/ miércoles 14 de octubre de 2020

Heráldica unicipal del Estado de Durango

Recientemente mi amigo Esbardo Carreño, me invitó a ser partícipe del nacimiento de su obra: “Heráldica municipal del estado de Durango”.

Un esfuerzo titánico de años de investigación y compilación, que hoy rinde sus frutos para satisfacción de las presentes y futuras generaciones de durangueños. Esbardo es un personaje que forma parte del inventario artístico y cultural durangueño en el tema de la villomanía.

Es un hombre de espíritu inquieto, que rescata personajes, costumbres, tradiciones e historia de los pueblos. Me resulta natural que, las primeras páginas de su libro, las dedique a los cronistas fallecidos, como un homenaje permanente a su memoria.

El libro, es el resultado de un esfuerzo integrador, porque reúne en sus páginas, los 39 escudos municipales de Durango, aunado a ello, su descripción y una breve reseña monográfica actualizada. Fue Esbardo quien nos convocó en los municipios, a que diseñáramos un escudo que representara los intereses del terruño.

Los 39 escudos, poseen a mi criterio, algunas características que les otorgan su carácter de blasón; el escudo nos brinda identidad ante propios y extraños; nos otorga arraigo porque lo asumimos como propio; nos brinda conocimiento porque basados en las características del escudo inferimos su historia; curiosidad porque nos invita a conocer el municipio, y nos proporciona un deleite visual por su belleza; promoción porque es la marca de origen del municipio y es simbólico porque al plasmarlo fundimos un todo en un solo símbolo.

Durante la gestión de Esbardo Carreño, al frente de la Asociación los Cronistas, nos estimuló a ser propositivos en el quehacer de la crónica, fue un férreo impulsor de la publicación de las obras de los cronistas; en honor a la verdad, la obra que él tenía escrita para publicar, siempre la reservó para otro momento, dando prioridad a sus representados, y así pasaron los años. El libro “Heráldica Municipal”, fue de esas obras rezagadas, pero con un final feliz.

El trabajo de reconstrucción historiográfica de Durango, plasmado por Esbardo, complementa una de las asignaturas olvidadas por los investigadores regionales. En su tarea de compilación e investigación, Esbardo, tuvo la atingencia de recurrir a los cronistas y abrir el foro para que futuras investigaciones fueran publicadas.

Más allá de los autores que elaboraron los escudos, el diseño resultó de la imaginación de quien acarició la idea, de un proyecto integral basado en un entorno municipalista de índole geográfico, político y social; resaltando en ello, los usos, costumbres y tradiciones en su municipio y ponderando a la vez, sus raíces culturales y su historia.

Recientemente mi amigo Esbardo Carreño, me invitó a ser partícipe del nacimiento de su obra: “Heráldica municipal del estado de Durango”.

Un esfuerzo titánico de años de investigación y compilación, que hoy rinde sus frutos para satisfacción de las presentes y futuras generaciones de durangueños. Esbardo es un personaje que forma parte del inventario artístico y cultural durangueño en el tema de la villomanía.

Es un hombre de espíritu inquieto, que rescata personajes, costumbres, tradiciones e historia de los pueblos. Me resulta natural que, las primeras páginas de su libro, las dedique a los cronistas fallecidos, como un homenaje permanente a su memoria.

El libro, es el resultado de un esfuerzo integrador, porque reúne en sus páginas, los 39 escudos municipales de Durango, aunado a ello, su descripción y una breve reseña monográfica actualizada. Fue Esbardo quien nos convocó en los municipios, a que diseñáramos un escudo que representara los intereses del terruño.

Los 39 escudos, poseen a mi criterio, algunas características que les otorgan su carácter de blasón; el escudo nos brinda identidad ante propios y extraños; nos otorga arraigo porque lo asumimos como propio; nos brinda conocimiento porque basados en las características del escudo inferimos su historia; curiosidad porque nos invita a conocer el municipio, y nos proporciona un deleite visual por su belleza; promoción porque es la marca de origen del municipio y es simbólico porque al plasmarlo fundimos un todo en un solo símbolo.

Durante la gestión de Esbardo Carreño, al frente de la Asociación los Cronistas, nos estimuló a ser propositivos en el quehacer de la crónica, fue un férreo impulsor de la publicación de las obras de los cronistas; en honor a la verdad, la obra que él tenía escrita para publicar, siempre la reservó para otro momento, dando prioridad a sus representados, y así pasaron los años. El libro “Heráldica Municipal”, fue de esas obras rezagadas, pero con un final feliz.

El trabajo de reconstrucción historiográfica de Durango, plasmado por Esbardo, complementa una de las asignaturas olvidadas por los investigadores regionales. En su tarea de compilación e investigación, Esbardo, tuvo la atingencia de recurrir a los cronistas y abrir el foro para que futuras investigaciones fueran publicadas.

Más allá de los autores que elaboraron los escudos, el diseño resultó de la imaginación de quien acarició la idea, de un proyecto integral basado en un entorno municipalista de índole geográfico, político y social; resaltando en ello, los usos, costumbres y tradiciones en su municipio y ponderando a la vez, sus raíces culturales y su historia.