/ domingo 7 de julio de 2019

Intellegro ut credam

El matrimonio en el plan de Dios

En días pasados tuve la alegría de celebrar en la Eucaristía dominical el envío de la nueva coordinación parroquial del Movimiento Familiar Cristiano. Una grata experiencia que como párroco me motiva con profunda convicción, a entender que es en la familia donde está la clave para trabajar arduamente en el futuro de la humanidad.

Retomar la idea de que es en ella, donde se ha de reconocer la principal escuela de los valores más hondos y de las virtudes más grandes.

Fue un momento importante para la comunidad, al orar con estas parejas y apoyarlas en su intento de crecer en santidad como esposos y esposas. Y en el esfuerzo que les tocará realizar por involucrar a muchos matrimonios en este arduo camino. De igual manera, pudimos mostrar el reconocimiento al equipo saliente, que hizo lo mejor que pudo durante los últimos tres años. Estoy muy agradecido de que dicho equipo que terminó su periodo me haya estado ayudando en este esfuerzo por fortalecer el matrimonio y la familia, lo cual es una de mis prioridades pastorales para la parroquia.

Con el favor de Dios siempre estaremos buscando “prácticas mejores” y nuevas maneras de proclamar la hermosa visión que la Iglesia tiene del matrimonio. El matrimonio es un “misterio” en el plan de Dios para la creación, en el plan de Dios para la vida humana. En lo personal, creo que esta es la contribución más importante de “La Alegría del Amor”. Porque el Papa nos ayuda a ver que, en el plan de Dios, hay algo sagrado, algo maravilloso en esa relación permanente y portadora de vida que se da entre el hombre y la mujer en el matrimonio.

Jesús declaró que el matrimonio existió en el plan de Dios “desde el principio”. Y Jesús nos enseña que Dios es el autor de todo matrimonio y que él es quien le da a cada pareja una vocación: La de vivir su amor hasta que la muerte los separe, la de entregarse en el amor y renovar la faz de la tierra con sus hijos, que son frutos de su amor y del precioso amor de nuestro Creador.

Necesitamos fortalecer los buenos matrimonios y las buenas familias, y elevarlas como modelos para los demás, especialmente para nuestros jóvenes. Tenemos que mostrarles a nuestros jóvenes lo hermoso que es estar casados y empezar una familia, lo hermoso que es compartir el plan de Dios para la humanidad.

Creo que también es importante que nosotros fortalezcamos la preparación para el matrimonio, buscando nuevas maneras de preparar a la gente para que sean buenos esposos, buenas esposas y buenos padres. Necesitamos también extender una mano misericordiosa y comprensiva para cuidar de aquellos que están luchando con situaciones familiares que son complicadas.

Necesitamos ayudarle a nuestra gente a entender que el matrimonio es parte de algo más grande que todos nosotros. Es parte del misterio de la creación, parte del misterioso plan de amor de Dios. Pidamos a nuestra Santísima Madre María que interceda por nosotros, para que todos podamos llegar a una nueva apreciación del matrimonio y de la familia como los cimientos de una sociedad y de una cultura verdaderamente humanas.

El matrimonio en el plan de Dios

En días pasados tuve la alegría de celebrar en la Eucaristía dominical el envío de la nueva coordinación parroquial del Movimiento Familiar Cristiano. Una grata experiencia que como párroco me motiva con profunda convicción, a entender que es en la familia donde está la clave para trabajar arduamente en el futuro de la humanidad.

Retomar la idea de que es en ella, donde se ha de reconocer la principal escuela de los valores más hondos y de las virtudes más grandes.

Fue un momento importante para la comunidad, al orar con estas parejas y apoyarlas en su intento de crecer en santidad como esposos y esposas. Y en el esfuerzo que les tocará realizar por involucrar a muchos matrimonios en este arduo camino. De igual manera, pudimos mostrar el reconocimiento al equipo saliente, que hizo lo mejor que pudo durante los últimos tres años. Estoy muy agradecido de que dicho equipo que terminó su periodo me haya estado ayudando en este esfuerzo por fortalecer el matrimonio y la familia, lo cual es una de mis prioridades pastorales para la parroquia.

Con el favor de Dios siempre estaremos buscando “prácticas mejores” y nuevas maneras de proclamar la hermosa visión que la Iglesia tiene del matrimonio. El matrimonio es un “misterio” en el plan de Dios para la creación, en el plan de Dios para la vida humana. En lo personal, creo que esta es la contribución más importante de “La Alegría del Amor”. Porque el Papa nos ayuda a ver que, en el plan de Dios, hay algo sagrado, algo maravilloso en esa relación permanente y portadora de vida que se da entre el hombre y la mujer en el matrimonio.

Jesús declaró que el matrimonio existió en el plan de Dios “desde el principio”. Y Jesús nos enseña que Dios es el autor de todo matrimonio y que él es quien le da a cada pareja una vocación: La de vivir su amor hasta que la muerte los separe, la de entregarse en el amor y renovar la faz de la tierra con sus hijos, que son frutos de su amor y del precioso amor de nuestro Creador.

Necesitamos fortalecer los buenos matrimonios y las buenas familias, y elevarlas como modelos para los demás, especialmente para nuestros jóvenes. Tenemos que mostrarles a nuestros jóvenes lo hermoso que es estar casados y empezar una familia, lo hermoso que es compartir el plan de Dios para la humanidad.

Creo que también es importante que nosotros fortalezcamos la preparación para el matrimonio, buscando nuevas maneras de preparar a la gente para que sean buenos esposos, buenas esposas y buenos padres. Necesitamos también extender una mano misericordiosa y comprensiva para cuidar de aquellos que están luchando con situaciones familiares que son complicadas.

Necesitamos ayudarle a nuestra gente a entender que el matrimonio es parte de algo más grande que todos nosotros. Es parte del misterio de la creación, parte del misterioso plan de amor de Dios. Pidamos a nuestra Santísima Madre María que interceda por nosotros, para que todos podamos llegar a una nueva apreciación del matrimonio y de la familia como los cimientos de una sociedad y de una cultura verdaderamente humanas.