/ lunes 6 de diciembre de 2021

Inconformidades en la alianza PAN-PRI-PRD

Se complica el escenario de negociación rumbo a la cristalización de la alianza electoral entre el PRI, PAN y PRD, al socializarse las descalificaciones que pretenden obstaculizar a varios de los aspirantes, e impulsar a otros de los que buscan obtener la candidatura para renovar la titularidad del ejecutivo estatal.

Lo que había trascendido en el transcurso de las negociaciones para aterrizar la coalición electoral, eran los criterios discrepantes para escoger al candidato o candidata que los representaría en la elección para gobernador. Unos impulsaban la popularidad como factor decisivo y otros la percepción que unificara la aceptación de los militantes de los tres partidos.

Pero ya afloraron las “diferencias” por parte de algunos panistas y priistas que no están de acuerdo con sus dirigentes, sobre todo en las formas que se utilizan para acordar la asociación partidista, sin que ello quiera decir que se modifiquen los objetivos primigenios, ya que también se afirma que antes del 15 de diciembre podría “salir el humo blanco” con una asociación fuerte y competitiva.

Las manifestaciones fuera del marco de las negociaciones cupulares, serían hasta cierto punto normales y, sin embargo, de inmediato generaron “lecturas” de inconformidad y encendieron los focos rojos, ante la posibilidad de que se descarrile “el tratado” y con ello la intención de darle pelea a Morena, no sólo en la gubernatura sino en los 39 municipios.

Quien no se anduvo por “las ramas” fue Luis Enrique Benítez al afirmar que si se daba la imposición de Esteban Villegas, la coalición llegaría desunida y debilitada frente a Morena y el presidente de la República. “Divididos, perderíamos”, advirtió.

Desde la perspectiva de Benítez, debe existir una reflexión final para analizar seriamente “si vamos en la ruta correcta, antes de que se tome una decisión unilateral y cupular”. Apuntó que no se han realizado reuniones con los aspirantes e informado de las reglas que siguen para hacer la selección, al menos en el PRI, aclaró.

En Acción Nacional, simpatizantes de Jorge Salum dieron el “albazo” al adelantar que era el bueno para el trío de partidos, en reacción a la rueda de prensa conjunta que ofrecieron Héctor Flores y Francisco Castrellón para ratificar su aspiración, lo mismo que por su lado hiciera también Jaime Rivas. Incluso el alcalde panista demandó piso parejo.

Las manifestaciones, aunque consideradas legítimas, pero fuera de lugar, zarandearon a los integrantes de las negociaciones, que ahora tendrán que agilizar los acuerdos antes de que se desborden las molestias, o agotar los plazos previstos por el calendario oficial que dan hasta el 2 de enero del 2022 para registrar los convenios de coalición, en espera de que se pacifiquen las inquietudes públicas.

Sigue latente que al final sea la opinión de José Rosas Aispuro la que ladee el fiel de la balanza a favor o en contra de alguno de los aspirantes.

Se complica el escenario de negociación rumbo a la cristalización de la alianza electoral entre el PRI, PAN y PRD, al socializarse las descalificaciones que pretenden obstaculizar a varios de los aspirantes, e impulsar a otros de los que buscan obtener la candidatura para renovar la titularidad del ejecutivo estatal.

Lo que había trascendido en el transcurso de las negociaciones para aterrizar la coalición electoral, eran los criterios discrepantes para escoger al candidato o candidata que los representaría en la elección para gobernador. Unos impulsaban la popularidad como factor decisivo y otros la percepción que unificara la aceptación de los militantes de los tres partidos.

Pero ya afloraron las “diferencias” por parte de algunos panistas y priistas que no están de acuerdo con sus dirigentes, sobre todo en las formas que se utilizan para acordar la asociación partidista, sin que ello quiera decir que se modifiquen los objetivos primigenios, ya que también se afirma que antes del 15 de diciembre podría “salir el humo blanco” con una asociación fuerte y competitiva.

Las manifestaciones fuera del marco de las negociaciones cupulares, serían hasta cierto punto normales y, sin embargo, de inmediato generaron “lecturas” de inconformidad y encendieron los focos rojos, ante la posibilidad de que se descarrile “el tratado” y con ello la intención de darle pelea a Morena, no sólo en la gubernatura sino en los 39 municipios.

Quien no se anduvo por “las ramas” fue Luis Enrique Benítez al afirmar que si se daba la imposición de Esteban Villegas, la coalición llegaría desunida y debilitada frente a Morena y el presidente de la República. “Divididos, perderíamos”, advirtió.

Desde la perspectiva de Benítez, debe existir una reflexión final para analizar seriamente “si vamos en la ruta correcta, antes de que se tome una decisión unilateral y cupular”. Apuntó que no se han realizado reuniones con los aspirantes e informado de las reglas que siguen para hacer la selección, al menos en el PRI, aclaró.

En Acción Nacional, simpatizantes de Jorge Salum dieron el “albazo” al adelantar que era el bueno para el trío de partidos, en reacción a la rueda de prensa conjunta que ofrecieron Héctor Flores y Francisco Castrellón para ratificar su aspiración, lo mismo que por su lado hiciera también Jaime Rivas. Incluso el alcalde panista demandó piso parejo.

Las manifestaciones, aunque consideradas legítimas, pero fuera de lugar, zarandearon a los integrantes de las negociaciones, que ahora tendrán que agilizar los acuerdos antes de que se desborden las molestias, o agotar los plazos previstos por el calendario oficial que dan hasta el 2 de enero del 2022 para registrar los convenios de coalición, en espera de que se pacifiquen las inquietudes públicas.

Sigue latente que al final sea la opinión de José Rosas Aispuro la que ladee el fiel de la balanza a favor o en contra de alguno de los aspirantes.