/ jueves 28 de abril de 2022

Hoy no traigo poemas

Un emotivo homenaje en Viernes Santo, como un cúmulo de reflexión, fue el marco en el que se reconoció la labor creativa de 50 años de Juan Emigdio Pérez Olvera, convertido ahora en un poeta de oro.

Nacido en Francisco I. Madero en el municipio de Pánuco de Coronado, siendo sus padres el capitán de caballería del ejército mexicano, Juan Pérez Bernal y su madre Luz Olvera Olvera.

“Hoy no traigo poemas”, fue la frase de referencia en la que agradeció a la vida, a la paciencia de las calles, al barrio taciturno, a la ciudad mestiza, a sus amigos, a los participantes en el coloquio de letras y a los Institutos de Cultura, que han dado motivos para darle forma a las palabras en sus poemas, pero sobre todo a su madre, quien fue quien lo inició en sus primeras letras.

De su primera infancia recuerda la hermosa placita del pueblo donde nació ya que a temprana edad se trasladó a la ciudad de Durango, y fue en la escuela Guadalupe Victoria en donde al leer una poesía de Amado Nervo, se despertó el espíritu creador de las letras que hasta la fecha lo acompañan.

Desde su infancia ha sido una persona amable, inteligente y perseverante para lograr los objetivos que siempre se ha propuesto, y antes de terminar sus estudios comerciales, encontró trabajo en una negociación de venta de muebles y aparatos eléctricos en la cual adquirió sus primeras experiencias en el diario batallar del ser humano y adquirió también las primeras monedas por un salario devengado con esfuerzo.

Formó parte del equipo de Presencia Poética en Durango, primera y atrevida antología que le abrió el camino de la investigación literaria la obra poética del Siglo XX, mediante un coro se sesenta y cuatro cantores con la primera voz de Adolfo León Gómez y el agudo final de Adela Ayala, lagunera de corazón.

Luego, en la Escuela Preparatoria Nocturna de la Universidad Juárez es donde se reencuentra con amigos afines a la poesía, su mente comenzó a imaginar y sus labios a deshojar versos que la mano llevó al papel para reencontrar el camino poético.

Es así, como la Máxima Casa de Estudios lo acerca a poetas de renombre y a través de los talleres literarios se acerca a la dócil imaginación y a marcar las hojas en blanco para darle expresión al espíritu, mientras que a través de la revista “Lo Otro”, el editor José Ángel Leyva lo hizo ser otro, en tanto que la Fundación Cultural Amaya publicó sus escritos en las revistas “Contraseña” y “Cantaletras”, al igual que lo hizo también Oscar Jiménez Luna en la página “Letras Durangueñas”.

De la misma manera, a través de las entrevistas en los programas televisivos de “Quehacer Universitario” y “Tribuna del Viernes”, se ha dado impulso a las letras lo que ha permitido ser una huella indeleble y en las que el propio Juan Emigdio ha dado a conocer parte de su creación literaria. Fue en la columna “Mi cuartilla a espadas”, de Alexandro Martínez Camberos, donde destacó que “Llama Lacerada” es el “mejor libro de poemas al amor, ideal y personal”.

Colaborador leal en la Dirección de Pensiones con un servidor, me permitió editar sus poemas “Canto de Cordillera” y “Bajo un sol infinito”, dedicados a Olga Arias y Ángel Rodríguez Solórzano de feliz memoria, donde sigo patente su gran talento y reconocimiento a los grandes de las letras en Durango.

Así, en este homenaje, reiteró que vive para escribir y reconoció en todos aquellos que se dedican al angustioso y grato trabajo literario que requiere esfuerzo, constancia, imaginación y una esclavizante vocación para que la poesía siga como un incansable amanecer que cada día nos obsequia con un inédito poema de un sol vivo.


Un emotivo homenaje en Viernes Santo, como un cúmulo de reflexión, fue el marco en el que se reconoció la labor creativa de 50 años de Juan Emigdio Pérez Olvera, convertido ahora en un poeta de oro.

Nacido en Francisco I. Madero en el municipio de Pánuco de Coronado, siendo sus padres el capitán de caballería del ejército mexicano, Juan Pérez Bernal y su madre Luz Olvera Olvera.

“Hoy no traigo poemas”, fue la frase de referencia en la que agradeció a la vida, a la paciencia de las calles, al barrio taciturno, a la ciudad mestiza, a sus amigos, a los participantes en el coloquio de letras y a los Institutos de Cultura, que han dado motivos para darle forma a las palabras en sus poemas, pero sobre todo a su madre, quien fue quien lo inició en sus primeras letras.

De su primera infancia recuerda la hermosa placita del pueblo donde nació ya que a temprana edad se trasladó a la ciudad de Durango, y fue en la escuela Guadalupe Victoria en donde al leer una poesía de Amado Nervo, se despertó el espíritu creador de las letras que hasta la fecha lo acompañan.

Desde su infancia ha sido una persona amable, inteligente y perseverante para lograr los objetivos que siempre se ha propuesto, y antes de terminar sus estudios comerciales, encontró trabajo en una negociación de venta de muebles y aparatos eléctricos en la cual adquirió sus primeras experiencias en el diario batallar del ser humano y adquirió también las primeras monedas por un salario devengado con esfuerzo.

Formó parte del equipo de Presencia Poética en Durango, primera y atrevida antología que le abrió el camino de la investigación literaria la obra poética del Siglo XX, mediante un coro se sesenta y cuatro cantores con la primera voz de Adolfo León Gómez y el agudo final de Adela Ayala, lagunera de corazón.

Luego, en la Escuela Preparatoria Nocturna de la Universidad Juárez es donde se reencuentra con amigos afines a la poesía, su mente comenzó a imaginar y sus labios a deshojar versos que la mano llevó al papel para reencontrar el camino poético.

Es así, como la Máxima Casa de Estudios lo acerca a poetas de renombre y a través de los talleres literarios se acerca a la dócil imaginación y a marcar las hojas en blanco para darle expresión al espíritu, mientras que a través de la revista “Lo Otro”, el editor José Ángel Leyva lo hizo ser otro, en tanto que la Fundación Cultural Amaya publicó sus escritos en las revistas “Contraseña” y “Cantaletras”, al igual que lo hizo también Oscar Jiménez Luna en la página “Letras Durangueñas”.

De la misma manera, a través de las entrevistas en los programas televisivos de “Quehacer Universitario” y “Tribuna del Viernes”, se ha dado impulso a las letras lo que ha permitido ser una huella indeleble y en las que el propio Juan Emigdio ha dado a conocer parte de su creación literaria. Fue en la columna “Mi cuartilla a espadas”, de Alexandro Martínez Camberos, donde destacó que “Llama Lacerada” es el “mejor libro de poemas al amor, ideal y personal”.

Colaborador leal en la Dirección de Pensiones con un servidor, me permitió editar sus poemas “Canto de Cordillera” y “Bajo un sol infinito”, dedicados a Olga Arias y Ángel Rodríguez Solórzano de feliz memoria, donde sigo patente su gran talento y reconocimiento a los grandes de las letras en Durango.

Así, en este homenaje, reiteró que vive para escribir y reconoció en todos aquellos que se dedican al angustioso y grato trabajo literario que requiere esfuerzo, constancia, imaginación y una esclavizante vocación para que la poesía siga como un incansable amanecer que cada día nos obsequia con un inédito poema de un sol vivo.