/ sábado 23 de octubre de 2021

La Catrina

La Catrina originalmente se llamaba «La Calavera Garbancera». Esta palabra provenía de los vendedores de garbanzo, que siendo pobres aparentaban ser ricos y querían ocultar sus raíces indígenas.

Este grupo de comerciantes pretendía tener el estilo de vida de los europeos. Fue Diego Rivera quien le dio su atuendo característico, que incluye una estola de plumas, al plasmarla en su mural “Sueño de una tarde dominical” en la Alameda Central, donde la calavera aparece como acompañante de su creador, José Guadalupe Posada.

En pocas partes del mundo se celebra tanto el día de muertos como en México, con sus famosos altares de muertos, símbolo del sincretismo español y prehispánico, católico y pagano. Fue el caricaturista que se refirió a la gran vedette de estas fechas con estas palabras: “La muerte es democrática, ya que a fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera”. Parecieran estas un eco de las palabras del sabio rey: “No hay quien tenga poder sobre la vida, como para retenerla, ni hay tampoco quien tenga poder sobre la muerte”. (Eclesiastés 8.8)

Uno de los saldos más elocuentes de la pandemia fue que esta gran verdad quedó al descubierto: “Ante la muerte todos somos iguales”. De nada valen los títulos, propiedades, honores, etc.. Tal como lo ilustra la conocida parábola del Rico y Lázaro (Lucas 16) relatada por el mismo Jesús: Dos personajes totalmente diferentes. Dos historias diferentes. Uno adinerado, que vestía con lo mejor de la época, amador de las fiestas, seguramente con mucho poder.

El otro harapiento, enfermo, hambriento. Dos historias diferentes frente a un mismo acontecimiento: La muerte con un mismo resultado. Ricos y pobres, creyentes y no creyentes, hombres y mujeres, enfermos y sanos, viejos y jóvenes. Frente a la muerte todos somos iguales: “del polvo venimos y al polvo volvemos”. La gran pregunta en estas fechas es: “¿qué tan preparados estamos para enfrentarla?”.

La Catrina originalmente se llamaba «La Calavera Garbancera». Esta palabra provenía de los vendedores de garbanzo, que siendo pobres aparentaban ser ricos y querían ocultar sus raíces indígenas.

Este grupo de comerciantes pretendía tener el estilo de vida de los europeos. Fue Diego Rivera quien le dio su atuendo característico, que incluye una estola de plumas, al plasmarla en su mural “Sueño de una tarde dominical” en la Alameda Central, donde la calavera aparece como acompañante de su creador, José Guadalupe Posada.

En pocas partes del mundo se celebra tanto el día de muertos como en México, con sus famosos altares de muertos, símbolo del sincretismo español y prehispánico, católico y pagano. Fue el caricaturista que se refirió a la gran vedette de estas fechas con estas palabras: “La muerte es democrática, ya que a fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera”. Parecieran estas un eco de las palabras del sabio rey: “No hay quien tenga poder sobre la vida, como para retenerla, ni hay tampoco quien tenga poder sobre la muerte”. (Eclesiastés 8.8)

Uno de los saldos más elocuentes de la pandemia fue que esta gran verdad quedó al descubierto: “Ante la muerte todos somos iguales”. De nada valen los títulos, propiedades, honores, etc.. Tal como lo ilustra la conocida parábola del Rico y Lázaro (Lucas 16) relatada por el mismo Jesús: Dos personajes totalmente diferentes. Dos historias diferentes. Uno adinerado, que vestía con lo mejor de la época, amador de las fiestas, seguramente con mucho poder.

El otro harapiento, enfermo, hambriento. Dos historias diferentes frente a un mismo acontecimiento: La muerte con un mismo resultado. Ricos y pobres, creyentes y no creyentes, hombres y mujeres, enfermos y sanos, viejos y jóvenes. Frente a la muerte todos somos iguales: “del polvo venimos y al polvo volvemos”. La gran pregunta en estas fechas es: “¿qué tan preparados estamos para enfrentarla?”.

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