/ viernes 31 de mayo de 2019

Jóvenes volver a pensar

La abstención… una tragedia

Abstención: (Del latín abstinēre). No participar en algo a que se tiene derecho, p. ej. en una votación. Algunos ciudadanos se abstienen de votar. No es nada nuevo sustentar que el abstencionismo es un impasse para el sistema político mexicano, sobre todo a causa de la etapa de transmutación democrática, en la que se encuentra la sociedad actualmente desconcertada.

Lo que sí puede resultar novedoso es descubrir cómo este fenómeno es mucho más complejo de lo que usualmente se cree. El abstencionismo va más allá del simple efecto de la conducta de no-participación electoral de los ciudadanos; en el fondo, es la expresión más evidente de un sistema de pensamiento social que ha perdido, o que no termina de encontrar, el sentido a la política en un momento en que ésta se está replanteando en México.

Los bajos niveles de participación en las elecciones municipales y legislativas ciertamente fueron capaces de producir cambios significativos en la correlación de fuerzas políticas, pero esto se hizo con el apoyo en el mejor de los casos de no más del 40% de la población. De cara a un evento electoral para renovar la cámara de diputados, esto quiere decir que sólo una tercera parte de la población aproximadamente tendría su representante en el estado y se sentiría representado en las autoridades del país.

Más aún, como resultado del rechazo a participar en elecciones y en política, ningún partido representa siquiera el 25% de la población. En tal sentido, el abstencionismo electoral estaría mostrando que los partidos políticos mexicanos están lejos de constituir institutos de mayorías, son más bien instituciones de minorías, grandes minorías en algunos casos. La institución de las mayorías es entonces el abstencionismo.

Estos porcentajes de apoyo tan bajos a los partidos no son por sí mismos un problema necesariamente. En algunos contextos esto podría obligar a que los partidos reúnan esfuerzos para conducir conjuntamente a la sociedad a criterio y beneficio de todos, sobre todo de quienes no votan, aunque sea como una forma de lograr votos en el futuro.

Lo perjudicial es, más bien, que las instituciones políticas se comporten como si esos pequeños porcentajes de preferencias electorales representasen el apoyo de toda la población y, en consecuencia, actúen pensando más en imponer su visión particular de la realidad a toda la sociedad y no en nutrirse de la misma para responder a los intereses de todo el país.

Los datos de las encuestas de opinión pública revelan que la mayor parte del abstencionismo no se explica fundamentalmente por los errores o fallas del sistema electoral; más bien se explica por la forma de funcionamiento del sistema político. Los mexicanos, consciente e inconscientemente, atribuyen la falta de participación electoral, en el 2018 y en otras elecciones, a la poca utilidad que han descubierto de los procesos electorales y a la poca confianza que les merecen los aspectos relacionados con la política.

Esto no es algo novedoso, ha sido planteado en otros ensayos y en otros momentos lo novedoso que ha buscado obtener este trabajo de investigación es demostrar cómo todos esos aspectos se encuentran íntimamente vinculados entre sí, de tal manera que es imposible entender este fenómeno sin considerar la forma en que los ciudadanos ven la realidad mexicana y sus problemas, y la forma en que los ciudadanos evalúan al gobierno y a los partidos políticos.

En resumen, el abstencionismo sería producto de una profunda falta de confianza en el sistema político con todos sus aspectos. Este desencanto estaría producido por la percepción de que a pesar de los repetidos eventos electorales, de los sucesos políticos como la apertura democrática y del relevo de los distintos gobiernos estatales, la situación del país y, en especial, las condiciones de vida de las mayorías no han mejorado substantivamente.

Así, los abstencionistas más comunes serían las personas que se encuentran en desventaja social: los pobres y marginados. Decir que el abstencionismo es la institución más apoyada por las mayorías de este país no sólo tiene un sentido cuantitativo, sino sobre todo tiene una justificación cualitativa. En las elecciones del 2018, el abstencionismo se habría incrementado como producto de la sensación de significativos sectores poblacionales de que los partidos oficiales no habían sido capaces de llenar las expectativas creadas. Esta desilusión por consiguiente, no sólo afectó a los partidos como tales; bajo un contexto de polarización y de endeble institucionalización, también afectó al resto de partidos que tampoco eran vistos con la capacidad necesaria para promover los cambios y al sistema político en su conjunto.

Reflexionando ya para finalizar, el problema entonces no está sólo en el sistema electoral, sino sobre todo en el sistema político, pues es el que, a juicio de la ciudadanía, no ha sido capaz de ofrecer alternativas de resolución a los problemas principales del país. En esencia, jóvenes, por Durango, es necesario que acudas a sufragar tu voto, y que derrotemos a la abstención. Privilegium iuventutis. “Privilegios de la juventud”.

