones. Ya estando en libertad, se encontraros algunos años después. Uno le preguntó al otro:

- ¿Alguna vez te acuerdas de los carceleros?

– No, gracias a Dios ya lo olvidé todo – contestó - ¿Y tú?

– Yo continúo odiándolos con todas mis fuerzas – respondió el otro.

Su amigo lo miró unos instantes, luego dijo: - Lo siento por ti. Si eso es así, significa que aún te tienen preso.

Cualquier sentimiento negativo dañará más a quien lo guarde. Y puede ser muy favorable para toda persona considerar que vivimos con gente buena, quienes confiarán entregar su bondad y buenas cualidades si así los catalogamos. Jean Paul Sartre, nos legó esta frase: “Si no estás muerto todavía, perdona. El rencor es denso, es mundano; déjalo en la tierra: muere liviano.”

Y recordar en todo momento lo señalado por Platón: “Buscando el bien de nuestros semejantes, encontramos el nuestro”.