/ sábado 6 de agosto de 2022

La contaminación de las emociones

¿Quién no ha sentido en su vida la alegría, la tristeza, así como el temor, la ira, la sorpresa, que son de las primeras emociones que experimenta el ser humano? Así también, existen las emociones colectivas que sentimos en función de un otro, como la compasión, la solidaridad, la culpa, lástima, vergüenza, orgullo, admiración, envidia o desprecio.

Las emociones son contagiosas, y para comprobarlo, el psiquiatra Pablo Toro, de la Red de Salud Uc Christus, realizó estudios en los que pudo comprobar que, si una persona está viviendo o experimentando una emoción, y su organismo funciona bien, tendrá la capacidad probablemente, de comunicar la emoción y junto con eso, contagiarla a los demás. También se pudiera señalar como efecto espejo, si el ambiente es de júbilo y alegría, es fácil contagiarse, pero cuando el ambiente es depresivo o de tristeza, si no tenemos la fortaleza necesaria llegamos a caer en ese ambiente.

Recuerdo una anécdota de hace muchos años en la Casa de la Juventud de esta ciudad, en donde tendría lugar un encuentro importante de futbol, pero uno de los familiares de los directivos se retiraba sin mostrar entusiasmo por presenciar la justa deportiva. Procediendo uno de los trabajadores a preguntarle: - ¿Qué no va a ver el juego?

Respondiendo: - No, no me gusta.

Escuchando eso el entrenador de futbol de la Casa, le manifestó: - Estará loco.

Lo que provocó que de momento todos nos quedáramos ciertamente perplejos por el dicho del instructor, justificando el familiar del directivo su negativa indicando:

- Bueno, a mí me pasa que si veo el juego de. . . (y procede a hacer los además de si estuviera bateando en beisbol), y le responde el entrenador:

- De beis. – Respondiendo el otro:

- Sí de beis. . . lo veo y me emociono. Lo mismo me pasa si veo el juego de: . . (y procede a hacer la mímica como si estuviera encestando un balón); y el entrenador le dice:

- De basquet. – Respondiendo: - Sí de basquet . . . lo veo y me emociono, y continúa diciendo:

- Lo mismo me sucede con el fut, veo el juego y me emociono, pero si no lo veo no me emociono.

Son emociones directas, pero también suceden las emociones indirectas que, por razón de la comunicación las sentimos como si las estuviéramos viviendo, experimentando en ocasiones, angustia, ansiedad, miedo y pánico, coraje, enojo y todo tipo de emociones.

Para una persona que no tiene bien equilibradas sus emociones, ni su inteligencia, ni su voluntad, es muy fácil que pueda contagiarse de las emociones negativas, se contamina de inmediato del odio y la violencia que pueda tener el líder hacia alguien y considerar que lo que siente el dirigente es el sentimiento correcto y, por consiguiente, se solidarizarse con él, reflejándose de inmediato el tipo de carácter del cabecilla y el de todos sus fieles seguidores.

No se debe negar, que desde que llegó al poder el actual presidente de la república, ha dividido a la sociedad, y como todos los días lo repite, lo publica, lo hace sensacional, los neoliberales, a quienes también acusa de contras, o bien a los de derecha, los ha separado por completo como si fueran ajenos a su gobierno, y a su vez los responsabiliza de causar estragos en su administración (los que mueven las ballenas de la línea 12 del metro para que haya muertos y culpen a los responsables de los gobiernos morenistas).

Pero dentro de ellos mismos, el pasado fin de semana, los golpes, acarreos, quema de boletas y desquiciada violencia por doquier fueron manifiestos en sus elecciones de renovación del partido a nivel nacional, a donde muchos acarreados acudieron sin saber a qué iban, pero sí fueron presas de la contaminación de odio y violencia que se vivió en ese tipo de agrupaciones agresivas que reflejaron en todo momento el carácter y temperamento de sus dirigentes.

¿Quién no ha sentido en su vida la alegría, la tristeza, así como el temor, la ira, la sorpresa, que son de las primeras emociones que experimenta el ser humano? Así también, existen las emociones colectivas que sentimos en función de un otro, como la compasión, la solidaridad, la culpa, lástima, vergüenza, orgullo, admiración, envidia o desprecio.

Las emociones son contagiosas, y para comprobarlo, el psiquiatra Pablo Toro, de la Red de Salud Uc Christus, realizó estudios en los que pudo comprobar que, si una persona está viviendo o experimentando una emoción, y su organismo funciona bien, tendrá la capacidad probablemente, de comunicar la emoción y junto con eso, contagiarla a los demás. También se pudiera señalar como efecto espejo, si el ambiente es de júbilo y alegría, es fácil contagiarse, pero cuando el ambiente es depresivo o de tristeza, si no tenemos la fortaleza necesaria llegamos a caer en ese ambiente.

Recuerdo una anécdota de hace muchos años en la Casa de la Juventud de esta ciudad, en donde tendría lugar un encuentro importante de futbol, pero uno de los familiares de los directivos se retiraba sin mostrar entusiasmo por presenciar la justa deportiva. Procediendo uno de los trabajadores a preguntarle: - ¿Qué no va a ver el juego?

Respondiendo: - No, no me gusta.

Escuchando eso el entrenador de futbol de la Casa, le manifestó: - Estará loco.

Lo que provocó que de momento todos nos quedáramos ciertamente perplejos por el dicho del instructor, justificando el familiar del directivo su negativa indicando:

- Bueno, a mí me pasa que si veo el juego de. . . (y procede a hacer los además de si estuviera bateando en beisbol), y le responde el entrenador:

- De beis. – Respondiendo el otro:

- Sí de beis. . . lo veo y me emociono. Lo mismo me pasa si veo el juego de: . . (y procede a hacer la mímica como si estuviera encestando un balón); y el entrenador le dice:

- De basquet. – Respondiendo: - Sí de basquet . . . lo veo y me emociono, y continúa diciendo:

- Lo mismo me sucede con el fut, veo el juego y me emociono, pero si no lo veo no me emociono.

Son emociones directas, pero también suceden las emociones indirectas que, por razón de la comunicación las sentimos como si las estuviéramos viviendo, experimentando en ocasiones, angustia, ansiedad, miedo y pánico, coraje, enojo y todo tipo de emociones.

Para una persona que no tiene bien equilibradas sus emociones, ni su inteligencia, ni su voluntad, es muy fácil que pueda contagiarse de las emociones negativas, se contamina de inmediato del odio y la violencia que pueda tener el líder hacia alguien y considerar que lo que siente el dirigente es el sentimiento correcto y, por consiguiente, se solidarizarse con él, reflejándose de inmediato el tipo de carácter del cabecilla y el de todos sus fieles seguidores.

No se debe negar, que desde que llegó al poder el actual presidente de la república, ha dividido a la sociedad, y como todos los días lo repite, lo publica, lo hace sensacional, los neoliberales, a quienes también acusa de contras, o bien a los de derecha, los ha separado por completo como si fueran ajenos a su gobierno, y a su vez los responsabiliza de causar estragos en su administración (los que mueven las ballenas de la línea 12 del metro para que haya muertos y culpen a los responsables de los gobiernos morenistas).

Pero dentro de ellos mismos, el pasado fin de semana, los golpes, acarreos, quema de boletas y desquiciada violencia por doquier fueron manifiestos en sus elecciones de renovación del partido a nivel nacional, a donde muchos acarreados acudieron sin saber a qué iban, pero sí fueron presas de la contaminación de odio y violencia que se vivió en ese tipo de agrupaciones agresivas que reflejaron en todo momento el carácter y temperamento de sus dirigentes.