/ miércoles 1 de junio de 2022

¡Esos son los que roban la nación!

“Esos son los que roban la nación”. Esta vieja y desgastada rima nos sirve para señalar la cueva de Alito y sus cuarenta ladrones, los cuales cierran filas ante el desprestigio que se cierne sobre su líder, el cual atesoran con mucha devoción y discreción, porque ahí se nutre el cinismo de rendirle pleitesía cuando reconocen sus virtudes:

“Roba pero nos deja robar”. “No nos da, pero nos ponen donde hay”. “No trabaja, pero nosotros tampoco”. “Es corrupto y apoya a quien se deja corromper” ¿Qué podríamos tacharle?

El PRI siempre ha sido una banda de cínicos, pero siempre habían tenido cuidado de guardar las apariencias. A muchos ex gobernadores ya se les ha caído la puerta, pero nunca al líder nacional, como ahora que pescaron a Alito, quien se caracteriza por ser un pez ladino, pero que no fue suficiente para que escapara de morir por su propia boca.

Con la arrogancia y prepotencia que le caracterizan, arroja una perla negra en cada uno de sus dislates y una vez que los enemigos las exhiben, niega haberlas vomitado, pese a las evidencias escandalosas de corrupción que en los hechos superan y arropan sus dichos; donde sin duda alguna, los audios se quedan cortos ante la perversidad que refleja y delata a este libertino sinigual.

Desde luego que este tremendo escándalo es muy desafortunado, porque está en juego el registro del partido y al hacerse acreedor a la cristiana sepultura, sin duda que sería Alito a quien le tocaría la grotesca hazaña de colocar los clavos al ataúd y martillarlos con el vigor de la desvergüenza de todo lo que se ha clavado y de ahí, montar el epitafio con letras de oro: “Estos son los que roban la nación”.

Ese es Alito, que ha venido aquí a Durango, a levantar manos y a dar patadas de la buena suerte, rituales que por supuesto causan desdoro a quienes se los aplicaron, pero que no se deslindarán de ellos, porque sería traicionar los pactos de corrupción a los que el líder nacional apuesta a que continúen.

La marca de las malas compañías pesa mucho y los que la llevan saben que los malos consejos y los malos ejemplos se filtran hasta la médula, lo que sería imposible avergonzarse del favor de quien se los inoculó y que pese al imperio que ha construido a base de trinquetes y chapuzas, es mejor rendirle culto a éstas, que a reconocer que su jefe se pasó de cínico y ladrón.

Alito es el prototipo de la fanfarronería y porrismo priistas, que aquí en Durango sería imposible poner de lado; mucho menos deslindarse de quien las practica en el comité ejecutivo nacional, donde se ha inventado la fórmula de robar a manos llenas y presumirle al electorado que las tienen limpias y vacías antes y después de iniciar sus carreras de bandidos.

El lado oscuro de Alito se destapó como caja de pandora, donde su lenguaje soez y altisonante queda registrado como el pan de cada día, del que se harta a manos llenas y prohíbe a los periodistas para que mueran de hambre y le eviten el gasto de las balas.

Ahora que han quedado al descubierto sus finísimos modales y sus piadosos métodos de asesinar a los periodistas, sin duda que los honorarios de los sicarios, servirán para sus bótox faciales, que le permiten estirarse cuando aconseja a los candidatos del PRIAN a que no se arruguen, cuando exijan a los proveedores gubernamentales a que los surtan de semillas para las gallinas y de forraje para los borregos.

Ahí está retratada de cuerpo entero la fórmula de la corrupción la que con uñas y dientes defienden sus beneficiarios y apuestan por su continuidad, aquellos holgazanes que se acostumbraron a atesorar todo lo que pueden y a despilfarrar en lo supérfluo todo lo que no les pertenece.

Pero hay límites hasta para los bravucones, donde Alito ha sentado plaza de muy poco hombre, al negarse de lo dicho y hecho por sus asquerosos instintos de poder y de dinero, que lo exhibieron de cuerpo entero y que fácil no va a poder zafarse, porque la mujer que lo tiene atenazado de las partes nobles, le sobra lo que a este rufián le falta.

