/ domingo 5 de enero de 2020

INTELLEGO UT CREDAM

“Epifanía”: Manifestación del Señor

Esta solemnidad está dedicada especialmente, a celebrar la Manifestación de Jesús, a todas las naciones, como el Mesías, hijo de Dios y Salvador del mundo y en ella se celebra la adoración de los magos de que nos habla el Evangelio que escribió Mateo y que a la letra dice:

“Cuando hubo nacido Jesús, en Belen de Judea, en el tiempo del Rey Herodes, llegaron de Oriente a Jerusalén, unos magos preguntando “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en el oriente y hemos venido a adorarlo”. Esta verdad revelada es al mismo tiempo la narración de un hecho histórico que proporciona detalles minuciosos a cerca del nacimiento de Jesús, y estos son:

La afirmación del nacimiento de Jesús, en qué tiempo sucedió, quién era y cómo se llamaba el rey; como del oriente llegaron a Jerusalén aquellos hombres, peritos en astronomía y que por tener contacto con el pueblo judío, ciertamente conocían las escrituras del pueblo escogido que estaba en espera de la llegada de un mesías meramente temporal y que, con gran poder realizaría lo que todo el pueblo judío vivamente anhelaba: sacudirse la ignominia de estar sujetos al emperador romano quien obligaba a todos sus súbditos pagar el tributo y los impuestos económicos.

Aquellos hombres, ciertamente, sabios, emprenden su camino y al llegar a Jerusalén se informan del nacimiento del rey de los judíos y dan la razón: Porque hemos visto su estrella en el oriente y seguramente iluminados por el Espíritu Santo están convencidos de que el niño que ha nacido, es Dios. La narración que hace el evangelista San Mateo, es la realización de la profecía de Isaías que muchos siglos antes, inspirado por Dios escribió:

“Levanta los ojos y mira alrededor: Todos se reúnen y vienen a ti; tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos. Entonces verás esto radiante de alegría. Tu corazón se alegrará y se ensanchará cuando se vuelquen sobre las tierras del mar y te traigan las riquezas de los pueblos. Te inundará una multitud de camellos y dromedarios procedentes de Madián y de Efá.

Vendrán todos los Sabá trayendo incienso y oro y proclamando las alabanzas del Señor.” (Isaías, 60, 4-6). Esta es la causa que los movió a emprender su camino -largo o corto- para ir a adorar al “recién nacido”. Por los detalles que proporciona la palabra de Dios revelada, echan por tierra la afirmación de aquellos que niegan la existencia de los magos de Oriente, olvidando que, negarlo, equivale a no aceptarla.

En los magos de que habla el Evangelio estaban representadas todas las naciones paganas, según lo que enseña San Pablo en su carta a los efesios: “también los paganos son coherederos de la misma herencia, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la misma promesa en Jesucristo”, por eso se les considera como “las primicias de las naciones, que sin ser de la raza judía, acogen la buena nueva de la salvación”.

En los magos aparece el llamamiento de Dios a la fe a todos los pueblos y naciones que no pertenecían a la raza judía. Es por esto que en la Epifanía o manifestación del Señor se siente la obligación de darle gracias, porque nos ha dado, sin mérito alguno, ese don precioso que junto con las virtudes de la esperanza y de la caridad nos ayudan a descubrir en los demás que es Padre.

El amor, que es la caridad nos hace descubrir la presencia de Dios en nuestros hermanos, especialmente en el más necesitado, y sin este amor del que bellamente escribe San Pablo, a los corintios, nada somos. El Apóstol, en su himno a la caridad nos enseña “cuál es el camino mejor” y recalca las características del verdadero amor. Esas enseñanzas del apóstol de las gentes acerca de la caridad, son de un rico contenido doctrinal y un alimento fuerte, no sólo para los que ha llamado a formar un hogar, sino para todos.

Al hablar de la fe, debe entenderse también que es el encuentro del hombre con un Dios personal y la respuesta del hombre al Señor que lo busca. Seamos pues, hombres de fe, de esperanza y de amor, y que nuestra diaria tarea sea cultivar, fomentar y defender cada una de estas virtudes, pero sobretodo la caridad que es amor y que sean como una antorcha que a todos ilumine y fortalezca en su diario peregrinar al Padre.

