El próximo 8 de marzo se celebrará el Día Internacional de la Mujer. Desde 1975 fue conmemorado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), pero fue en 1977 que la Asamblea General de la ONU lo proclamó como Día Internacional. Éste tiene sus orígenes en las manifestaciones de las mujeres en Europa y Estados Unidos que a principios del siglo XX reclamaban mejores condiciones laborales, el derecho al voto e igualdad con el hombre.
En México se celebró la primera Conferencia Mundial sobre la Mujer del 19 de junio al 2 de julio de 1975. Ahí se formuló un plan de acción mundial de diez años para la promoción de la mujer, tras lo cual la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó 1976-1985 como el Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer: “Igualdad, Desarrollo y Paz” a fin de implementarlo.
En 1979, la Asamblea General de la ONU aprobó la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), instrumento internacional más profundo para proteger los derechos humanos de las mujeres. Define el significado de discriminación contra las mujeres y exige que los Estados Miembros eliminen ésta contra las mujeres en la esfera pública y privada, incluido el ámbito familiar, y se propone alcanzar una igualdad de género sustantiva, tanto en las leyes como en la vida real. Más de 189 países lo han ratificado, lo que lo convierte en uno de los más notables.
En julio de 2010, la Asamblea General de la ONU creó la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres) para acelerar el progreso en la atención de las necesidades de las mujeres y las niñas de todo el mundo. Aunque en estos años se han logrado avances, no los suficientes, ya que una de cada tres mujeres sufre violencia física o sexual; las mujeres ocupan únicamente el 22% de escaños parlamentarios y actualmente representan más del 60% de la población analfabeta del mundo.
Este año, ONU Mujeres promueve como lema “la igualdad de género hoy para un mañana sostenible”, ya que, aunque el cambio climático tiene graves consecuencias para todos los seres humanos, afecta especialmente a los sectores más vulnerables y pobres de la sociedad, principalmente a las mujeres y niñas. Entre algunas consecuencias se encuentran las siguientes: el 80% de los desplazados por desastres relacionados con el clima son mujeres; en éstos, por lo regular éstas son las últimas en ser rescatadas, millones de ellas sufren de hambruna, riesgos de salud y tienen un gasto mayor de energía, ya que son las que realizan las labores domésticas.
De acuerdo con cifras de la ONU, se reporta que en África subsahariana el 71% de recolección de agua es llevado a cabo por mujeres y niñas. Cada vez tienen que recorrer distancias más largas para encontrar recursos necesarios para alimentar a sus familias; las sequías agudizan la escasez de alimentos, lo que agrava la situación de las mujeres y las niñas, como el aumento de la muerte materna, así como la violencia contra las mujeres. De ahí que se busquen medidas que brinden una mejor calidad de vida a las comunidades más vulnerables y que su desarrollo sea sostenible para las futuras generaciones.
Por esta razón, este 8 de marzo es necesario, es momento de actuar, proponer medidas y políticas que favorezcan a las mujeres, como: capacitarlas en adoptar nuevas técnicas agrícolas, habilitarlas para responder ante los desastres; como emprendedoras de la energía ecológica. Las mujeres son agentes del cambio que deben participar en condiciones de igualdad en la solución hacia un futuro sostenible.
*Yoanna Shubich Green, coordinadora académica de la Facultad de Estudios Globales, Universidad Anáhuac. Daniela Lugo, estudiante de Relaciones Internacionales en la Universidad Anáhuac.
