/ miércoles 26 de enero de 2022

Hilario Román: Sus pasiones, Cocopo y magisterio

Ya no escucharemos más en este plano terrenal al líder durangueño José Hilario Román González, la muerte lo sorprendió recientemente, dejando una trayectoria limpia de defensa a ultranza de los derechos de los más desprotegidos; Hilario es considerado uno de los últimos líderes de la izquierda en Durango.

Recuerdo su entusiasmo y carisma; un personaje de la vida social que intuía las necesidades de las colonias populares. Viene a mi memoria el año de 1999, en aquellas legendarias tomas de oficinas en la Secretaría de Educación, encabezadas por él y su esposa Verónica Villarreal, acompañados de un puñado de valientes hombres y mujeres que exigían la apertura de una escuela secundaria ante la creciente matrícula de una escuela irregular que ellos habían fundado previamente, pretendiendo la obtención de la clave.

En su momento aquella irrupción generada por un líder transparente cuya intención era brindar mejor educación a su gente, y su esfuerzo se vio coronado al obtener la clave y el registro para la naciente escuela secundaria.

Recuerdo que una vez autorizada la escuela, Hilario y Verónica Villarreal, visitaron mi oficina; en aquel momento me desempeñaba como secretario particular del subsecretario de Administración y Planeación de la SEED, estaban emocionados por la conquista educativa que recién acababan de hacer; y se ocupaban en recabar los requisitos pertinentes que la SEED les requería para la apertura de la escuela.

Sin embargo, en Román y Verónica, existía una inquietud: ¿Cómo le llamarían a la nueva institución educativa? De inmediato y casi sin pensarlo les sugerí que bien podrían ponerle a la escuela “Nellie Campobello”. En aquel momento, permeaba la inquietud por el rescate de los restos de la poetisa y bailarina durangueña, por lo que no hubo objeción alguna para que la secundaria de reciente creación se le denominara en adelante “Nellie Campobello”. Este es uno de los ejemplos claros de la visión de un líder que trascendió más allá del gremio magisterial para amparar con celo y pasión la defensa educativa de los intereses de las clases más humildes de las colonias populares.

Con el tiempo, fundó el Frente Social y Sindical de los Derechos Humanos, y una vez más dio cátedra humanística acerca de la revalorización y trato, de un sinfín de moradores de las colonias populares de Durango.

Lideró y fundó por años el Consejo Coordinador Obrero Popular, por sus siglas Cocopo, una organización que medularmente defendió los desalojos de familias de sus viviendas, realizando convenios con instituciones del estado como Infonavit y pensiones; entre otras.

Un líder que siempre pensó en la estabilidad social y emocional de sus representados, siempre pendiente de sus necesidades, una muestra de ello la dio cuando impidió a capa y espada el aumento al precio de la tortilla como insumo esencial de la canasta básica de las familias durangueñas.

Como líder de la organización del Consejo Coordinador Obrero Popular y miembro activo del Movimiento de Liberación Nacional, y del Frente Nacional Urbano Popular, Hilario Román dio prueba de resistencia, de tal suerte, que en su tiempo fue encarcelado por defender los derechos humanos y sociales de la ciudadanía en el estado de Durango; y es recordado por su participación en la caravana al norte del Movimiento con Justicia y Dignidad hace una década. Descanse en paz nuestro extinto amigo José Hilario Román.

Ya no escucharemos más en este plano terrenal al líder durangueño José Hilario Román González, la muerte lo sorprendió recientemente, dejando una trayectoria limpia de defensa a ultranza de los derechos de los más desprotegidos; Hilario es considerado uno de los últimos líderes de la izquierda en Durango.

Recuerdo su entusiasmo y carisma; un personaje de la vida social que intuía las necesidades de las colonias populares. Viene a mi memoria el año de 1999, en aquellas legendarias tomas de oficinas en la Secretaría de Educación, encabezadas por él y su esposa Verónica Villarreal, acompañados de un puñado de valientes hombres y mujeres que exigían la apertura de una escuela secundaria ante la creciente matrícula de una escuela irregular que ellos habían fundado previamente, pretendiendo la obtención de la clave.

En su momento aquella irrupción generada por un líder transparente cuya intención era brindar mejor educación a su gente, y su esfuerzo se vio coronado al obtener la clave y el registro para la naciente escuela secundaria.

Recuerdo que una vez autorizada la escuela, Hilario y Verónica Villarreal, visitaron mi oficina; en aquel momento me desempeñaba como secretario particular del subsecretario de Administración y Planeación de la SEED, estaban emocionados por la conquista educativa que recién acababan de hacer; y se ocupaban en recabar los requisitos pertinentes que la SEED les requería para la apertura de la escuela.

Sin embargo, en Román y Verónica, existía una inquietud: ¿Cómo le llamarían a la nueva institución educativa? De inmediato y casi sin pensarlo les sugerí que bien podrían ponerle a la escuela “Nellie Campobello”. En aquel momento, permeaba la inquietud por el rescate de los restos de la poetisa y bailarina durangueña, por lo que no hubo objeción alguna para que la secundaria de reciente creación se le denominara en adelante “Nellie Campobello”. Este es uno de los ejemplos claros de la visión de un líder que trascendió más allá del gremio magisterial para amparar con celo y pasión la defensa educativa de los intereses de las clases más humildes de las colonias populares.

Con el tiempo, fundó el Frente Social y Sindical de los Derechos Humanos, y una vez más dio cátedra humanística acerca de la revalorización y trato, de un sinfín de moradores de las colonias populares de Durango.

Lideró y fundó por años el Consejo Coordinador Obrero Popular, por sus siglas Cocopo, una organización que medularmente defendió los desalojos de familias de sus viviendas, realizando convenios con instituciones del estado como Infonavit y pensiones; entre otras.

Un líder que siempre pensó en la estabilidad social y emocional de sus representados, siempre pendiente de sus necesidades, una muestra de ello la dio cuando impidió a capa y espada el aumento al precio de la tortilla como insumo esencial de la canasta básica de las familias durangueñas.

Como líder de la organización del Consejo Coordinador Obrero Popular y miembro activo del Movimiento de Liberación Nacional, y del Frente Nacional Urbano Popular, Hilario Román dio prueba de resistencia, de tal suerte, que en su tiempo fue encarcelado por defender los derechos humanos y sociales de la ciudadanía en el estado de Durango; y es recordado por su participación en la caravana al norte del Movimiento con Justicia y Dignidad hace una década. Descanse en paz nuestro extinto amigo José Hilario Román.