/ martes 22 de octubre de 2019

Fermín Revueltas de vuelta a casa

Asistí recientemente a la conferencia magistral de Carla Zurián titulada “Fermín Revueltas, el constructor de espacios” relativa a la vida y obra del prestigiado pintor y grabador durangueño oriundo de Santiago Papasquiaro.

Sin duda, una excelente y amena charla, donde la pasión de la conferencista rebasó las expectativas de la audiencia, al imbuir al auditorio a través de su ágil y didáctica narrativa, al fascinante mundo artístico de Fermín Revueltas en su calidad de impulsor plástico del movimiento estridentista en México, que en su tiempo encabezó Manuel Maples Arce.

En lo personal he tenido la oportunidad de conocer dos de las obras de Revueltas, la primera de ellas, la que plasmó en el Colegio de San Ildefonso relativa a la alegoría de la virgen de Guadalupe, y la segunda de ellas en una de las salas del Museo Regional de Durango, conocido popularmente como el Museo del Aguacate, que resguarda una pintura costumbrista al óleo de estilo impresionista firmado por Fermín Revueltas. Tuve la fortuna de leer hace poco tiempo el libro de Carla Zuriar, que tituló “Fermín Revueltas constructor de espacios”.

He asistido a un sinnúmero de conferencias acerca de los hermanos Revueltas, pero en especial la sustentada por la doctora Carla Zuriar resultó por demás complaciente y de grandes revelaciones, toda vez que Fermín Revueltas es uno de esos personajes que nació para trascender las fronteras nacionales.

Un hombre que forjó su niñez en la serranía durangueña, entre el pinole y la carne seca; su padre, un comerciante que le buscaba un sentido comercial a la vida, con el deseo de conducir a sus hijos a mejores horizontes y una madre cuya pretensión fue inculcarles a sus vástagos el amor por el arte y la cultura.

Un pintor a la altura de los consagrados del muralismo mexicano, de José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera; sólo que a Fermín no le alcanzó el tiempo necesario para consolidar sus proyectos artísticos que en su momento dieron muestra de su grandiosidad.

Un durangueño que no obstante los conflictos que sostuvo entre telones con José Vasconcelos, en ocasión de los murales por pintar en el antiguo Colegio de San Ildefonso, este reconocía el valor artístico de la obra de Revueltas.

Gracias a Anabel Gutiérrez Parra por retomar el rumbo del Festival Revueltas, cuando creíamos que estaba destinado al fracaso, aunque no fue tan trascendente en su dimensión nacional, fue de gran calidad y muestra de ello fue la charla sustentada por la doctora en historia Carla Zuriar.

Queda para el Instituto de Cultura del Estado de Durango, una vez más, comprobar los gastos del pasado festival, eso no se olvida, la maestra Socorro Soto aún tiene una deuda con los durangueños.

Asistí recientemente a la conferencia magistral de Carla Zurián titulada “Fermín Revueltas, el constructor de espacios” relativa a la vida y obra del prestigiado pintor y grabador durangueño oriundo de Santiago Papasquiaro.

Sin duda, una excelente y amena charla, donde la pasión de la conferencista rebasó las expectativas de la audiencia, al imbuir al auditorio a través de su ágil y didáctica narrativa, al fascinante mundo artístico de Fermín Revueltas en su calidad de impulsor plástico del movimiento estridentista en México, que en su tiempo encabezó Manuel Maples Arce.

En lo personal he tenido la oportunidad de conocer dos de las obras de Revueltas, la primera de ellas, la que plasmó en el Colegio de San Ildefonso relativa a la alegoría de la virgen de Guadalupe, y la segunda de ellas en una de las salas del Museo Regional de Durango, conocido popularmente como el Museo del Aguacate, que resguarda una pintura costumbrista al óleo de estilo impresionista firmado por Fermín Revueltas. Tuve la fortuna de leer hace poco tiempo el libro de Carla Zuriar, que tituló “Fermín Revueltas constructor de espacios”.

He asistido a un sinnúmero de conferencias acerca de los hermanos Revueltas, pero en especial la sustentada por la doctora Carla Zuriar resultó por demás complaciente y de grandes revelaciones, toda vez que Fermín Revueltas es uno de esos personajes que nació para trascender las fronteras nacionales.

Un hombre que forjó su niñez en la serranía durangueña, entre el pinole y la carne seca; su padre, un comerciante que le buscaba un sentido comercial a la vida, con el deseo de conducir a sus hijos a mejores horizontes y una madre cuya pretensión fue inculcarles a sus vástagos el amor por el arte y la cultura.

Un pintor a la altura de los consagrados del muralismo mexicano, de José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera; sólo que a Fermín no le alcanzó el tiempo necesario para consolidar sus proyectos artísticos que en su momento dieron muestra de su grandiosidad.

Un durangueño que no obstante los conflictos que sostuvo entre telones con José Vasconcelos, en ocasión de los murales por pintar en el antiguo Colegio de San Ildefonso, este reconocía el valor artístico de la obra de Revueltas.

Gracias a Anabel Gutiérrez Parra por retomar el rumbo del Festival Revueltas, cuando creíamos que estaba destinado al fracaso, aunque no fue tan trascendente en su dimensión nacional, fue de gran calidad y muestra de ello fue la charla sustentada por la doctora en historia Carla Zuriar.

Queda para el Instituto de Cultura del Estado de Durango, una vez más, comprobar los gastos del pasado festival, eso no se olvida, la maestra Socorro Soto aún tiene una deuda con los durangueños.