/ miércoles 16 de diciembre de 2020

Historiografía de la revolución mexicana difiere de la “oficial”

Cuando sigue habiendo gente que carece de los servicios más elementales, incluso quienes con los pies descalzos mendigan justicia, es claro que la revolución observa aún asignaturas pendientes.

Hoy en día –a 110 años del inicio de la revolución- hay familias que no tienen un techo, muchos que siguen descalzos, millones que no tienen un trabajo ni una vida digna; que no tienen servicios básicos, ni oportunidades para sus hijos de estudio o de trabajo: el campo libre para que ingresen a la delincuencia organizada o no y a la drogadicción.

No hemos creado por décadas el millón de empleos que se requiere cada año. No se cumplieron las metas para reducir la pobreza del país que en cada sexenio se establecieron. El 70 por ciento de los hogares en México enfrentan inseguridad alimentaria. ¿Y qué decir de la deuda pública? El Fondo Monetario Internacional (FMI) recomienda que la deuda pública de los países emergentes como México, se mantenga en un rango de 25 a 30 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), por lo que México ha superado el límite superior en 20 puntos porcentuales, al registrar en más de 50 puntos porcentuales.

Además, los pasivos por obligaciones financieras de las entidades federativas y municipios ascienden a más de 400 mil millones de pesos, por lo que, la deuda pública –externa e interna (y más con el corrupto Fobaproa)- es una enorme carga para las finanzas gubernamentales y merma las posibilidades de un mejor desarrollo social.

¿Y en qué se invirtieron esos recursos de las deudas externa e interna? Seguramente gran parte está en los negocios de los expresidentes, exgobernadores y demás politicastros. El peor cáncer de México la corrupción y la impunidad.

Los mexicanos reclaman justicia social, oportunidades suficientes y de calidad en educación, trabajo, las herramientas de los valores, de la ciencia y la tecnología, para disminuir o contrarrestar la desesperanza, el desánimo y el desencanto, combatiendo los estigmas de la corrupción, la impunidad, la ignorancia, las enfermedades, el desempleo, la inseguridad, la demagogia, el conservadurismo

Urge saldar la deuda histórica del país para abatir la pobreza, el rezago y la desigualdad. Para superar las asimetrías entre las regiones del país, se requiere generar políticas públicas diferenciadas, alinear a los diversos actores del sistema y consolidar la vinculación de los distintos sectores. Se requiere un desarrollo integral que genere equilibrios y fortalezca a las regiones de acuerdo a sus necesidades, vocaciones locales y potencialidades específicas.

Nuestro potencial se cancela si seguimos tolerando la miseria y no erradicamos sus causas y sólo la tratamos con aspirinas. No es posible permanecer pasivos frente a una realidad social que estamos obligados a cambiar, donde la mitad de la población vive en condiciones de pobreza, en un país que exporta cada día más personas porque las “oportunidades” no las encuentra en su propio país. Y ahora peor con la pandemia del Coronavirus 19, que ha afectado enormemente la economía, el empleo, la educación, la salud y no sólo ha incrementado el número de pobres, sino que ha hecho más pobres a los pobres.

Hoy tenemos que contestar una pregunta directa y dura: ¿Qué ha cambiado a 110 años de la revolución y a 103 años de la promulgación de la Constitución? Las respuestas posibles son contradictorias. La historiografía académica de la revolución mexicana difiere de la “oficial” en el hecho que subraya las incongruencias entre los proyectos y la realidad, entre lo que se pretendió hacer y lo que realmente se hizo, entre una legitimidad basada en la democracia y la justicia social y una realidad básicamente autoritaria.

Y los ejemplos sobran: el 10 de abril se rasgan las vestiduras por Zapata y en la práctica cotidiana el agrarismo es una pieza de museo, gracias al “liberalismo social” de Salinas de Gortari, que él y sus socios se adueñaron de más de 400 empresas paraestatales del gobierno mexicano, al grado de crear a uno de los hombres más rico del mundo, además de vender la banca nacional, el petróleo y la electricidad a los extranjeros. Por ello la mayoría del pueblo tiene esperanzas en la 4T (Cuarta Transformación).

De ahí la importancia de entender, conocer los procesos de la historia, en este caso, el de la Revolución Mexicana.

Apoyémonos en las mejores aspiraciones de la Revolución Mexicana, celebrémosla como se debe, y todos los días hagamos realmente vigente nuestra Constitución. La historia no es lineal ni estática, es dinámica.