“Esos son los que roban la nación”. Esta vieja y desgastada rima nos sirve para señalar la cueva de Alito y sus cuarenta ladrones, los cuales cierran filas ante el desprestigio que se cierne sobre su líder, el cual atesoran con mucha devoción y discreción, porque ahí se nutre el cinismo de rendirle pleitesía cuando reconocen sus virtudes:

“Roba pero nos deja robar”. “No nos da, pero nos ponen donde hay”. “No trabaja, pero nosotros tampoco”. “Es corrupto y apoya a quien se deja corromper” ¿Qué podríamos tacharle?

El PRI siempre ha sido una banda de cínicos, pero siempre habían tenido cuidado de guardar las apariencias. A muchos ex gobernadores ya se les ha caído la puerta, pero nunca al líder nacional, como ahora que pescaron a Alito, quien se caracteriza por ser un pez ladino, pero que no fue suficiente para que escapara de morir por su propia boca.

Con la arrogancia y prepotencia que le caracterizan, arroja una perla negra en cada uno de sus dislates y una vez que los enemigos las exhiben, niega haberlas vomitado, pese a las evidencias escandalosas de corrupción que en los hechos superan y arropan sus dichos; donde sin duda alguna, los audios se quedan cortos ante la perversidad que refleja y delata a este libertino sinigual.

Desde luego que este tremendo escándalo es muy desafortunado, porque está en juego el registro del partido y al hacerse acreedor a la cristiana sepultura, sin duda que sería Alito a quien le tocaría la grotesca hazaña de colocar los clavos al ataúd y martillarlos con el vigor de la desvergüenza de todo lo que se ha clavado y de ahí, montar el epitafio con letras de oro: “Estos son los que roban la nación”.

Ese es Alito, que ha venido aquí a Durango, a levantar manos y a dar patadas de la buena suerte, rituales que por supuesto causan desdoro a quienes se los aplicaron, pero que no se deslindarán de ellos, porque sería traicionar los pactos de corrupción a los que el líder nacional apuesta a que continúen.

La marca de las malas compañías pesa mucho y los que la llevan saben que los malos consejos y los malos ejemplos se filtran hasta la médula, lo que sería imposible avergonzarse del favor de quien se los inoculó y que pese al imperio que ha construido a base de trinquetes y chapuzas, es mejor rendirle culto a éstas, que a reconocer que su jefe se pasó de cínico y ladrón.

Alito es el prototipo de la fanfarronería y porrismo priistas, que aquí en Durango sería imposible poner de lado; mucho menos deslindarse de quien las practica en el comité ejecutivo nacional, donde se ha inventado la fórmula de robar a manos llenas y presumirle al electorado que las tienen limpias y vacías antes y después de iniciar sus carreras de bandidos.

El lado oscuro de Alito se destapó como caja de pandora, donde su lenguaje soez y altisonante queda registrado como el pan de cada día, del que se harta a manos llenas y prohíbe a los periodistas para que mueran de hambre y le eviten el gasto de las balas.

Ahora que han quedado al descubierto sus finísimos modales y sus piadosos métodos de asesinar a los periodistas, sin duda que los honorarios de los sicarios, servirán para sus bótox faciales, que le permiten estirarse cuando aconseja a los candidatos del PRIAN a que no se arruguen, cuando exijan a los proveedores gubernamentales a que los surtan de semillas para las gallinas y de forraje para los borregos.

Ahí está retratada de cuerpo entero la fórmula de la corrupción la que con uñas y dientes defienden sus beneficiarios y apuestan por su continuidad, aquellos holgazanes que se acostumbraron a atesorar todo lo que pueden y a despilfarrar en lo supérfluo todo lo que no les pertenece.

Pero hay límites hasta para los bravucones, donde Alito ha sentado plaza de muy poco hombre, al negarse de lo dicho y hecho por sus asquerosos instintos de poder y de dinero, que lo exhibieron de cuerpo entero y que fácil no va a poder zafarse, porque la mujer que lo tiene atenazado de las partes nobles, le sobra lo que a este rufián le falta.