/ miércoles 12 de agosto de 2020

La defensa a la libre manifestación como sello progresista

De todos y todas es sabido que las manifestaciones o marchas son la exhibición pública de la opinión de un grupo determinado, mediante una congregación en las calles, a menudo en un lugar o fecha simbólicos asociado a esa opinión.

Pueden ser a favor o en contra de una causa, violentas o tranquilas. Y su historia transcurre de forma paralela con el desarrollo de la humanidad.

El rostro de una administración de gobierno se marca entre otros, por el respeto a los derechos humanos, y dentro de éstos se encuentra el derecho a la manifestación, la cual puede ser atendida, dependiendo de los principios de las autoridades, con el diálogo o bajo la premisa del uso de la fuerza pública. Una de las caras del autoritarismo es la justificación del uso de la fuerza.

Por formación, defiendo el libre derecho a manifestar públicamente las ideas y posturas de los grupos sociales ante las inconformidades o aprobaciones de las políticas públicas; crecí con los movimientos sociales de los derechos de los afroamericanos en Estados Unidos de Norteamérica, con el movimiento estudiantil del 68, específicamente en México y en contra de la impunidad por las muertes en la guardería ABC.

Así el defender nuestros derechos y nuestra expresión de universitarios y universitarias, nos llevó hace ya hace casi una década, 28 de septiembre de 2010, a conformar un frente por la Defensa de la Autonomía de la Universidad Juárez del Estado de Durango, ello ante el ataque desde el Congreso del Estado y la supresión de las libertades de la universidad pública.

Salir a las calles para levantar la voz frente a esta injusticia, fue parte de nuestro movimiento en favor de recuperar la autonomía de la UJED, y el gobierno de Jorge Herrera Caldera, lejos de decidir por el diálogo, el respeto a la universidad del pueblo y el restablecimiento de derechos, optó por la represión y el uso de la fuerza pública en contra de demandas provenientes de la comunidad universitaria juarista.

Y así, yo que fui parte de ese frente, de ese ente colectivo, he probado en los hechos la represión brutal por la defensa de la libre manifestación, el deja vu de la semana pasada de reprimir con el uso de agentes a los abogados, quienes consideran existe ilegitimidad en el titular del poder judicial estatal, no es la mejor vía para atender a un grupo que manifiesta sus derechos constitucionales y se expresa libremente.

Apostamos por el diálogo, la conciliación y la armonización de las ideas. El respeto a las manifestaciones sociales es una característica de quienes somos parte de la Cuarta Transformación. La defensa de las ideas y de las posiciones frente a una situación, la cual debe ser atendida mediante la razón y el convencimiento, el aceptar el derecho a manifestarse es ante todo una convicción de formación, de principios y de ideales. Durante décadas la izquierda mexicana fue oposición, frecuentemente reprimida y sometida, muy rara vez escuchada.

Desde el Senado, quienes formamos parte de los grupos parlamentarios de pensamiento liberal, estamos permanentemente estructurando leyes que permitan transitar en paz y tranquilidad hacia un país en que los derechos de todos los grupos sociales sean tomados en cuenta y respetados, que nadie tenga necesidad de salir a las calles a pedir justicia y libertad y arriesgue su vida y la de sus hijos por llevar un pedazo de pan a su mesa. ¡Nunca más!

De todos y todas es sabido que las manifestaciones o marchas son la exhibición pública de la opinión de un grupo determinado, mediante una congregación en las calles, a menudo en un lugar o fecha simbólicos asociado a esa opinión.

Pueden ser a favor o en contra de una causa, violentas o tranquilas. Y su historia transcurre de forma paralela con el desarrollo de la humanidad.

El rostro de una administración de gobierno se marca entre otros, por el respeto a los derechos humanos, y dentro de éstos se encuentra el derecho a la manifestación, la cual puede ser atendida, dependiendo de los principios de las autoridades, con el diálogo o bajo la premisa del uso de la fuerza pública. Una de las caras del autoritarismo es la justificación del uso de la fuerza.

Por formación, defiendo el libre derecho a manifestar públicamente las ideas y posturas de los grupos sociales ante las inconformidades o aprobaciones de las políticas públicas; crecí con los movimientos sociales de los derechos de los afroamericanos en Estados Unidos de Norteamérica, con el movimiento estudiantil del 68, específicamente en México y en contra de la impunidad por las muertes en la guardería ABC.

Así el defender nuestros derechos y nuestra expresión de universitarios y universitarias, nos llevó hace ya hace casi una década, 28 de septiembre de 2010, a conformar un frente por la Defensa de la Autonomía de la Universidad Juárez del Estado de Durango, ello ante el ataque desde el Congreso del Estado y la supresión de las libertades de la universidad pública.

Salir a las calles para levantar la voz frente a esta injusticia, fue parte de nuestro movimiento en favor de recuperar la autonomía de la UJED, y el gobierno de Jorge Herrera Caldera, lejos de decidir por el diálogo, el respeto a la universidad del pueblo y el restablecimiento de derechos, optó por la represión y el uso de la fuerza pública en contra de demandas provenientes de la comunidad universitaria juarista.

Y así, yo que fui parte de ese frente, de ese ente colectivo, he probado en los hechos la represión brutal por la defensa de la libre manifestación, el deja vu de la semana pasada de reprimir con el uso de agentes a los abogados, quienes consideran existe ilegitimidad en el titular del poder judicial estatal, no es la mejor vía para atender a un grupo que manifiesta sus derechos constitucionales y se expresa libremente.

Apostamos por el diálogo, la conciliación y la armonización de las ideas. El respeto a las manifestaciones sociales es una característica de quienes somos parte de la Cuarta Transformación. La defensa de las ideas y de las posiciones frente a una situación, la cual debe ser atendida mediante la razón y el convencimiento, el aceptar el derecho a manifestarse es ante todo una convicción de formación, de principios y de ideales. Durante décadas la izquierda mexicana fue oposición, frecuentemente reprimida y sometida, muy rara vez escuchada.

Desde el Senado, quienes formamos parte de los grupos parlamentarios de pensamiento liberal, estamos permanentemente estructurando leyes que permitan transitar en paz y tranquilidad hacia un país en que los derechos de todos los grupos sociales sean tomados en cuenta y respetados, que nadie tenga necesidad de salir a las calles a pedir justicia y libertad y arriesgue su vida y la de sus hijos por llevar un pedazo de pan a su mesa. ¡Nunca más!

ÚLTIMASCOLUMNAS