/ viernes 13 de septiembre de 2019

La culpa es de los demás

La cosa más fácil del mundo, es que todo de lo que tengamos un resultado negativo, sea malo, que no se cumpla con lo prometido o deseado, es culpa de los otros, pero nunca nuestra.

Nuestra mente siempre tratará de deslindarse de los problemas y buscará en todo momento, los trucos más sesgados y tendenciosos para echar la culpa a los demás, de lo que hubiésemos prometido y no cumplido, o de lo que no se obtengan resultados positivos.

Pero cuando se empieza culpar a la misma persona o al mismo gremio, puede que se trate de una fijación o una fobia, que tal vez los peritos en la materia lo podrían definir correctamente.

Al culpar al otro o a los otros, nos liberamos de nuestra responsabilidad, pero también se está renunciando a nuestro compromiso, máxime si manifestamos que conocíamos perfectamente el lugar en que llevaríamos a cabo algún cometido. Pero si aún así, negamos que alguna vez ofrecimos algo y no lo podemos cumplir, somos personas de poco fiar, deshonestos, faltos a la verdad e irrazonables.

Facundo Cabral señaló en alguna ocasión: “Nada peor para la cabeza y, por lo tanto, para el cuerpo, que el miedo y la culpa, el resentimiento y la crítica que te hace juez (agotadora y vana tarea) y cómplice de lo que te disgusta. Culpar a los demás es no aceptar la responsabilidad de nuestra vida, es distraerse de ella (cuando somos responsables no hay culpables ni desilusión)”.

La soberbia y el orgullo, nos impiden aceptar que nos equivocamos, nunca vamos a aceptar que cometemos errores, pero ya lo había mencionado Rabindranath Tagore: “Si cierras la puerta a todos los errores, también la verdad se quedará afuera”.

Es preciso recordar cuando se nos ofreció que, incluso un día posterior de la elección, se acabaría la delincuencia, la corrupción, absolutamente todo lo malo. Incluso, al preguntarle al candidato, que cómo acabaría con los huachicoleros, señaló que iba a convocar, pero no indicó más, pero sí aseguró que se acabaría y que, se predicaría con el ejemplo.

Pero si la corrupción se define como “el uso ilegítimo del poder público para beneficio privado”, considerando que “todo uso ilegal o no ético de la actividad gubernamental como consecuencia de consideraciones de beneficio personal o político”. Es de considerarse que, el emitir un memorándum a sus secretarios, para que no atiendan lo dispuesto por nuestra Carta Magna, por la obtención de un fin meramente político, indudablemente que es corrupción también.

Acabo de recibir un pensamiento de Octavio Paz, que señala: “La ceguera biológica impide ver. La ceguera ideológica impide pensar”. Para todos aquellos que han señalado que, cuál ha sido la causa por la que, a los anteriores no se les han hecho críticas.

Están en un error, pues claro que se les ha criticado y en forma totalmente severa, pero no se habían cometido tantas ocurrencias meramente infantiles y nefastas como en la actualidad; pero resulta muy difícil creer, cómo es posible que puedan aceptar que su mesías les señale que: “A los pobres es necesario alimentarlos como a las mascotas”, pero si por su ceguera ideológica se les impide pensar, si es preocupante pues, tener ciudadanos de ese tipo, repercute indudablemente en el progreso del país.

El que, los delincuentes humillen a los soldados y a los policías, por las instrucciones que reciben estos últimos de no responder a las agresiones; que se les obligue a pagar impuestos hasta a los vendedores por catálogo, pero se siga tolerando el ambulantaje; y que, a los contribuyentes, porque le queden a deber facturas puedan ir a la cárcel y se equipare a un delito de crimen organizado, mientras se les da amnistía a secuestradores y a verdaderos criminales. A los huachicoleros, se les fije un salario para que no continúen con sus robos; a los ninis se les pague por no hacer nada. Se señale sin probar, la existencia de corrupciones y sin proceder en contra de nadie y solo se gaste en la cancelación de un aeropuerto, (necesario para el país, y que ya se encontraba en más de un treinta por ciento de su edificación); se tolere que Mireles como subdelegado del ISSSTE, y buen chairo, siguiendo el ejemplo de Paco Ignacio Taibo, (quien públicamente dijo: “se las metimos doblada” y haya sido tolerado por toda la turba de chairos), llame a las mujeres: “pirujas y nalguitas”, y pida el mesías que lo perdonen.

Que no haya crecimiento económico para el país y el desempleo cada vez sea mayor; no existen medicamentos; desaparición de programas sociales; destrucciones ecológicas; desabasto de combustibles, y muchísimas cosas más; que tengamos un predicador en lugar de un mandatario, que para combatir al crimen organizado les diga textualmente: “Ya bájenle. Fuchi, guácala. Al carajo con los del crimen organizado. Acuérdense de sus madrecitas. Ya pórtense bien.” Y se tenga cada vez, más de ochenta muertos diarios ocasionados por el crimen en la actualidad.

Pero sin lugar a dudas, toda la culpa es de los anteriores. Y no tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre.

