/ martes 17 de septiembre de 2019

INTELLEGO UT CREDAM

Santa María de Guadalupe nuestra gran libertadora

La Iglesia Católica participó activamente en todos los hechos de la gesta de nuestra Independencia de manera protagónica, los más notables iniciadores y actores fueron miembros del clero y el pueblo era mayoritariamente católico.

Esta celebración y los acontecimientos históricos que le dieron origen, no pueden ignorar el papel de la Virgen de Guadalupe en el origen de la identidad nacional de los mexicanos. El símbolo escogido por el movimiento libertario fue el estandarte de Santa María de Guadalupe, que años mas tarde, sería proclamada por Morelos como “La patrona de nuestra libertad”…

La Virgen de Guadalupe fue el estandarte que permitió a Hidalgo encontrar la visión mística y libertaria que lo acompañó en sus luchas, para reaparecer 100 años después como bandera de los campesinos zapatistas, porque su culto no tiene clases, ni regiones, es público y colectivo, íntimo y masivo.

Ella preside el nacimiento de nuestra nacionalidad, ella palpita lo mismo en los pendones insurgentes que en las proclamas de Morelos, en las insignias de Iturbide, en las banderas de Guerrero, tanto en el nombre de Victoria como en el estandarte campesino. Ella es emblema, vínculo de unidad nacional.

Si bien éste no es en realidad el aniversario de la independencia mexicana, fue el comienzo de la rebelión contra el sistema colonial español. La conspiración de Querétaro fue descubierta en septiembre de 1810. Los conspiradores tuvieron tiempo de prevenirse ante la intervención de las autoridades virreinales en la ciudad de Querétaro. Josefa Ortiz de Domínguez alcanzó a dar aviso a Juan Aldama del peligro en que se encontraba el movimiento independentista, al encontrarse las tropas realistas en Querétaro.

A su vez, Aldama se puso en camino a Dolores, para poner al tanto de la situación al cura Hidalgo. Apremiado por la situación, Hidalgo convocó al pueblo de Dolores, tocando las campanas de la parroquia local. Acudieron las personas, aun cuando era de madrugada. Luego se dirigió a la cárcel del pueblo. Junto con un pequeño grupo de campesinos, de prácticamente nula experiencia militar y portando un improvisado armamento, tomó el presidio. Allí tomaron algunas armas y partió Hidalgo con su ejército de campesinos hacia Atotonilco el Grande.

“Al mediodía del domingo 16 de septiembre de 1810, el tranquilo y sereno pueblo de Atotonilco fue violentado por la presencia intempestiva de un grupo de más de tres mil hombres que llegaron al mando del cura de Dolores hasta el hermoso santuario… El cura apeó de su brioso corcel, entró al santuario y, antes de llegar al altar a donde habría de postrarse a pedir la ayuda divina por la misión que iniciaba, tuvo entonces la genial intuición... Fue entonces cuando desvió sus pasos hacia la Capilla Mariana que se encuentra a la izquierda del altar, tomó la pintura de la Virgen, pidió una pica o asta, y en ese instante convirtió la imagen en pendón primigenio de los mexicanos y declaró en esos momentos de sublime inspiración hacia la Guadalupana Capitana jurada de nuestras legiones “¡viva la Virgen de Guadalupe!” y “¡mueran los gachupines!” Su camino le llevaría luego hacia San Miguel el Grande, donde convergieron los militares rebeldes Abasolo y Allende. Era el comienzo de la larga lucha por la independencia de México, que no habría de culminar sino hasta 1821.

La celebración de la Independencia es una ocasión única para unirnos en la reflexión de nuestra historia, bajo la mirada de fe; pero además para que los días que le restan al mes de septiembre, hagamos una Semana de Oración por la Patria, sobre todo para agradecer los dones recibidos por medio de estos acontecimientos sociales y para orar intensamente por las urgentes necesidades de México en los actuales momentos de la historia.

Santa María de Guadalupe nuestra gran libertadora

La Iglesia Católica participó activamente en todos los hechos de la gesta de nuestra Independencia de manera protagónica, los más notables iniciadores y actores fueron miembros del clero y el pueblo era mayoritariamente católico.

Esta celebración y los acontecimientos históricos que le dieron origen, no pueden ignorar el papel de la Virgen de Guadalupe en el origen de la identidad nacional de los mexicanos. El símbolo escogido por el movimiento libertario fue el estandarte de Santa María de Guadalupe, que años mas tarde, sería proclamada por Morelos como “La patrona de nuestra libertad”…

La Virgen de Guadalupe fue el estandarte que permitió a Hidalgo encontrar la visión mística y libertaria que lo acompañó en sus luchas, para reaparecer 100 años después como bandera de los campesinos zapatistas, porque su culto no tiene clases, ni regiones, es público y colectivo, íntimo y masivo.

Ella preside el nacimiento de nuestra nacionalidad, ella palpita lo mismo en los pendones insurgentes que en las proclamas de Morelos, en las insignias de Iturbide, en las banderas de Guerrero, tanto en el nombre de Victoria como en el estandarte campesino. Ella es emblema, vínculo de unidad nacional.

Si bien éste no es en realidad el aniversario de la independencia mexicana, fue el comienzo de la rebelión contra el sistema colonial español. La conspiración de Querétaro fue descubierta en septiembre de 1810. Los conspiradores tuvieron tiempo de prevenirse ante la intervención de las autoridades virreinales en la ciudad de Querétaro. Josefa Ortiz de Domínguez alcanzó a dar aviso a Juan Aldama del peligro en que se encontraba el movimiento independentista, al encontrarse las tropas realistas en Querétaro.

A su vez, Aldama se puso en camino a Dolores, para poner al tanto de la situación al cura Hidalgo. Apremiado por la situación, Hidalgo convocó al pueblo de Dolores, tocando las campanas de la parroquia local. Acudieron las personas, aun cuando era de madrugada. Luego se dirigió a la cárcel del pueblo. Junto con un pequeño grupo de campesinos, de prácticamente nula experiencia militar y portando un improvisado armamento, tomó el presidio. Allí tomaron algunas armas y partió Hidalgo con su ejército de campesinos hacia Atotonilco el Grande.

“Al mediodía del domingo 16 de septiembre de 1810, el tranquilo y sereno pueblo de Atotonilco fue violentado por la presencia intempestiva de un grupo de más de tres mil hombres que llegaron al mando del cura de Dolores hasta el hermoso santuario… El cura apeó de su brioso corcel, entró al santuario y, antes de llegar al altar a donde habría de postrarse a pedir la ayuda divina por la misión que iniciaba, tuvo entonces la genial intuición... Fue entonces cuando desvió sus pasos hacia la Capilla Mariana que se encuentra a la izquierda del altar, tomó la pintura de la Virgen, pidió una pica o asta, y en ese instante convirtió la imagen en pendón primigenio de los mexicanos y declaró en esos momentos de sublime inspiración hacia la Guadalupana Capitana jurada de nuestras legiones “¡viva la Virgen de Guadalupe!” y “¡mueran los gachupines!” Su camino le llevaría luego hacia San Miguel el Grande, donde convergieron los militares rebeldes Abasolo y Allende. Era el comienzo de la larga lucha por la independencia de México, que no habría de culminar sino hasta 1821.

La celebración de la Independencia es una ocasión única para unirnos en la reflexión de nuestra historia, bajo la mirada de fe; pero además para que los días que le restan al mes de septiembre, hagamos una Semana de Oración por la Patria, sobre todo para agradecer los dones recibidos por medio de estos acontecimientos sociales y para orar intensamente por las urgentes necesidades de México en los actuales momentos de la historia.