/ domingo 27 de enero de 2019

Intellego ut credam

Parafraseando las hermosas palabras del libro del Apocalipsis del Apóstol san Juan (Cfr. Ap. 2,1), hoy podemos afirmar que Dios elige en Cristo Jesús, obispo y buen pastor a José Antonio Fernández Hurtado como un ángel de Dios para la iglesia particular de Tlalnepantla, Estado de México.

El papa Francisco, un pastor que se ha caracterizado por impulsar una Iglesia más misionera, en salida hacia las periferias, no se equivoca en elegir el extraordinario perfil que distingue el estilo personal de monseñor Fernández Hurtado. En el contexto de una ardua labor que ha dejado el huerto sembrado por el ahora señor cardenal Carlos Aguiar Retes. La distinción de este nombramiento de su nuevo Arzobispo, garantiza por mucho la exquisita continuidad de la generosa obra realizada en la floreciente Iglesia de Tlalnepantla.

La disposición en el contundente liderazgo eclesial y pastoral de José Antonio Fernández Hurtado, ha sido clara en las comunidades eclesiales que ha presidido: definición de actitud de pastor, que en forma minuciosa, ha sido capaz de apuntalar la promoción de una pastoral organizada, bien planificada en la animación de la comunión sacerdotal y con profunda visión de frente a los grandes desafíos de la nueva evangelización, en el marco de este cambio de época.

José Antonio Fernández Hurtado. Elegido para un servicio incomparablemente bello, desempeñado para la Iglesia en íntima amistad con Jesús: éste es el significado de una oración de acción de gracias a Dios, en la plenitud de la alegría sacerdotal. Justo al casi completar sus primeros tres lustros como obispo.

Su vida, su testimonio sacerdotal de cuatro décadas, ha sido para nuestra Arquidiócesis de Durango una plegaria plena; en comunión con su presbiterio y en plena unión con toda la comunidad católica que peregrina por estas benditas tierras, y que hasta ahora ha compartido lleno de gozo y de esperanza.

Sacerdocio recto, que nos permite contemplar en su vida la cercanía del mismo sacerdocio de Cristo, el cual se ha impreso con letras de esfuerzo, sacrificio y generosa entrega. Nuestro pastor ahora recoge frutos sabrosos de todo cuanto ha sembrado. Su ministerio sacerdotal se resume en una palabra, eucaristía, es decir, acción de gracias al Padre, por medio de su Hijo impulsado por la fuerza del Espíritu Santo. La vida toda entonces, para este sacerdote es un himno de alabanza a la bondad y a la ternura del Señor que hoy lo invita a una encomienda mayor.

El 11 de mayo de 2005 es consagrado obispo de manos del obispo Octavio Villegas, en la ciudad de San Juan Bautista, Tuxtepec, Oaxaca. 26 de septiembre de 2014 el Santo Padre Francisco, lo nombra arzobispo metropolitano de Durango. 21 de noviembre de 2017 toma posesión de la Arquidiócesis de Durango. Nuestro pastor y guía, fue elegido por Jesucristo buen pastor para compartirle un ministerio extraordinariamente grande, la plenitud del sacramento del orden.

Para ser portador de la esperanza, anunciar que Dios es bueno aliviar las penas de quien está afligido, recordar el pensamiento del cielo a quien está triste por las tribulaciones de la tierra, en esto consiste la esencia misma de su consagración episcopal.

Como un auténtico portador de la alegría del Evangelio, don José Antonio Fernández Hurtado, de manera muy particular nos ha compartido en Durango el testimonio generoso, que motiva para hacer nuestra también esta esperanza de Dios, la única que no defrauda a nadie. Centinela fiel, pastor que celoso y entregado que ha velado, buscando llevar esta Iglesia a los mejores pastos, para alimentarla y fortalecerla en los valores más grandes del Evangelio de la vida y del amor. Por eso, sólo nos resta decir gracias con sincera actitud que nos brota de la conciencia creyente, pero sobre todo, porque le amamos y respetamos.

Así es el don de la paternidad pastoral, que compromete a procurar seguir en el camino andado, para construir una Iglesia bonita que siga siendo fermento del reino.

Le deseamos de todo corazón que siga mostrando esta gran disposición para caminar junto a la comunidad. Valoramos particularmente su cercanía como un verdadero pastor con olor a pueblo. Admiro de verdad su capacidad de relación para procurar la comunión sacerdotal, su trato de auténtico padre que vela y acompaña más allá de mezquinos prejuicios.

Su paso por esta bendita Iglesia de Durango, deja honda huella, que cala y que motiva para seguir descubriendo con fidelidad a Cristo obispo y buen pastor, en sus sucesores que vengan a seguir sembrando y cosechando. Dios bendiga su caminar y a nosotros nos anime a continuar con alegría a seguir dando razón de nuestra fe y de nuestra esperanza.