La cosa más fácil del mundo, es que todo de lo que tengamos un resultado negativo, sea malo, que no se cumpla con lo prometido o deseado, es culpa de los otros, pero nunca nuestra.

Nuestra mente siempre tratará de deslindarse de los problemas y buscará en todo momento, los trucos más sesgados y tendenciosos para echar la culpa a los demás, de lo que hubiésemos prometido y no cumplido, o de lo que no se obtengan resultados positivos.

Pero cuando se empieza culpar a la misma persona o al mismo gremio, puede que se trate de una fijación o una fobia, que tal vez los peritos en la materia lo podrían definir correctamente.

Al culpar al otro o a los otros, nos liberamos de nuestra responsabilidad, pero también se está renunciando a nuestro compromiso, máxime si manifestamos que conocíamos perfectamente el lugar en que llevaríamos a cabo algún cometido. Pero si aún así, negamos que alguna vez ofrecimos algo y no lo podemos cumplir, somos personas de poco fiar, deshonestos, faltos a la verdad e irrazonables.

Facundo Cabral señaló en alguna ocasión: “Nada peor para la cabeza y, por lo tanto, para el cuerpo, que el miedo y la culpa, el resentimiento y la crítica que te hace juez (agotadora y vana tarea) y cómplice de lo que te disgusta. Culpar a los demás es no aceptar la responsabilidad de nuestra vida, es distraerse de ella (cuando somos responsables no hay culpables ni desilusión)”.

La soberbia y el orgullo, nos impiden aceptar que nos equivocamos, nunca vamos a aceptar que cometemos errores, pero ya lo había mencionado Rabindranath Tagore: “Si cierras la puerta a todos los errores, también la verdad se quedará afuera”.

Es preciso recordar cuando se nos ofreció que, incluso un día posterior de la elección, se acabaría la delincuencia, la corrupción, absolutamente todo lo malo. Incluso, al preguntarle al candidato, que cómo acabaría con los huachicoleros, señaló que iba a convocar, pero no indicó más, pero sí aseguró que se acabaría y que, se predicaría con el ejemplo.

Pero si la corrupción se define como “el uso ilegítimo del poder público para beneficio privado”, considerando que “todo uso ilegal o no ético de la actividad gubernamental como consecuencia de consideraciones de beneficio personal o político”. Es de considerarse que, el emitir un memorándum a sus secretarios, para que no atiendan lo dispuesto por nuestra Carta Magna, por la obtención de un fin meramente político, indudablemente que es corrupción también.

Acabo de recibir un pensamiento de Octavio Paz, que señala: “La ceguera biológica impide ver. La ceguera ideológica impide pensar”. Para todos aquellos que han señalado que, cuál ha sido la causa por la que, a los anteriores no se les han hecho críticas.

Están en un error, pues claro que se les ha criticado y en forma totalmente severa, pero no se habían cometido tantas ocurrencias meramente infantiles y nefastas como en la actualidad; pero resulta muy difícil creer, cómo es posible que puedan aceptar que su mesías les señale que: “A los pobres es necesario alimentarlos como a las mascotas”, pero si por su ceguera ideológica se les impide pensar, si es preocupante pues, tener ciudadanos de ese tipo, repercute indudablemente en el progreso del país.

El que, los delincuentes humillen a los soldados y a los policías, por las instrucciones que reciben estos últimos de no responder a las agresiones; que se les obligue a pagar impuestos hasta a los vendedores por catálogo, pero se siga tolerando el ambulantaje; y que, a los contribuyentes, porque le queden a deber facturas puedan ir a la cárcel y se equipare a un delito de crimen organizado, mientras se les da amnistía a secuestradores y a verdaderos criminales. A los huachicoleros, se les fije un salario para que no continúen con sus robos; a los ninis se les pague por no hacer nada. Se señale sin probar, la existencia de corrupciones y sin proceder en contra de nadie y solo se gaste en la cancelación de un aeropuerto, (necesario para el país, y que ya se encontraba en más de un treinta por ciento de su edificación); se tolere que Mireles como subdelegado del ISSSTE, y buen chairo, siguiendo el ejemplo de Paco Ignacio Taibo, (quien públicamente dijo: “se las metimos doblada” y haya sido tolerado por toda la turba de chairos), llame a las mujeres: “pirujas y nalguitas”, y pida el mesías que lo perdonen.

Que no haya crecimiento económico para el país y el desempleo cada vez sea mayor; no existen medicamentos; desaparición de programas sociales; destrucciones ecológicas; desabasto de combustibles, y muchísimas cosas más; que tengamos un predicador en lugar de un mandatario, que para combatir al crimen organizado les diga textualmente: “Ya bájenle. Fuchi, guácala. Al carajo con los del crimen organizado. Acuérdense de sus madrecitas. Ya pórtense bien.” Y se tenga cada vez, más de ochenta muertos diarios ocasionados por el crimen en la actualidad.

Pero sin lugar a dudas, toda la culpa es de los anteriores. Y no tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre.