/ sábado 21 de septiembre de 2019

José Rosas Aispuro Torres: Los cambios los hago yo

Ante las sugerencias de algunos diputados dirigidas al gobernador, para que haga cambios en su gabinete, le hicieron lo que “el aire a Juárez”. En la política mexicana todavía existen algunas reglas no escritas que tienen vigencia, y una de esas es que el que tiene el poder y las facultades no avisa, simplemente lo hace sin consejos ni ayuda de nadie.

Se debe entender, como apuntan los clásicos, para que haya una verdadera democracia deben prevalecer los equilibrios, los contrapesos representados por los tres poderes, el Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

En los hechos, a nivel federal y estatal la Constitución les otorga facultades para nombrar o quitar a sus colaboradores, pero estas facultades no son un cheque en blanco para un presidente de la República o un gobernador, porque son responsables ante la sociedad de sus resultados.

Nosotros los gobernados tenemos todo el derecho de exigirles que cumplan sus funciones, y si no como alguien dijo una vez: “Si no pueden, renuncien”. Sin duda, tiene razón el refrán: “Cuida tu casa y deja la ajena”. No se debe olvidar que los políticos nunca dicen lo que piensan, ni hacen lo que dicen.

Hasta donde entendemos, si la comparecencia de los 14 secretarios por el Congreso fuera un examen aplicado por los diputados para calificar, 13 de ellos fueron aprobados y el reprobado, el secretario de Educación Rubén Calderón Lujan, y bajo esta lógica ya le hubieran pedido su renuncia.

Por ahí no va la cosa. Aunque al Secretario de Educación no le tocó alfombra roja o pasarela como a los demás, Calderón Luján fue, es, y será, una pieza política importante en el entorno del que despacha en el Bicentenario. Por si ya se nos olvidó, por apoyar a Rosas Aispuro en 2010 le costó la Rectoría de la UJED y como dice la canción, amor con amor se paga.

Lo sentimos mucho por el diputado Gerardo Villarreal. El “niño verde” de los Llanos llamó mentiroso al secretario de Educación. ¡Órale! ¿Existirá algún político mexicano que no nos mienta? ¿Puede el gerente del Partido Verde tirar la primera piedra? Para la clase política mexicana, como dijo Gonzalo N. Santos: “La moral es un árbol que da moras”. Nos da la impresión que al secretario que reprobaron la mayoría de los diputados locales terminará el sexenio; por los demás no metemos las manos al fuego.

A partir de ahora lo que realmente está en juego es la sucesión de 2022. Es natural que el gobernador piense en armar el rompecabezas de quién será su sucesor, que por cierto, no son muchas las piezas con las que cuenta llegado el momento.

Uno representa el plan A y el otro el plan B. El primero pertenece a las palomitas blancas vestidas de azul y el segundo un expriista que nunca ha dejado de ser del PRI, y tal vez se pueda repetir la historia de 2016. Hagan sus apuestas.

Lo que también quedó claro es aquello de que en este corral yo mando, no se vayan a equivocar.

Ante las sugerencias de algunos diputados dirigidas al gobernador, para que haga cambios en su gabinete, le hicieron lo que “el aire a Juárez”. En la política mexicana todavía existen algunas reglas no escritas que tienen vigencia, y una de esas es que el que tiene el poder y las facultades no avisa, simplemente lo hace sin consejos ni ayuda de nadie.

Se debe entender, como apuntan los clásicos, para que haya una verdadera democracia deben prevalecer los equilibrios, los contrapesos representados por los tres poderes, el Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

En los hechos, a nivel federal y estatal la Constitución les otorga facultades para nombrar o quitar a sus colaboradores, pero estas facultades no son un cheque en blanco para un presidente de la República o un gobernador, porque son responsables ante la sociedad de sus resultados.

Nosotros los gobernados tenemos todo el derecho de exigirles que cumplan sus funciones, y si no como alguien dijo una vez: “Si no pueden, renuncien”. Sin duda, tiene razón el refrán: “Cuida tu casa y deja la ajena”. No se debe olvidar que los políticos nunca dicen lo que piensan, ni hacen lo que dicen.

Hasta donde entendemos, si la comparecencia de los 14 secretarios por el Congreso fuera un examen aplicado por los diputados para calificar, 13 de ellos fueron aprobados y el reprobado, el secretario de Educación Rubén Calderón Lujan, y bajo esta lógica ya le hubieran pedido su renuncia.

Por ahí no va la cosa. Aunque al Secretario de Educación no le tocó alfombra roja o pasarela como a los demás, Calderón Luján fue, es, y será, una pieza política importante en el entorno del que despacha en el Bicentenario. Por si ya se nos olvidó, por apoyar a Rosas Aispuro en 2010 le costó la Rectoría de la UJED y como dice la canción, amor con amor se paga.

Lo sentimos mucho por el diputado Gerardo Villarreal. El “niño verde” de los Llanos llamó mentiroso al secretario de Educación. ¡Órale! ¿Existirá algún político mexicano que no nos mienta? ¿Puede el gerente del Partido Verde tirar la primera piedra? Para la clase política mexicana, como dijo Gonzalo N. Santos: “La moral es un árbol que da moras”. Nos da la impresión que al secretario que reprobaron la mayoría de los diputados locales terminará el sexenio; por los demás no metemos las manos al fuego.

A partir de ahora lo que realmente está en juego es la sucesión de 2022. Es natural que el gobernador piense en armar el rompecabezas de quién será su sucesor, que por cierto, no son muchas las piezas con las que cuenta llegado el momento.

Uno representa el plan A y el otro el plan B. El primero pertenece a las palomitas blancas vestidas de azul y el segundo un expriista que nunca ha dejado de ser del PRI, y tal vez se pueda repetir la historia de 2016. Hagan sus apuestas.

Lo que también quedó claro es aquello de que en este corral yo mando, no se vayan a equivocar.