/ viernes 3 de julio de 2020

Jovenes volver a pensar

¿Hasta cuándo? México

Una nación que ha pasado la historia luchando por su unidad y, después, luchando por mantenerla, ¿puede sentirse tentada por la idea de división que llevan dentro todos los partidos?, ¿qué tiene México y qué tienen los partidos políticos, que tan mal combinan? señor presidente.

Lo fácil es echar toda la culpa a los conservadores - como hace el pueblo - o toda la culpa a México, como hacen los partidos. Como los partidos. Así pues, lo único auténtico que nos queda es México, y México queda del lado de la realidad mientras que los partidos, y las instituciones que se han inventado (improvisando) para gobernar el Estado, quedan del lado de lo imposible.

Me da la sensación de que el partido de gobierno tienen una fórmula: “esto es así y esto, asa”, y la aplican sin más, sin averiguar dónde lo hacen ni sobre quién. Es elemental sospechar que el socialismo europeo no puede ser, a la vez, socialismo mexicano, porque se ve obligado a actuar sobre una realidad bien diferente. Lo mismo pasa con el neo-liberalismo estadounidense, inglés o con cualquier otra fórmula.

El México sobre la que dice actuar el partido de gobierno no existe, es una entelequia, cuanto más, una aproximación sobre el papel; cuanto menos, una burda mentira, como todo ese coro que cantan los izquierdistas urbanos, mientras que sus bases se insiste comunista, marxista leninista: No querer definir el problema es no querer resolverlo.

Y, claro, aquí los partidos no pasan de ser un esquema, sin carne y sin sangre mexicana, sin militancias dignas de ser tenidas en cuenta por su número y, por lo tanto, sin razón de ser, aunque ellos lo oculten. ¿Y México? ¿Por qué no acepta a los partidos políticos? Una nación que ha pasado la historia luchando por su unidad y, después, luchando por mantenerla, ¿puede sentirse tentada por la idea de división que lleva el ejecutivo en turno?

Parece que no, y, aunque sé que las cosas no se plantean así en la calle, sé también que es el fantasma de la división de «la partición» el mito del pasado de “conservadores y liberales” el que aleja de ellos a los mexicanos. Aquí, desde hace muchísimos siglos, el único partido con suficiente mayoría es México. Nadie se cree, porque somos absolutos, que pueda haber varias soluciones para el mismo problema, según sean priistas, panistas, morenistas o perredistas los que gobiernen, porque sabemos, en cuestión de soluciones, que si hay una buena, todas las demás son malas en tanto que distintas.

¿Quiere un partido tener militantes? Que deje de ser partido en primer lugar, y luego, con calma, que averigüe cómo es México y en qué sueña. Que aprenda el idioma de la gente y los misterios que atrapan el alma de la gente y, en lugar de prometernos cosas y maravillas, nos proponga algo que podamos creer, es decir algo que no niegue nuestra forma de ser, que no aspire a cambiar nada sino a reforzar todo.

Pero ningún político partidista podrá entender algo tan sencillo. Viven en otro mundo, en el ideal, en el de las estadísticas, porcentajes, opiniones en redes sociales y encuestas tranvertistas. En otro mundo que, desde luego, no es México. . . Nune aut nunquam. Ahora o nunca.

tomymx@me.com

¿Hasta cuándo? México

Una nación que ha pasado la historia luchando por su unidad y, después, luchando por mantenerla, ¿puede sentirse tentada por la idea de división que llevan dentro todos los partidos?, ¿qué tiene México y qué tienen los partidos políticos, que tan mal combinan? señor presidente.

Lo fácil es echar toda la culpa a los conservadores - como hace el pueblo - o toda la culpa a México, como hacen los partidos. Como los partidos. Así pues, lo único auténtico que nos queda es México, y México queda del lado de la realidad mientras que los partidos, y las instituciones que se han inventado (improvisando) para gobernar el Estado, quedan del lado de lo imposible.

Me da la sensación de que el partido de gobierno tienen una fórmula: “esto es así y esto, asa”, y la aplican sin más, sin averiguar dónde lo hacen ni sobre quién. Es elemental sospechar que el socialismo europeo no puede ser, a la vez, socialismo mexicano, porque se ve obligado a actuar sobre una realidad bien diferente. Lo mismo pasa con el neo-liberalismo estadounidense, inglés o con cualquier otra fórmula.

El México sobre la que dice actuar el partido de gobierno no existe, es una entelequia, cuanto más, una aproximación sobre el papel; cuanto menos, una burda mentira, como todo ese coro que cantan los izquierdistas urbanos, mientras que sus bases se insiste comunista, marxista leninista: No querer definir el problema es no querer resolverlo.

Y, claro, aquí los partidos no pasan de ser un esquema, sin carne y sin sangre mexicana, sin militancias dignas de ser tenidas en cuenta por su número y, por lo tanto, sin razón de ser, aunque ellos lo oculten. ¿Y México? ¿Por qué no acepta a los partidos políticos? Una nación que ha pasado la historia luchando por su unidad y, después, luchando por mantenerla, ¿puede sentirse tentada por la idea de división que lleva el ejecutivo en turno?

Parece que no, y, aunque sé que las cosas no se plantean así en la calle, sé también que es el fantasma de la división de «la partición» el mito del pasado de “conservadores y liberales” el que aleja de ellos a los mexicanos. Aquí, desde hace muchísimos siglos, el único partido con suficiente mayoría es México. Nadie se cree, porque somos absolutos, que pueda haber varias soluciones para el mismo problema, según sean priistas, panistas, morenistas o perredistas los que gobiernen, porque sabemos, en cuestión de soluciones, que si hay una buena, todas las demás son malas en tanto que distintas.

¿Quiere un partido tener militantes? Que deje de ser partido en primer lugar, y luego, con calma, que averigüe cómo es México y en qué sueña. Que aprenda el idioma de la gente y los misterios que atrapan el alma de la gente y, en lugar de prometernos cosas y maravillas, nos proponga algo que podamos creer, es decir algo que no niegue nuestra forma de ser, que no aspire a cambiar nada sino a reforzar todo.

Pero ningún político partidista podrá entender algo tan sencillo. Viven en otro mundo, en el ideal, en el de las estadísticas, porcentajes, opiniones en redes sociales y encuestas tranvertistas. En otro mundo que, desde luego, no es México. . . Nune aut nunquam. Ahora o nunca.

tomymx@me.com