/ martes 29 de junio de 2021

Espino alborotó la gallera

En días pasados, se dejó ver por estas tierras de Dios, al dignatario de altos vuelos católicos, Manuel Espino Barrientos, quien bajo el pretexto de tomar la protesta a la nueva directiva local de “Ruta Cinco”, su presencia fue suficiente para que la gallera se alborotara, bajo el ritual vulgar del auto destape, donde al unísono todos los gallos cantaron: ¡Quiero ser el mandón de ese corral!

La broma de Espino, en respuesta a una pregunta insolente, fue el detonante de los sueños guajiros que abrazan los priistas, panistas y obvio enriquistas, que de forma simultánea madrugaron para alzar la mano, ganándoles la partida a aquellos que también la quieran. De ahí, que si el truco de la suerte es levantar el dedo, ellos ya lo hicieron.

Sin duda que el desfile de indeseables e impresentables, en la ciudadanía no ha causado ningún impacto, dado que su pólvora de cartuchos quemados ya está muy olfateada y sus adicciones al poder no son ninguna novedad, salvo el cúmulo de rayas faciales en unos y la inflamación nasal en otros.

Esas simples diferencias son pecata minuta, comparadas con el común denominador de su lengua, que es impecable y similar, cuando ponderan y presumen sus virtudes ocultas y que desafortunadamente nunca han aflorado, porque tal vez siempre han sido avasalladas por los vicios, que no han podido despistar cuando les ha tocado ejercer el poder.

A ese alboroto de la gallera, sin duda que acudirán los aprendices en atender gallos, sobre todo aquellos que andan jajando por una chamba, cuyas expectativas se reducirán en el PRIAN, porque éstos se ofertarán al dos por uno. De ahí que no necesitarán más, porque ambos ya se perdonaron sus pecados sin la intervención de conciliadores espirituales; tampoco les serán necesarios asesores de campaña, porque su lema: “Vale más malo por conocido que bueno por conocer”, ya está introyectado gratuitamente en el ánimo de los miserables, que están dispuestos a roer los huesos de aquellos que siempre le han vendido la carne al diablo.

Hace cinco años que votamos por el PAN para sacar al PRI del gobierno, pero ahora que andan juntos ¿a quién sacaremos? Aunque la verdad el PRI nunca ha salido. Se pintó de azul y nos fuimos con la finta. De ahí que al paso del tiempo éste nos ubicara y nos hiciera entender, que en la política las felinas maquilladas no cambian de color, simplemente se camuflan cuando las ultraja el celo del poder.

Hace cinco años que votamos por el PAN para darle una lección al PRI y ahora cómo dársela al PAN, si éste sólo prestó el ropaje para que los priistas siguieran en el poder, no limpios y puros, pero sí resguardados y protegidos por la doble moral, la que por el placer de seguir siendo abusada, no ha tenido empacho hasta la fecha de seguir respondiendo por su abusador.

Hace cinco años que votamos por el PAN para despedir a la mafia del PRI que tanto daño había hecho a Durango, sin embargo, ese propósito se derrumbó, cuando los actores de los grandes abusos, se vieron exentos de culpa y los ciudadanos que votamos en esa línea, resultamos ser víctimas de la mentira y cómplices de la impunidad.

¿Qué harán ahora los electores para sacar al PAN del poder o votar en contra del PRI para que el primero continúe? Sin duda que es una tarea muy difícil de entender, porque ambos están adentro, pero si el extremo de la conciencia orillara a tomar una decisión, sobre todo a los panistas de abolengo, se verán en el aprieto de darle medio voto al odiado PRI y restarle medio al suyo que tanto adoran. Que fácil solucionar el problema, pero que difícil evitar la burla de los arquitectos que diseñaron esa bola para robar y que ahora el pueblo asaltado tendrá que pagar los daños, ignorando de qué y por qué.

El PAN nos defraudó, porque nos dio gato por liebre y ahora cruzado por ese par de ladinos, sin duda que nos espera una raza peor, que sin duda superará la maldad de ambos y que por obvias razones serán beneficiarios de una realidad incontrovertible, dado que a partir de ahora ni el PRI ni el PAN serán investigados ni juzgados y todos contentos.