La abstención… una tragedia

Abstención: (Del latín abstinēre). No participar en algo a que se tiene derecho, p. ej. en una votación. Algunos ciudadanos se abstienen de votar. No es nada nuevo sustentar que el abstencionismo es un impasse para el sistema político mexicano, sobre todo a causa de la etapa de transmutación democrática, en la que se encuentra la sociedad actualmente desconcertada.

Lo que sí puede resultar novedoso es descubrir cómo este fenómeno es mucho más complejo de lo que usualmente se cree. El abstencionismo va más allá del simple efecto de la conducta de no-participación electoral de los ciudadanos; en el fondo, es la expresión más evidente de un sistema de pensamiento social que ha perdido, o que no termina de encontrar, el sentido a la política en un momento en que ésta se está replanteando en México.

Los bajos niveles de participación en las elecciones municipales y legislativas ciertamente fueron capaces de producir cambios significativos en la correlación de fuerzas políticas, pero esto se hizo con el apoyo en el mejor de los casos de no más del 40% de la población. De cara a un evento electoral para renovar la cámara de diputados, esto quiere decir que sólo una tercera parte de la población aproximadamente tendría su representante en el estado y se sentiría representado en las autoridades del país.

Más aún, como resultado del rechazo a participar en elecciones y en política, ningún partido representa siquiera el 25% de la población. En tal sentido, el abstencionismo electoral estaría mostrando que los partidos políticos mexicanos están lejos de constituir institutos de mayorías, son más bien instituciones de minorías, grandes minorías en algunos casos. La institución de las mayorías es entonces el abstencionismo.

Estos porcentajes de apoyo tan bajos a los partidos no son por sí mismos un problema necesariamente. En algunos contextos esto podría obligar a que los partidos reúnan esfuerzos para conducir conjuntamente a la sociedad a criterio y beneficio de todos, sobre todo de quienes no votan, aunque sea como una forma de lograr votos en el futuro.

Lo perjudicial es, más bien, que las instituciones políticas se comporten como si esos pequeños porcentajes de preferencias electorales representasen el apoyo de toda la población y, en consecuencia, actúen pensando más en imponer su visión particular de la realidad a toda la sociedad y no en nutrirse de la misma para responder a los intereses de todo el país.

Los datos de las encuestas de opinión pública revelan que la mayor parte del abstencionismo no se explica fundamentalmente por los errores o fallas del sistema electoral; más bien se explica por la forma de funcionamiento del sistema político. Los mexicanos, consciente e inconscientemente, atribuyen la falta de participación electoral, en el 2018 y en otras elecciones, a la poca utilidad que han descubierto de los procesos electorales y a la poca confianza que les merecen los aspectos relacionados con la política.

Esto no es algo novedoso, ha sido planteado en otros ensayos y en otros momentos lo novedoso que ha buscado obtener este trabajo de investigación es demostrar cómo todos esos aspectos se encuentran íntimamente vinculados entre sí, de tal manera que es imposible entender este fenómeno sin considerar la forma en que los ciudadanos ven la realidad mexicana y sus problemas, y la forma en que los ciudadanos evalúan al gobierno y a los partidos políticos.

En resumen, el abstencionismo sería producto de una profunda falta de confianza en el sistema político con todos sus aspectos. Este desencanto estaría producido por la percepción de que a pesar de los repetidos eventos electorales, de los sucesos políticos como la apertura democrática y del relevo de los distintos gobiernos estatales, la situación del país y, en especial, las condiciones de vida de las mayorías no han mejorado substantivamente.

Así, los abstencionistas más comunes serían las personas que se encuentran en desventaja social: los pobres y marginados. Decir que el abstencionismo es la institución más apoyada por las mayorías de este país no sólo tiene un sentido cuantitativo, sino sobre todo tiene una justificación cualitativa. En las elecciones del 2018, el abstencionismo se habría incrementado como producto de la sensación de significativos sectores poblacionales de que los partidos oficiales no habían sido capaces de llenar las expectativas creadas. Esta desilusión por consiguiente, no sólo afectó a los partidos como tales; bajo un contexto de polarización y de endeble institucionalización, también afectó al resto de partidos que tampoco eran vistos con la capacidad necesaria para promover los cambios y al sistema político en su conjunto.

Reflexionando ya para finalizar, el problema entonces no está sólo en el sistema electoral, sino sobre todo en el sistema político, pues es el que, a juicio de la ciudadanía, no ha sido capaz de ofrecer alternativas de resolución a los problemas principales del país. En esencia, jóvenes, por Durango, es necesario que acudas a sufragar tu voto, y que derrotemos a la abstención. Privilegium iuventutis. “Privilegios de la juventud”.