/ martes 12 de noviembre de 2019

Fuego amigo en la UJED

Rubén Solís Ríos ganó la rectoría de la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED) hace aproximadamente un año, concretamente el 23 de noviembre de 2018, obtuvo 1071 votos.

Si consideramos que acudieron a votar alrededor de 1853 universitarios -el 85% del padrón-, el triunfo fue categórico, logró aproximadamente el 60% del total de los votos válidos emitidos.

Ante la contundencia de los números, los candidatos no favorecidos reconocieron el triunfo de Solís Ríos, hecho que sin duda contribuyó a que la comunidad universitaria que no votó por él aceptara plegarse a la voluntad de la mayoría, lo que para muchos significó todo un acontecimiento, por primera vez en mucho tiempo no hubo conflictos en la elección de Rector. Pero además, el 85% de los universitarios que acudió a votar le dio legitimidad a la elección, y el 60% el respaldo al proyecto ganador.

Debido a lo anterior, más al hecho de que Jesús Soto, personaje que controla los hilos del Sindicato de Personal Académico de la UJED (SPAUJED), declinara su entonces candidatura en favor del proyecto que representaba Solís Ríos, hacían suponer que finalmente la Universidad se sacudiría los demonios del pasado, aquellos del divisionismo, del conflicto, de la violencia, de las grillas.

Grande fue la desilusión, los grupúsculos que persiguen intereses particulares o facciosos siguen ahí, enquistados en el viejo Edificio Central de la calle Constitución. Tal vez han cambian de nombre y quizá de integrantes, pero no de malsanas intenciones.

La mañana del lunes 4 de noviembre la dirigencia del SPAUJED recurrió a la vieja práctica de tomar el Edificio Central como medida de presión, el argumento fue que el rector Rubén Solís no ha cumplido con una serie de compromisos asumidos durante la revisión del contrato colectivo de trabajo, entre ellos: el otorgar nombramientos, irregularidades en los procesos de concursos por oposición, inconsistencias en los convenios de jubilación, entre otros reclamos más.

A pesar de la justificación que tienen los reclamos, eso es incuestionable, me parece que la toma del Edificio Central por parte del SPAUJED es más un movimiento orquestado por Jesús Soto (incluido dentro de los porcentajes del 85 y 60%) para desestabilizar el rectorado de Solís Ríos, que un esfuerzo por salvaguardar los derechos de los trabajadores universitarios.

Las violaciones al Contrato Colectivo de Trabajo que hoy se reclaman no son nuevas, existen desde que Jesús Soto era secretario general del SPAUJED -2013 a 2017-, aunque no recuerdo se tomara el Edificio Central para reclamarle a Óscar Erasmo Návar tal situación.

Hasta antes del 4 de noviembre la postura del SPAUJED era contraria a la toma de oficinas, consideraba la acción como “porril” inclusive, así lo expresó el mismo Jesús Soto cuando el otro sindicato universitario, el de Trabajadores y Empleados, el STEUJED, lo hizo en 2017 demandando la autonomía perdida, declaró además que el hecho desprestigiaban a la institución y que la única manera de fortalecer a la UJED era con trabajo.

El actual secretario general, Rafael Ayala Barajas, comulgaba con la misma idea, cuando Óscar Erasmo Návar le otorgó a Jesús Soto un tiempo completo sin que se llevara a cabo concurso de oposición, tal y como lo marca el Contrato Colectivo de Trabajo, ese que entre ambos -Soto y Barajas- han firmado al menos en siete u ocho ocasiones, no tomó el Edificio Central, vamos, ni siquiera levantó medianamente la voz para manifestar la transgresión al requisito de concursar los tiempos completos.

No se puede decir que Rubén Solís Ríos es un rector inaccesible, ha roto ese viejo paradigma, todos los días por las mañanas se le puede ver caminando por los pasillos de la FECA, sólo y atendiendo gente, dirigiéndose a impartir sus clases. Ha privilegiado el diálogo y es un convencido de que la mejor manera de acceder a un nombramiento en la Universidad es a través de concursos de oposición.

Así pues, todo depende del cristal con que se miren las cosas, o lo que es lo mismo, todo depende de los intereses que haya de por medio y de quien los reclame. Es lamentable que el ardid que intenta desestabilizar a la Universidad venga desde dentro, desde la subsecretaría general administrativa. Parece que a Jesús Soto ya no le es tan grato sumarse al proyecto de Rubén Solís.

