/ viernes 10 de abril de 2020

Inédito:  del discurso político a los hechos

Ni duda cabe, la política es como el amor, nada está escrito. Usted recuerda la lucha por la gubernatura del estado en 2016, el hoy Gobernador José Rosas Aispuro Torres y el diputado Esteban Villegas Villarreal fueron los protagonistas. La elección quedó atrás, y las anécdotas forman parte de la historia. Cuando alguien rinde protesta para ejercer como presidente de la República, gobernador o presidente municipal, todos dicen lo mismo: gobernaré para todos, sin colores partidistas, mi gobierno será cercano a la gente, acabare con la corrupción, la impunidad y otras promesas que pocas veces se cumplen.

Los políticos mexicanos no tienen la cultura de darle vuelta a la hoja cuando pasa una elección. Como no tenemos gobiernos de coalición, el ganador reparte el pastel de acuerdo a los interese de su partido, quieren tener mayorías en las cámaras, el gobernador en los congresos estatales y los presidentes municipales en los cabildos. Y eso le ha hecho daño a la democracia y a la economía del país. Tuvo que llegar una contingencia para entender de qué estamos hechos, lo vulnerables que somos y de que solo juntos saldremos adelante. Nadie imaginó ver al diputado Esteban Villegas y al gobernador Aispuro Torres en una mesa para tratar el tema del COVI-19. Como sociedad, da gusto ver que un candidato ganador y uno perdedor, puedan superar sus diferencias políticas y personales y asumir sus responsabilidades como representantes populares.

Hoy, la clase política local tiene en sus manos la oportunidad de pasar a la historia, ya que mucho han dicho cuando andan en campaña que están “dispuestos a hacer cualquier sacrificio por Durango, inclusive… ¡hasta la grandeza!”. Vienen tiempos difíciles, si nuestros representantes están haciendo lo suyo, insistimos, nosotros como sociedad tenemos una gran responsabilidad. ¿Cuál? Sigamos las indicaciones de quedarnos en casa de manera voluntaria, no tenemos por qué esperar a que las autoridades de los tres órdenes de gobierno, hagan uso de sus facultades legales para obligarnos a estar en nuestros domicilios y no en las calles. Los llamados son recurrentes, muy pronto serán advertencias y en un momento dado aplicar la fuerza pública para obligarnos a hacer lo que nos corresponde. El Estado puede hacer mucho pero lo más importante depende de nosotros.

La sociedad aplaude que haya voluntad política, en otras ocasiones nunca lo hicieron. Esta convocatoria por parte del gobernador fue apoyada de manera inmediata por el Congreso del Estado, después por el Poder Judicial y funcionarios públicos que nunca se habían involucrado. Deseamos que esto no sea coyuntural, esta respuesta debe convertirse en cultura, no esperar que suceda algo grave para estar juntos, gobernantes y gobernados. Cuando esta contingencia pase, no se nos deben olvidar las enseñanzas que nos dejará. Por lo pronto, ya nos dejó una: se ha pasado del discurso político a los hechos, ahora sí, gobierne quien gobierne y del partido que sea, que lo mas importante sea la sociedad y no el privilegio de unos cuantos.

Ni duda cabe, la política es como el amor, nada está escrito. Usted recuerda la lucha por la gubernatura del estado en 2016, el hoy Gobernador José Rosas Aispuro Torres y el diputado Esteban Villegas Villarreal fueron los protagonistas. La elección quedó atrás, y las anécdotas forman parte de la historia. Cuando alguien rinde protesta para ejercer como presidente de la República, gobernador o presidente municipal, todos dicen lo mismo: gobernaré para todos, sin colores partidistas, mi gobierno será cercano a la gente, acabare con la corrupción, la impunidad y otras promesas que pocas veces se cumplen.

Los políticos mexicanos no tienen la cultura de darle vuelta a la hoja cuando pasa una elección. Como no tenemos gobiernos de coalición, el ganador reparte el pastel de acuerdo a los interese de su partido, quieren tener mayorías en las cámaras, el gobernador en los congresos estatales y los presidentes municipales en los cabildos. Y eso le ha hecho daño a la democracia y a la economía del país. Tuvo que llegar una contingencia para entender de qué estamos hechos, lo vulnerables que somos y de que solo juntos saldremos adelante. Nadie imaginó ver al diputado Esteban Villegas y al gobernador Aispuro Torres en una mesa para tratar el tema del COVI-19. Como sociedad, da gusto ver que un candidato ganador y uno perdedor, puedan superar sus diferencias políticas y personales y asumir sus responsabilidades como representantes populares.

Hoy, la clase política local tiene en sus manos la oportunidad de pasar a la historia, ya que mucho han dicho cuando andan en campaña que están “dispuestos a hacer cualquier sacrificio por Durango, inclusive… ¡hasta la grandeza!”. Vienen tiempos difíciles, si nuestros representantes están haciendo lo suyo, insistimos, nosotros como sociedad tenemos una gran responsabilidad. ¿Cuál? Sigamos las indicaciones de quedarnos en casa de manera voluntaria, no tenemos por qué esperar a que las autoridades de los tres órdenes de gobierno, hagan uso de sus facultades legales para obligarnos a estar en nuestros domicilios y no en las calles. Los llamados son recurrentes, muy pronto serán advertencias y en un momento dado aplicar la fuerza pública para obligarnos a hacer lo que nos corresponde. El Estado puede hacer mucho pero lo más importante depende de nosotros.

La sociedad aplaude que haya voluntad política, en otras ocasiones nunca lo hicieron. Esta convocatoria por parte del gobernador fue apoyada de manera inmediata por el Congreso del Estado, después por el Poder Judicial y funcionarios públicos que nunca se habían involucrado. Deseamos que esto no sea coyuntural, esta respuesta debe convertirse en cultura, no esperar que suceda algo grave para estar juntos, gobernantes y gobernados. Cuando esta contingencia pase, no se nos deben olvidar las enseñanzas que nos dejará. Por lo pronto, ya nos dejó una: se ha pasado del discurso político a los hechos, ahora sí, gobierne quien gobierne y del partido que sea, que lo mas importante sea la sociedad y no el privilegio de unos cuantos.