/ domingo 12 de julio de 2020

Jóvenes volver a pensar

Crónicas del Tagarete III (aquel Santiago, que se fue…)

Sólo para santiagueros, versa la nota, de aquel Santiago que se nos fue…Cuando sólo lo conformaba el Centro, Altamira, el Pueblo y el Bo de España, cuando el silbato del tren estremecía al pueblo entero y anunciaba la llegada de ese coloso de hierro impulsado por ese vapor, que advertía el ingreso de personas y mercancías, era el único puente con el exterior y era la única vía de salida…

Situada la estación de ferrocarril allá, al final de la calzada José Ramón Valdez, la cual lucia despoblada, a excepción de unos puestos de madera rustica de bebidas refrescantes, que saciaban la sed y los cubrían de la lluvia, ya que era costumbre recibir a las corridas. Nos remontamos al mes de julio en que Santiago Papasquiaro se viste de gran gala. Rico en sus tradiciones y en sus gentes, ahora apostando a la parroquia de gala extrema, por ser el día del Santo Entierro, el cual sudó sangre ¿por los pecados de habitantes del ahora o del ayer?...

La aglomeración en las peregrinaciones apresaban hasta al ateo, la fe en el que manifestada por la magnífica presencia de los lugareños, y de los que provienen de allá y de acullá, desde el humilde trabajador migratorio y hasta el exitoso financiero, no pasando por los brillantes hombres ciencia hijos del Tagarete, que orgullosamente refieren en sus extensos currículum, una pléyada de generaciones brillantes ha parido mi Santiago, desde físicos, médicos, políticos, actrices de corte nacional, virtuosos de la música como Revueltas.

Los cuales como el reloj de la parroquia de Santo Santiago, el sonido de las campanas llama a la reunión en el atrio como antesala para visitar la imagen del Santo Entierro, en esa ala izquierda del templo se confunden las plegarias y las “gracias” recibidas, sitio de llanto, de alegría y de ansiedad, sí señor, así es el santiaguero, haciendo un paréntesis del mundo real sin importar los conflictos del mundo externo, todo se centra en el día del retorno, simplemente el 22 de julio…

Mostrando las fortalezas morales de los moradores de la región, ¿también por qué no?, el famoso arroyo del Tagarete, hace su imponente presencia copando y rebasando su caudal quizás acompañando la expresión de alegría por la festividad religiosa, dejando al Bo de España incomunicada del centro, el entorno verde que se observa en el pie de la puerta natural de la gran sierra madre occidental donde se encuentra el metal preciado, oro y hasta uranio, donde como alfombra esta la riqueza forestal, por cierto mal explotada, todo quizás ingeniado por la visión del Virrey D. Luis de Velasco, de grata memoria, el cual ordena colonizar la Nueva Vizcaya , y fundándose en un mineral en los 1568, y teniendo datos de la imagen del Santo Entierro se remonta al año de 1616, en la originalmente se apareció del Tizonazo en Inde e ignorando quien la trajo a la parroquia como donación durante la famosa sublevación de tepehuanos en el cual produjo mártires, donde corrió sangre española e indígena, la cual portaban los misioneros para protegerse de los indígenas, sin embargo en 1649 en la segunda rebelión de los indígenas de Inde y del Oro y en la refriega todos los archivos de la iglesia se quemaron y ahí.

La historia, (Fuente: Libro de Oraciones de la señora Francisca de Nevares, Sandovales, Dgo 1880) y sin embargo la fe sobrevive… Y en estos tiempos de Pandemia sobrevivirá como la en la gripe española de hace un siglo, y la vida seguirá igual. Adhuc Stantes “todavía en pie”.

tomymx@me.com

Crónicas del Tagarete III (aquel Santiago, que se fue…)

Sólo para santiagueros, versa la nota, de aquel Santiago que se nos fue…Cuando sólo lo conformaba el Centro, Altamira, el Pueblo y el Bo de España, cuando el silbato del tren estremecía al pueblo entero y anunciaba la llegada de ese coloso de hierro impulsado por ese vapor, que advertía el ingreso de personas y mercancías, era el único puente con el exterior y era la única vía de salida…

Situada la estación de ferrocarril allá, al final de la calzada José Ramón Valdez, la cual lucia despoblada, a excepción de unos puestos de madera rustica de bebidas refrescantes, que saciaban la sed y los cubrían de la lluvia, ya que era costumbre recibir a las corridas. Nos remontamos al mes de julio en que Santiago Papasquiaro se viste de gran gala. Rico en sus tradiciones y en sus gentes, ahora apostando a la parroquia de gala extrema, por ser el día del Santo Entierro, el cual sudó sangre ¿por los pecados de habitantes del ahora o del ayer?...

La aglomeración en las peregrinaciones apresaban hasta al ateo, la fe en el que manifestada por la magnífica presencia de los lugareños, y de los que provienen de allá y de acullá, desde el humilde trabajador migratorio y hasta el exitoso financiero, no pasando por los brillantes hombres ciencia hijos del Tagarete, que orgullosamente refieren en sus extensos currículum, una pléyada de generaciones brillantes ha parido mi Santiago, desde físicos, médicos, políticos, actrices de corte nacional, virtuosos de la música como Revueltas.

Los cuales como el reloj de la parroquia de Santo Santiago, el sonido de las campanas llama a la reunión en el atrio como antesala para visitar la imagen del Santo Entierro, en esa ala izquierda del templo se confunden las plegarias y las “gracias” recibidas, sitio de llanto, de alegría y de ansiedad, sí señor, así es el santiaguero, haciendo un paréntesis del mundo real sin importar los conflictos del mundo externo, todo se centra en el día del retorno, simplemente el 22 de julio…

Mostrando las fortalezas morales de los moradores de la región, ¿también por qué no?, el famoso arroyo del Tagarete, hace su imponente presencia copando y rebasando su caudal quizás acompañando la expresión de alegría por la festividad religiosa, dejando al Bo de España incomunicada del centro, el entorno verde que se observa en el pie de la puerta natural de la gran sierra madre occidental donde se encuentra el metal preciado, oro y hasta uranio, donde como alfombra esta la riqueza forestal, por cierto mal explotada, todo quizás ingeniado por la visión del Virrey D. Luis de Velasco, de grata memoria, el cual ordena colonizar la Nueva Vizcaya , y fundándose en un mineral en los 1568, y teniendo datos de la imagen del Santo Entierro se remonta al año de 1616, en la originalmente se apareció del Tizonazo en Inde e ignorando quien la trajo a la parroquia como donación durante la famosa sublevación de tepehuanos en el cual produjo mártires, donde corrió sangre española e indígena, la cual portaban los misioneros para protegerse de los indígenas, sin embargo en 1649 en la segunda rebelión de los indígenas de Inde y del Oro y en la refriega todos los archivos de la iglesia se quemaron y ahí.

La historia, (Fuente: Libro de Oraciones de la señora Francisca de Nevares, Sandovales, Dgo 1880) y sin embargo la fe sobrevive… Y en estos tiempos de Pandemia sobrevivirá como la en la gripe española de hace un siglo, y la vida seguirá igual. Adhuc Stantes “todavía en pie”.

tomymx@me.com