/ domingo 30 de junio de 2019

Intellego ut credam

Pensamiento débil ilustrado

La Ilustración o Iluminismo, con su mayor influencia en el siglo XVIII, es un movimiento cultural que se desarrolla e influye principalmente en Inglaterra, Francia y Alemania. Es como un ambiente que lo abarca todo.

Como una forma ambiental de pensar: “es la salida del hombre de su estado de minoría de edad, que debe imputarse a sí mismo. Minoría de edad, es la incapacidad de valerse del propio intelecto sin la guía de otro por si. Es imputable a sí mismo, si su causa no depende de defecto de la inteligencia sino de la falta de decisión y de la valentía para hacer uso de la propia inteligencia sin ser guiados por otros.

¡Ten la valentía de servirte por tu propia inteligencia” (Kant)! La clave de la Ilustración está en la razón empirista que invita a permanecer dóciles a los datos de los sentidos y a los resultados de los experimentos. Se trata de la razón como facultad o capacidad de conocer; capacidad inagotable que llevará hasta el conocimiento insondable de la naturaleza.

Esta visión de la historia se relaciona con otra característica de la Ilustración: el rechazo de la tradición; para la Ilustración, todo aspecto que no pueda ser explicado por la razón humana es, mito o superstición. El antitradicionalismo se concreta en el rechazo de la religión revelada, especialmente del catolicismo; reduciéndose a la construcción teórica del deísmo, es decir, una religión a la medida de la razón y sin misterios, bastando afirmar como contenido de toda religión la existencia de Dios, la inmortalidad del alma y la vida futura.

La actitud ilustrada sobre la religión se manifestó en Alemania en el proceso de racionalización de los dogmas; en Inglaterra y Francia con la defensa de la tolerancia, basada en el indiferentismo religioso. Simultáneamente al rechazo de la religión revelada se encuentra el deseo de un cambio social: para la Ilustración la monarquía absoluta, la transmisión hereditaria del poder, la desigualdad social por nacimiento, el pacto colonial de las metrópolis son cosas inexplicables desde el punto de vista racional.

La ilustración presentará un programa político liberal y democrático, a veces identificado con un programa revolucionario.

No se entendió la diferencia entre las circunstancias históricas concretas y el contenido divino de la Revelación; los ataques contra el orden social establecido se dirigieron contra la misma Iglesia Católica; el siglo XVIII tiene signo anticlerical: la moral y el derecho sufren cambios radicales; la moral ilustrada es una moral laicista sin relación con la trascendencia, el derecho natural será secularizado.

La fe en el progreso relaciona a las ideas ilustradas con el positivismo; la concepción moral y política las Ligan con el liberalismo y el utilitarismo; la visión iluminada de la historia y la afirmación de su racionalidad en su devenir las acercan a Hegel y a Marx; la toma de conciencia sobre algunos aspectos de la dignidad humana pone de manifiesto el cimiento cristiano de base en la modernidad, aunque muchas veces el cimiento cristiano queda escondido bajo una fuerte secularización entendida como autonomía total de lo temporal ante la trascendencia.

Pensamiento débil ilustrado

La Ilustración o Iluminismo, con su mayor influencia en el siglo XVIII, es un movimiento cultural que se desarrolla e influye principalmente en Inglaterra, Francia y Alemania. Es como un ambiente que lo abarca todo.

Como una forma ambiental de pensar: “es la salida del hombre de su estado de minoría de edad, que debe imputarse a sí mismo. Minoría de edad, es la incapacidad de valerse del propio intelecto sin la guía de otro por si. Es imputable a sí mismo, si su causa no depende de defecto de la inteligencia sino de la falta de decisión y de la valentía para hacer uso de la propia inteligencia sin ser guiados por otros.

¡Ten la valentía de servirte por tu propia inteligencia” (Kant)! La clave de la Ilustración está en la razón empirista que invita a permanecer dóciles a los datos de los sentidos y a los resultados de los experimentos. Se trata de la razón como facultad o capacidad de conocer; capacidad inagotable que llevará hasta el conocimiento insondable de la naturaleza.

Esta visión de la historia se relaciona con otra característica de la Ilustración: el rechazo de la tradición; para la Ilustración, todo aspecto que no pueda ser explicado por la razón humana es, mito o superstición. El antitradicionalismo se concreta en el rechazo de la religión revelada, especialmente del catolicismo; reduciéndose a la construcción teórica del deísmo, es decir, una religión a la medida de la razón y sin misterios, bastando afirmar como contenido de toda religión la existencia de Dios, la inmortalidad del alma y la vida futura.

La actitud ilustrada sobre la religión se manifestó en Alemania en el proceso de racionalización de los dogmas; en Inglaterra y Francia con la defensa de la tolerancia, basada en el indiferentismo religioso. Simultáneamente al rechazo de la religión revelada se encuentra el deseo de un cambio social: para la Ilustración la monarquía absoluta, la transmisión hereditaria del poder, la desigualdad social por nacimiento, el pacto colonial de las metrópolis son cosas inexplicables desde el punto de vista racional.

La ilustración presentará un programa político liberal y democrático, a veces identificado con un programa revolucionario.

No se entendió la diferencia entre las circunstancias históricas concretas y el contenido divino de la Revelación; los ataques contra el orden social establecido se dirigieron contra la misma Iglesia Católica; el siglo XVIII tiene signo anticlerical: la moral y el derecho sufren cambios radicales; la moral ilustrada es una moral laicista sin relación con la trascendencia, el derecho natural será secularizado.

La fe en el progreso relaciona a las ideas ilustradas con el positivismo; la concepción moral y política las Ligan con el liberalismo y el utilitarismo; la visión iluminada de la historia y la afirmación de su racionalidad en su devenir las acercan a Hegel y a Marx; la toma de conciencia sobre algunos aspectos de la dignidad humana pone de manifiesto el cimiento cristiano de base en la modernidad, aunque muchas veces el cimiento cristiano queda escondido bajo una fuerte secularización entendida como autonomía total de lo temporal ante la trascendencia.