Rubén Solís Ríos ganó la rectoría de la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED) hace aproximadamente un año, concretamente el 23 de noviembre de 2018, obtuvo 1071 votos.

Si consideramos que acudieron a votar alrededor de 1853 universitarios -el 85% del padrón-, el triunfo fue categórico, logró aproximadamente el 60% del total de los votos válidos emitidos.

Ante la contundencia de los números, los candidatos no favorecidos reconocieron el triunfo de Solís Ríos, hecho que sin duda contribuyó a que la comunidad universitaria que no votó por él aceptara plegarse a la voluntad de la mayoría, lo que para muchos significó todo un acontecimiento, por primera vez en mucho tiempo no hubo conflictos en la elección de Rector. Pero además, el 85% de los universitarios que acudió a votar le dio legitimidad a la elección, y el 60% el respaldo al proyecto ganador.

Debido a lo anterior, más al hecho de que Jesús Soto, personaje que controla los hilos del Sindicato de Personal Académico de la UJED (SPAUJED), declinara su entonces candidatura en favor del proyecto que representaba Solís Ríos, hacían suponer que finalmente la Universidad se sacudiría los demonios del pasado, aquellos del divisionismo, del conflicto, de la violencia, de las grillas.

Grande fue la desilusión, los grupúsculos que persiguen intereses particulares o facciosos siguen ahí, enquistados en el viejo Edificio Central de la calle Constitución. Tal vez han cambian de nombre y quizá de integrantes, pero no de malsanas intenciones.

La mañana del lunes 4 de noviembre la dirigencia del SPAUJED recurrió a la vieja práctica de tomar el Edificio Central como medida de presión, el argumento fue que el rector Rubén Solís no ha cumplido con una serie de compromisos asumidos durante la revisión del contrato colectivo de trabajo, entre ellos: el otorgar nombramientos, irregularidades en los procesos de concursos por oposición, inconsistencias en los convenios de jubilación, entre otros reclamos más.

A pesar de la justificación que tienen los reclamos, eso es incuestionable, me parece que la toma del Edificio Central por parte del SPAUJED es más un movimiento orquestado por Jesús Soto (incluido dentro de los porcentajes del 85 y 60%) para desestabilizar el rectorado de Solís Ríos, que un esfuerzo por salvaguardar los derechos de los trabajadores universitarios.

Las violaciones al Contrato Colectivo de Trabajo que hoy se reclaman no son nuevas, existen desde que Jesús Soto era secretario general del SPAUJED -2013 a 2017-, aunque no recuerdo se tomara el Edificio Central para reclamarle a Óscar Erasmo Návar tal situación.

Hasta antes del 4 de noviembre la postura del SPAUJED era contraria a la toma de oficinas, consideraba la acción como “porril” inclusive, así lo expresó el mismo Jesús Soto cuando el otro sindicato universitario, el de Trabajadores y Empleados, el STEUJED, lo hizo en 2017 demandando la autonomía perdida, declaró además que el hecho desprestigiaban a la institución y que la única manera de fortalecer a la UJED era con trabajo.

El actual secretario general, Rafael Ayala Barajas, comulgaba con la misma idea, cuando Óscar Erasmo Návar le otorgó a Jesús Soto un tiempo completo sin que se llevara a cabo concurso de oposición, tal y como lo marca el Contrato Colectivo de Trabajo, ese que entre ambos -Soto y Barajas- han firmado al menos en siete u ocho ocasiones, no tomó el Edificio Central, vamos, ni siquiera levantó medianamente la voz para manifestar la transgresión al requisito de concursar los tiempos completos.

No se puede decir que Rubén Solís Ríos es un rector inaccesible, ha roto ese viejo paradigma, todos los días por las mañanas se le puede ver caminando por los pasillos de la FECA, sólo y atendiendo gente, dirigiéndose a impartir sus clases. Ha privilegiado el diálogo y es un convencido de que la mejor manera de acceder a un nombramiento en la Universidad es a través de concursos de oposición.

Así pues, todo depende del cristal con que se miren las cosas, o lo que es lo mismo, todo depende de los intereses que haya de por medio y de quien los reclame. Es lamentable que el ardid que intenta desestabilizar a la Universidad venga desde dentro, desde la subsecretaría general administrativa. Parece que a Jesús Soto ya no le es tan grato sumarse al proyecto de Rubén Solís.