/ viernes 21 de junio de 2019

Jóvenes volver a pensar

La generación que entra

Se dice que nacieron en la última parte del siglo XX, viven en una transición provocada por muchas revoluciones: la mediática, la cibernética, la sexual y la político-social, las crisis han sido y son parte de su realidad cotidiana.

Los anticonceptivos y la revolución sexual les permiten tener relaciones sexuales sin casarse. Posponen la edad de la boda y la llegada de los hijos (que son menos), los homosexuales, las lesbianas, los bisexuales, los transexuales salen a la luz, exigen respeto y, por fin, se integran al panorama social. Hablan de todo, sin tapujos. Los privilegiados estudiaron y soñaron con una carrera que ayudara a cambiar el mundo. Los no privilegiados vieron crecer el abismo entre su mundo y el de los ricos, cuando el campo se terminó y los salarios se degradaron.

Los obreros que antes comían tres platos de frijoles con chile y tortilla, hoy se conforman con refrescos y una bolsa de papitas, nutrirse es misión imposible; matar el hambre, consigna para sobrevivir. La frivolidad es su norma de vida: Si no es espectáculo que divierta no vale la pena. Los artistas, los de verdad y los de fárrago (creado por los medios), valen por el dinero que generan, no por su talento. Incluso los no artistas serán famosos durante 30 minutos.

El narcomundo, infierno o paraíso, es omnipresente. Importa discutir y defender los valores, no ponerlos en práctica. La doble moral (aceptada hoy, implícitamente) construye un sólido edificio sobre tales cimientos. La Religión pasa de ser refugio espiritual a distinción clasista. Dime con qué grupo estás y te diré por qué escala crees que llegarás al cielo .Religión light! ¡Misterio sin profundidad! ¡Revelación sin pavor! ¡Iluminación sin trascendencia! ¡Nirvana instantáneo! ¡Paraíso desechable! ¡Purgatorio spa! ¡Fast God! Consumismo industrial beatificado en el supermercado espiritual.

Un target para cada necesidad. Un gurú para cada dolencia. Un nuevo culto para cada hipocondría. Indulgencia a crédito, gracia en baratillo, eternidad en cómodas cuotas. Martirio sin santidad, inmolación a lo inane, disciplina más agotadora que el ascetismo. La Patria sigue empantanado, a pesar de la 4T iniciada por un presidente con muchísimos altibajos esquizoides. Los insaciables partidos se enriquecen y se adueñan del País. La impunidad sigue imperando en nuestras vidas. Para qué denunciar, si no sucede nada.

El estrés, la hipertension, los infartos y la depresión son familiares cercanos. Consumen antidepresivos como antes consumíamos mentas. La mayoría quiere primero tener y luego ver si puede ser. Al casarse desean empezar con todo, un solo sueldo no alcanza, la pareja debe trabajar, hay que integrar las tareas domésticas y la intensa vida social.

Si llegan los hijos, a buscar guarderías. Corren todo el día, uno para un lado, la otra, para el otro, al fin se reencuentran en la noche, siempre cansados. Habla con ellos y compruébalo: están exhaustos, si pudieran, dormirían una semana completa, les falta sueño y les sobra cansancio de tanto correr tratando de morder su propia cola. Es la generación que dejamos.

Antes de morirse, deberían detener su “acelere” y bajarse a respirar, a ver las montañas, a dar gracias por estar vivos y a comerse un helado sin hacer nada, sentarse al borde de un riachuelo para ver correr el agua. La vida también es eso. Vamos a eseñarles de nuevo que el que pierde el día, pierde la Juventud y el que pierde la Juventud… Pierde la Vida. Gaudeamus igitur iuvenes dum sumus. “Disfrutemos pues, mientras aún somos jóvenes”.

La generación que entra

Se dice que nacieron en la última parte del siglo XX, viven en una transición provocada por muchas revoluciones: la mediática, la cibernética, la sexual y la político-social, las crisis han sido y son parte de su realidad cotidiana.

Los anticonceptivos y la revolución sexual les permiten tener relaciones sexuales sin casarse. Posponen la edad de la boda y la llegada de los hijos (que son menos), los homosexuales, las lesbianas, los bisexuales, los transexuales salen a la luz, exigen respeto y, por fin, se integran al panorama social. Hablan de todo, sin tapujos. Los privilegiados estudiaron y soñaron con una carrera que ayudara a cambiar el mundo. Los no privilegiados vieron crecer el abismo entre su mundo y el de los ricos, cuando el campo se terminó y los salarios se degradaron.

Los obreros que antes comían tres platos de frijoles con chile y tortilla, hoy se conforman con refrescos y una bolsa de papitas, nutrirse es misión imposible; matar el hambre, consigna para sobrevivir. La frivolidad es su norma de vida: Si no es espectáculo que divierta no vale la pena. Los artistas, los de verdad y los de fárrago (creado por los medios), valen por el dinero que generan, no por su talento. Incluso los no artistas serán famosos durante 30 minutos.

El narcomundo, infierno o paraíso, es omnipresente. Importa discutir y defender los valores, no ponerlos en práctica. La doble moral (aceptada hoy, implícitamente) construye un sólido edificio sobre tales cimientos. La Religión pasa de ser refugio espiritual a distinción clasista. Dime con qué grupo estás y te diré por qué escala crees que llegarás al cielo .Religión light! ¡Misterio sin profundidad! ¡Revelación sin pavor! ¡Iluminación sin trascendencia! ¡Nirvana instantáneo! ¡Paraíso desechable! ¡Purgatorio spa! ¡Fast God! Consumismo industrial beatificado en el supermercado espiritual.

Un target para cada necesidad. Un gurú para cada dolencia. Un nuevo culto para cada hipocondría. Indulgencia a crédito, gracia en baratillo, eternidad en cómodas cuotas. Martirio sin santidad, inmolación a lo inane, disciplina más agotadora que el ascetismo. La Patria sigue empantanado, a pesar de la 4T iniciada por un presidente con muchísimos altibajos esquizoides. Los insaciables partidos se enriquecen y se adueñan del País. La impunidad sigue imperando en nuestras vidas. Para qué denunciar, si no sucede nada.

El estrés, la hipertension, los infartos y la depresión son familiares cercanos. Consumen antidepresivos como antes consumíamos mentas. La mayoría quiere primero tener y luego ver si puede ser. Al casarse desean empezar con todo, un solo sueldo no alcanza, la pareja debe trabajar, hay que integrar las tareas domésticas y la intensa vida social.

Si llegan los hijos, a buscar guarderías. Corren todo el día, uno para un lado, la otra, para el otro, al fin se reencuentran en la noche, siempre cansados. Habla con ellos y compruébalo: están exhaustos, si pudieran, dormirían una semana completa, les falta sueño y les sobra cansancio de tanto correr tratando de morder su propia cola. Es la generación que dejamos.

Antes de morirse, deberían detener su “acelere” y bajarse a respirar, a ver las montañas, a dar gracias por estar vivos y a comerse un helado sin hacer nada, sentarse al borde de un riachuelo para ver correr el agua. La vida también es eso. Vamos a eseñarles de nuevo que el que pierde el día, pierde la Juventud y el que pierde la Juventud… Pierde la Vida. Gaudeamus igitur iuvenes dum sumus. “Disfrutemos pues, mientras aún somos jóvenes”.