Parafraseando las hermosas palabras del libro del Apocalipsis del Apóstol san Juan (Cfr. Ap. 2,1), hoy podemos afirmar que Dios elige en Cristo Jesús, obispo y buen pastor a José Antonio Fernández Hurtado como un ángel de Dios para la iglesia particular de Tlalnepantla, Estado de México.

El papa Francisco, un pastor que se ha caracterizado por impulsar una Iglesia más misionera, en salida hacia las periferias, no se equivoca en elegir el extraordinario perfil que distingue el estilo personal de monseñor Fernández Hurtado. En el contexto de una ardua labor que ha dejado el huerto sembrado por el ahora señor cardenal Carlos Aguiar Retes. La distinción de este nombramiento de su nuevo Arzobispo, garantiza por mucho la exquisita continuidad de la generosa obra realizada en la floreciente Iglesia de Tlalnepantla.

La disposición en el contundente liderazgo eclesial y pastoral de José Antonio Fernández Hurtado, ha sido clara en las comunidades eclesiales que ha presidido: definición de actitud de pastor, que en forma minuciosa, ha sido capaz de apuntalar la promoción de una pastoral organizada, bien planificada en la animación de la comunión sacerdotal y con profunda visión de frente a los grandes desafíos de la nueva evangelización, en el marco de este cambio de época.

José Antonio Fernández Hurtado. Elegido para un servicio incomparablemente bello, desempeñado para la Iglesia en íntima amistad con Jesús: éste es el significado de una oración de acción de gracias a Dios, en la plenitud de la alegría sacerdotal. Justo al casi completar sus primeros tres lustros como obispo.

Su vida, su testimonio sacerdotal de cuatro décadas, ha sido para nuestra Arquidiócesis de Durango una plegaria plena; en comunión con su presbiterio y en plena unión con toda la comunidad católica que peregrina por estas benditas tierras, y que hasta ahora ha compartido lleno de gozo y de esperanza.

Sacerdocio recto, que nos permite contemplar en su vida la cercanía del mismo sacerdocio de Cristo, el cual se ha impreso con letras de esfuerzo, sacrificio y generosa entrega. Nuestro pastor ahora recoge frutos sabrosos de todo cuanto ha sembrado. Su ministerio sacerdotal se resume en una palabra, eucaristía, es decir, acción de gracias al Padre, por medio de su Hijo impulsado por la fuerza del Espíritu Santo. La vida toda entonces, para este sacerdote es un himno de alabanza a la bondad y a la ternura del Señor que hoy lo invita a una encomienda mayor.

El 11 de mayo de 2005 es consagrado obispo de manos del obispo Octavio Villegas, en la ciudad de San Juan Bautista, Tuxtepec, Oaxaca. 26 de septiembre de 2014 el Santo Padre Francisco, lo nombra arzobispo metropolitano de Durango. 21 de noviembre de 2017 toma posesión de la Arquidiócesis de Durango. Nuestro pastor y guía, fue elegido por Jesucristo buen pastor para compartirle un ministerio extraordinariamente grande, la plenitud del sacramento del orden.

Para ser portador de la esperanza, anunciar que Dios es bueno aliviar las penas de quien está afligido, recordar el pensamiento del cielo a quien está triste por las tribulaciones de la tierra, en esto consiste la esencia misma de su consagración episcopal.

Como un auténtico portador de la alegría del Evangelio, don José Antonio Fernández Hurtado, de manera muy particular nos ha compartido en Durango el testimonio generoso, que motiva para hacer nuestra también esta esperanza de Dios, la única que no defrauda a nadie. Centinela fiel, pastor que celoso y entregado que ha velado, buscando llevar esta Iglesia a los mejores pastos, para alimentarla y fortalecerla en los valores más grandes del Evangelio de la vida y del amor. Por eso, sólo nos resta decir gracias con sincera actitud que nos brota de la conciencia creyente, pero sobre todo, porque le amamos y respetamos.

Así es el don de la paternidad pastoral, que compromete a procurar seguir en el camino andado, para construir una Iglesia bonita que siga siendo fermento del reino.

Le deseamos de todo corazón que siga mostrando esta gran disposición para caminar junto a la comunidad. Valoramos particularmente su cercanía como un verdadero pastor con olor a pueblo. Admiro de verdad su capacidad de relación para procurar la comunión sacerdotal, su trato de auténtico padre que vela y acompaña más allá de mezquinos prejuicios.

Su paso por esta bendita Iglesia de Durango, deja honda huella, que cala y que motiva para seguir descubriendo con fidelidad a Cristo obispo y buen pastor, en sus sucesores que vengan a seguir sembrando y cosechando. Dios bendiga su caminar y a nosotros nos anime a continuar con alegría a seguir dando razón de nuestra fe y de nuestra esperanza.