/ sábado 2 de febrero de 2019

¿Hacia dónde va el manejo económico de la Federación?

Ante la incertidumbre económica que genera el inicio de cada administración debemos considerar el actual entorno internacional, así como los anuncios del gobierno que inicia su gestión para estar en condiciones de predecir de manera objetiva cómo vienen las cosas para nuestro país, para los más de 120 millones de mexicanos, durante los próximos años.

Según varios analistas, el entorno económico internacional viene provocador para México debido a que se prevé una desaceleración económica mundial por efecto de la guerra comercial que están librando Estados Unidos y China, nuestros dos principales socios comerciales.

Esta disputa provocará más volatilidad en los mercados financieros con la consecuencia de que el nivel de las inversiones bajará sustancialmente, al igual que el intercambio comercial. Incluso se prevé una peligrosa desaceleración de la economía de Estados Unidos en el 2019 gracias a los desajustes en materia fiscal y de la política monetaria restrictiva impuesta por la administración Trump.

Nuestra economía es dependiente de la estadounidense, lo que sucede en el país del norte nos impacta de manera directa, no tenemos un mercado interno suficientemente fuerte y desarrollado para desligarnos de la economía de Estados Unidos; tampoco una amplia diversificación comercial con otros países; gran parte de nuestras exportaciones e importaciones son producto del flujo comercial con la potencia vecina.

A consecuencia de dicha situación la economía de México va rumbo a una desaceleración que se refleja en las previsiones de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) para este año, estimadas por organismos financieros internacionales en 1.8%, muy lejos de las estimaciones presidenciales de 4%. Situación que provoca que el gobierno federal, de los estados y municipios, actúen con prudencia en el gasto corriente, lo que se resume en no erogar más recursos de los que ingresan a sus arcas.

El gobierno federal ya anunció un plan de austeridad con la pretensión de evitar derroches y gastar sólo en lo necesario, lo que provocará bajo flujo de circulante. La precaución debe llegar a las empresas y a las familias, lo que impone la realidad es fomentar la productividad, controlar los gastos, evitar excesos y pensar dos veces en hacer inversiones riesgosas, para enfrentar con éxito los nubarrones que se observan en horizonte económico.

Nuestro país tiene sus propias potencialidades, cerramos el 2018 con un crecimiento del PIB del 2%, a todas luces insuficiente para las necesidades de la población, pero envidiable por muchos países con economías similares a la nuestra que padecieron decrecimiento de su economía, o tuvieron un crecimiento inferior al nuestro.

El crecimiento del empleo en los últimos años es una fortaleza, ya que nuestro país alcanzó una tasa de desempleo del 3.2%, la más baja de la historia, y la cuarta más baja de los miembros de la Organización Mundial para el Desarrollo Económico (OCDE), que la integran los países desarrollados del mundo.

Otra fortaleza visible es que el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) para este año contiene criterios de estabilidad económica, tanto en los ingresos como los egresos, de ahí la importancia de que la administración federal ejecute un buen ejercicio presupuestal, dar prioridad a la inversión en proyectos productivos y de infraestructura para generar crecimiento; evitar derroches con la dispersión de dinero con el camuflaje de “programa social”.

El sector industrial también jugará un papel relevante si tiene éxito al concretar sus proyectos de expansión y fortalecimiento, con ello impulsan el crecimiento de la economía, fortalecen la creación de empleo, y provocan mayor competitividad del país en su estrategia comercial.

Este es el gran reto del nuevo gobierno, aprovechar de manera racional y objetiva las fortalezas que hoy tenemos para enfrentar sin fuertes consecuencias los retos que nos impone el entorno económico internacional. La duda es si el nuevo equipo hacendario y financiero tendrán la capacidad para generar buenos resultados económicos a pesar de las presiones que un sector del mismo gobierno para que se ejerzan los recursos en programas con orientación populista y electoral.

Ante la incertidumbre económica que genera el inicio de cada administración debemos considerar el actual entorno internacional, así como los anuncios del gobierno que inicia su gestión para estar en condiciones de predecir de manera objetiva cómo vienen las cosas para nuestro país, para los más de 120 millones de mexicanos, durante los próximos años.

Según varios analistas, el entorno económico internacional viene provocador para México debido a que se prevé una desaceleración económica mundial por efecto de la guerra comercial que están librando Estados Unidos y China, nuestros dos principales socios comerciales.

Esta disputa provocará más volatilidad en los mercados financieros con la consecuencia de que el nivel de las inversiones bajará sustancialmente, al igual que el intercambio comercial. Incluso se prevé una peligrosa desaceleración de la economía de Estados Unidos en el 2019 gracias a los desajustes en materia fiscal y de la política monetaria restrictiva impuesta por la administración Trump.

Nuestra economía es dependiente de la estadounidense, lo que sucede en el país del norte nos impacta de manera directa, no tenemos un mercado interno suficientemente fuerte y desarrollado para desligarnos de la economía de Estados Unidos; tampoco una amplia diversificación comercial con otros países; gran parte de nuestras exportaciones e importaciones son producto del flujo comercial con la potencia vecina.

A consecuencia de dicha situación la economía de México va rumbo a una desaceleración que se refleja en las previsiones de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) para este año, estimadas por organismos financieros internacionales en 1.8%, muy lejos de las estimaciones presidenciales de 4%. Situación que provoca que el gobierno federal, de los estados y municipios, actúen con prudencia en el gasto corriente, lo que se resume en no erogar más recursos de los que ingresan a sus arcas.

El gobierno federal ya anunció un plan de austeridad con la pretensión de evitar derroches y gastar sólo en lo necesario, lo que provocará bajo flujo de circulante. La precaución debe llegar a las empresas y a las familias, lo que impone la realidad es fomentar la productividad, controlar los gastos, evitar excesos y pensar dos veces en hacer inversiones riesgosas, para enfrentar con éxito los nubarrones que se observan en horizonte económico.

Nuestro país tiene sus propias potencialidades, cerramos el 2018 con un crecimiento del PIB del 2%, a todas luces insuficiente para las necesidades de la población, pero envidiable por muchos países con economías similares a la nuestra que padecieron decrecimiento de su economía, o tuvieron un crecimiento inferior al nuestro.

El crecimiento del empleo en los últimos años es una fortaleza, ya que nuestro país alcanzó una tasa de desempleo del 3.2%, la más baja de la historia, y la cuarta más baja de los miembros de la Organización Mundial para el Desarrollo Económico (OCDE), que la integran los países desarrollados del mundo.

Otra fortaleza visible es que el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) para este año contiene criterios de estabilidad económica, tanto en los ingresos como los egresos, de ahí la importancia de que la administración federal ejecute un buen ejercicio presupuestal, dar prioridad a la inversión en proyectos productivos y de infraestructura para generar crecimiento; evitar derroches con la dispersión de dinero con el camuflaje de “programa social”.

El sector industrial también jugará un papel relevante si tiene éxito al concretar sus proyectos de expansión y fortalecimiento, con ello impulsan el crecimiento de la economía, fortalecen la creación de empleo, y provocan mayor competitividad del país en su estrategia comercial.

Este es el gran reto del nuevo gobierno, aprovechar de manera racional y objetiva las fortalezas que hoy tenemos para enfrentar sin fuertes consecuencias los retos que nos impone el entorno económico internacional. La duda es si el nuevo equipo hacendario y financiero tendrán la capacidad para generar buenos resultados económicos a pesar de las presiones que un sector del mismo gobierno para que se ejerzan los recursos en programas con orientación populista y electoral.