Cuando sigue habiendo gente que carece de los servicios más elementales, incluso quienes con los pies descalzos mendigan justicia, es claro que la revolución observa aún asignaturas pendientes.

Hoy en día –a 110 años del inicio de la revolución- hay familias que no tienen un techo, muchos que siguen descalzos, millones que no tienen un trabajo ni una vida digna; que no tienen servicios básicos, ni oportunidades para sus hijos de estudio o de trabajo: el campo libre para que ingresen a la delincuencia organizada o no y a la drogadicción.

No hemos creado por décadas el millón de empleos que se requiere cada año. No se cumplieron las metas para reducir la pobreza del país que en cada sexenio se establecieron. El 70 por ciento de los hogares en México enfrentan inseguridad alimentaria. ¿Y qué decir de la deuda pública? El Fondo Monetario Internacional (FMI) recomienda que la deuda pública de los países emergentes como México, se mantenga en un rango de 25 a 30 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), por lo que México ha superado el límite superior en 20 puntos porcentuales, al registrar en más de 50 puntos porcentuales.

Además, los pasivos por obligaciones financieras de las entidades federativas y municipios ascienden a más de 400 mil millones de pesos, por lo que, la deuda pública –externa e interna (y más con el corrupto Fobaproa)- es una enorme carga para las finanzas gubernamentales y merma las posibilidades de un mejor desarrollo social.

¿Y en qué se invirtieron esos recursos de las deudas externa e interna? Seguramente gran parte está en los negocios de los expresidentes, exgobernadores y demás politicastros. El peor cáncer de México la corrupción y la impunidad.

Los mexicanos reclaman justicia social, oportunidades suficientes y de calidad en educación, trabajo, las herramientas de los valores, de la ciencia y la tecnología, para disminuir o contrarrestar la desesperanza, el desánimo y el desencanto, combatiendo los estigmas de la corrupción, la impunidad, la ignorancia, las enfermedades, el desempleo, la inseguridad, la demagogia, el conservadurismo

Urge saldar la deuda histórica del país para abatir la pobreza, el rezago y la desigualdad. Para superar las asimetrías entre las regiones del país, se requiere generar políticas públicas diferenciadas, alinear a los diversos actores del sistema y consolidar la vinculación de los distintos sectores. Se requiere un desarrollo integral que genere equilibrios y fortalezca a las regiones de acuerdo a sus necesidades, vocaciones locales y potencialidades específicas.

Nuestro potencial se cancela si seguimos tolerando la miseria y no erradicamos sus causas y sólo la tratamos con aspirinas. No es posible permanecer pasivos frente a una realidad social que estamos obligados a cambiar, donde la mitad de la población vive en condiciones de pobreza, en un país que exporta cada día más personas porque las “oportunidades” no las encuentra en su propio país. Y ahora peor con la pandemia del Coronavirus 19, que ha afectado enormemente la economía, el empleo, la educación, la salud y no sólo ha incrementado el número de pobres, sino que ha hecho más pobres a los pobres.

Hoy tenemos que contestar una pregunta directa y dura: ¿Qué ha cambiado a 110 años de la revolución y a 103 años de la promulgación de la Constitución? Las respuestas posibles son contradictorias. La historiografía académica de la revolución mexicana difiere de la “oficial” en el hecho que subraya las incongruencias entre los proyectos y la realidad, entre lo que se pretendió hacer y lo que realmente se hizo, entre una legitimidad basada en la democracia y la justicia social y una realidad básicamente autoritaria.

Y los ejemplos sobran: el 10 de abril se rasgan las vestiduras por Zapata y en la práctica cotidiana el agrarismo es una pieza de museo, gracias al “liberalismo social” de Salinas de Gortari, que él y sus socios se adueñaron de más de 400 empresas paraestatales del gobierno mexicano, al grado de crear a uno de los hombres más rico del mundo, además de vender la banca nacional, el petróleo y la electricidad a los extranjeros. Por ello la mayoría del pueblo tiene esperanzas en la 4T (Cuarta Transformación).

De ahí la importancia de entender, conocer los procesos de la historia, en este caso, el de la Revolución Mexicana.

Apoyémonos en las mejores aspiraciones de la Revolución Mexicana, celebrémosla como se debe, y todos los días hagamos realmente vigente nuestra Constitución. La historia no es lineal ni estática, es dinámica.

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