“Epifanía”: Manifestación del Señor

Esta solemnidad está dedicada especialmente, a celebrar la Manifestación de Jesús, a todas las naciones, como el Mesías, hijo de Dios y Salvador del mundo y en ella se celebra la adoración de los magos de que nos habla el Evangelio que escribió Mateo y que a la letra dice:

“Cuando hubo nacido Jesús, en Belen de Judea, en el tiempo del Rey Herodes, llegaron de Oriente a Jerusalén, unos magos preguntando “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en el oriente y hemos venido a adorarlo”. Esta verdad revelada es al mismo tiempo la narración de un hecho histórico que proporciona detalles minuciosos a cerca del nacimiento de Jesús, y estos son:

La afirmación del nacimiento de Jesús, en qué tiempo sucedió, quién era y cómo se llamaba el rey; como del oriente llegaron a Jerusalén aquellos hombres, peritos en astronomía y que por tener contacto con el pueblo judío, ciertamente conocían las escrituras del pueblo escogido que estaba en espera de la llegada de un mesías meramente temporal y que, con gran poder realizaría lo que todo el pueblo judío vivamente anhelaba: sacudirse la ignominia de estar sujetos al emperador romano quien obligaba a todos sus súbditos pagar el tributo y los impuestos económicos.

Aquellos hombres, ciertamente, sabios, emprenden su camino y al llegar a Jerusalén se informan del nacimiento del rey de los judíos y dan la razón: Porque hemos visto su estrella en el oriente y seguramente iluminados por el Espíritu Santo están convencidos de que el niño que ha nacido, es Dios. La narración que hace el evangelista San Mateo, es la realización de la profecía de Isaías que muchos siglos antes, inspirado por Dios escribió:

“Levanta los ojos y mira alrededor: Todos se reúnen y vienen a ti; tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos. Entonces verás esto radiante de alegría. Tu corazón se alegrará y se ensanchará cuando se vuelquen sobre las tierras del mar y te traigan las riquezas de los pueblos. Te inundará una multitud de camellos y dromedarios procedentes de Madián y de Efá.

Vendrán todos los Sabá trayendo incienso y oro y proclamando las alabanzas del Señor.” (Isaías, 60, 4-6). Esta es la causa que los movió a emprender su camino -largo o corto- para ir a adorar al “recién nacido”. Por los detalles que proporciona la palabra de Dios revelada, echan por tierra la afirmación de aquellos que niegan la existencia de los magos de Oriente, olvidando que, negarlo, equivale a no aceptarla.

En los magos de que habla el Evangelio estaban representadas todas las naciones paganas, según lo que enseña San Pablo en su carta a los efesios: “también los paganos son coherederos de la misma herencia, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la misma promesa en Jesucristo”, por eso se les considera como “las primicias de las naciones, que sin ser de la raza judía, acogen la buena nueva de la salvación”.

En los magos aparece el llamamiento de Dios a la fe a todos los pueblos y naciones que no pertenecían a la raza judía. Es por esto que en la Epifanía o manifestación del Señor se siente la obligación de darle gracias, porque nos ha dado, sin mérito alguno, ese don precioso que junto con las virtudes de la esperanza y de la caridad nos ayudan a descubrir en los demás que es Padre.

El amor, que es la caridad nos hace descubrir la presencia de Dios en nuestros hermanos, especialmente en el más necesitado, y sin este amor del que bellamente escribe San Pablo, a los corintios, nada somos. El Apóstol, en su himno a la caridad nos enseña “cuál es el camino mejor” y recalca las características del verdadero amor. Esas enseñanzas del apóstol de las gentes acerca de la caridad, son de un rico contenido doctrinal y un alimento fuerte, no sólo para los que ha llamado a formar un hogar, sino para todos.

Al hablar de la fe, debe entenderse también que es el encuentro del hombre con un Dios personal y la respuesta del hombre al Señor que lo busca. Seamos pues, hombres de fe, de esperanza y de amor, y que nuestra diaria tarea sea cultivar, fomentar y defender cada una de estas virtudes, pero sobretodo la caridad que es amor y que sean como una antorcha que a todos ilumine y fortalezca en su diario peregrinar al Padre.