En días pasados, se dejó ver por estas tierras de Dios, al dignatario de altos vuelos católicos, Manuel Espino Barrientos, quien bajo el pretexto de tomar la protesta a la nueva directiva local de “Ruta Cinco”, su presencia fue suficiente para que la gallera se alborotara, bajo el ritual vulgar del auto destape, donde al unísono todos los gallos cantaron: ¡Quiero ser el mandón de ese corral!

La broma de Espino, en respuesta a una pregunta insolente, fue el detonante de los sueños guajiros que abrazan los priistas, panistas y obvio enriquistas, que de forma simultánea madrugaron para alzar la mano, ganándoles la partida a aquellos que también la quieran. De ahí, que si el truco de la suerte es levantar el dedo, ellos ya lo hicieron.

Sin duda que el desfile de indeseables e impresentables, en la ciudadanía no ha causado ningún impacto, dado que su pólvora de cartuchos quemados ya está muy olfateada y sus adicciones al poder no son ninguna novedad, salvo el cúmulo de rayas faciales en unos y la inflamación nasal en otros.

Esas simples diferencias son pecata minuta, comparadas con el común denominador de su lengua, que es impecable y similar, cuando ponderan y presumen sus virtudes ocultas y que desafortunadamente nunca han aflorado, porque tal vez siempre han sido avasalladas por los vicios, que no han podido despistar cuando les ha tocado ejercer el poder.

A ese alboroto de la gallera, sin duda que acudirán los aprendices en atender gallos, sobre todo aquellos que andan jajando por una chamba, cuyas expectativas se reducirán en el PRIAN, porque éstos se ofertarán al dos por uno. De ahí que no necesitarán más, porque ambos ya se perdonaron sus pecados sin la intervención de conciliadores espirituales; tampoco les serán necesarios asesores de campaña, porque su lema: “Vale más malo por conocido que bueno por conocer”, ya está introyectado gratuitamente en el ánimo de los miserables, que están dispuestos a roer los huesos de aquellos que siempre le han vendido la carne al diablo.

Hace cinco años que votamos por el PAN para sacar al PRI del gobierno, pero ahora que andan juntos ¿a quién sacaremos? Aunque la verdad el PRI nunca ha salido. Se pintó de azul y nos fuimos con la finta. De ahí que al paso del tiempo éste nos ubicara y nos hiciera entender, que en la política las felinas maquilladas no cambian de color, simplemente se camuflan cuando las ultraja el celo del poder.

Hace cinco años que votamos por el PAN para darle una lección al PRI y ahora cómo dársela al PAN, si éste sólo prestó el ropaje para que los priistas siguieran en el poder, no limpios y puros, pero sí resguardados y protegidos por la doble moral, la que por el placer de seguir siendo abusada, no ha tenido empacho hasta la fecha de seguir respondiendo por su abusador.

Hace cinco años que votamos por el PAN para despedir a la mafia del PRI que tanto daño había hecho a Durango, sin embargo, ese propósito se derrumbó, cuando los actores de los grandes abusos, se vieron exentos de culpa y los ciudadanos que votamos en esa línea, resultamos ser víctimas de la mentira y cómplices de la impunidad.

¿Qué harán ahora los electores para sacar al PAN del poder o votar en contra del PRI para que el primero continúe? Sin duda que es una tarea muy difícil de entender, porque ambos están adentro, pero si el extremo de la conciencia orillara a tomar una decisión, sobre todo a los panistas de abolengo, se verán en el aprieto de darle medio voto al odiado PRI y restarle medio al suyo que tanto adoran. Que fácil solucionar el problema, pero que difícil evitar la burla de los arquitectos que diseñaron esa bola para robar y que ahora el pueblo asaltado tendrá que pagar los daños, ignorando de qué y por qué.

El PAN nos defraudó, porque nos dio gato por liebre y ahora cruzado por ese par de ladinos, sin duda que nos espera una raza peor, que sin duda superará la maldad de ambos y que por obvias razones serán beneficiarios de una realidad incontrovertible, dado que a partir de ahora ni el PRI ni el PAN serán investigados ni juzgados y todos contentos.